Hace años me interesó mucho un cantaor y bailaor de San Fernando (Cádiz), Ramón Sartorio, que aparecía en la prensa sevillana junto a nombres como los de José Lorente, Enrique Prado, José Perea, Juraco y el Cuervo Sanluqueño, quienes generalmente cantaban para bailar en recitales de maestros boleros de la capital andaluza, bien en salones o en teatros. Son de los primeros profesionales del cante que aparecen en la prensa sevillana y ninguno era gitano. No es que esto sea importante, pero es al menos un dato curioso. Desde luego, eran profesionales porque trabajaban mucho y tres de ellos, como son el propio Sartorio, el portuense José Perea y el Cuervo Sanluqueño, dejaron sus respectivas ciudades para afincarse en Sevilla y vivir del arte, aunque combinaran el cante y el baile con cualquier otra profesión, porque muy pocos vivían exclusivamente del flamenco a mediados del siglo XIX.
Ramón Sartorio, cantaor y bailaor isleño, aparece censado como jornalero, pero consta como bolero en un padrón de 1870. Vivía entonces en la calle Las Palmas, número 135, perteneciente a San Lorenzo, vecino de Silverio y Demófilo. En 1857 ya residía en Sevilla, año en el que tuvo una hija con la sevillana Josefa Luengo, Teresa, bautizada en la Parroquia de Santa Catalina en este mismo año. Aquella relación no cuajaría, porque años más tarde ya aparece viviendo con otra sevillana, Amalia Alcoba Bejarano, con quien tuvo otra hija. Cuando muere Sartorio, el 21 de noviembre de 1870, en el mismo domicilio dado unas líneas más arriba, aparece esta mujer como su esposa. Murió el artista isleño con 50 años, luego tuvo que nacer sobre 1820. Y se llamó Ramón Sartorio González, hijo de Rafael y de Francisca, naturales también de San Fernando, la tierra natal de figuras como El Fillo, Curro Pabla y Juan Encueros, sus hermanos, además de la no menos célebre María Borrico, quien también estuvo por Sevilla, dicen que metiéndole las cabras en el corral al mismísimo Silverio.
¿Sería Ramón Sartorio un cantaor de flamenco o solo un bolero que también cantaba? Fuera lo que fuera, lo cierto es que fue muy popular en Sevilla y que formó parte del desembarco de artistas gaditanos en la capital andaluza, algo que fue vital para que se fundara la llamada escuela sevillana, que no entenderíamos sin las aportaciones de Cádiz, Jerez de la Frontera, San Fernando, el Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda y Puerto Real. Aportamos por primera vez estos datos de Sartorio, con la promesa de completar su biografía en otro momento para sacarlo del olvido. Y con la esperanza de que en su tierra lo tengan en cuenta si alguna vez deciden escribir la historia flamenca de esa tierra, la cuna de Camarón y de tantos y tantos artistas importantes.
No sabemos cómo cantaría Sartorio, pero algo tendría cuando actuaba en teatros y salones de baile y vivió en la capital andaluza durante casi veinte años, aunque es posible que lo hiciera muchos más. Y en Sevilla se enterró, como tantos otros que vinieron a dejar su esencia en una de las cunas del flamenco, de las más principales, sin restar importancia a las demás.