Las peñas flamencas madrileñas han desarrollado una actividad fundamental a lo largo de las últimas décadas. Quiero destacar algunos nombres como la venerable Peña Charlot (espacio de reunión fecunda en el que se mezclaban Pepe de la Matrona, José Blas Vega, Enrique Morente, Carmen Linares, y muchos más); Fosforito, Los Cabales o la añorada Chaquetón (donde en los años 80 y 90 pudimos disfrutar –piel con piel– del cante de Manuel Sordera, Paco Toronjo, María Vargas, El Torta, José Mercé, Gabriel Moreno, Canela de San Roque, El Mono, Chano Lobato, etc). En la actualidad siguen manteniéndose algunas como la Peña Duende, El Mami o Paco del Pozo.
Es evidente que las formas de vida, y en consecuencia, el flamenco, han cambiado radicalmente con el transcurso de los años. Por ello, en el verano de 2013 un grupo de aficionados decidimos embarcarnos en un proyecto asociativo flamenco que propiciara distintas iniciativas que hasta ese momento era difícil encontrar en Madrid.
Nuestra actividad tiene dos pilares fundamentales. Primero, el flamenco en directo: contamos tanto con las principales figuras del cante actual, como con los jóvenes cantaores más destacados, sin olvidar a aquellos artistas que por distintos motivos no frecuentan las programaciones, siempre con la calidad como único objetivo. El baile y la guitarra de concierto también tienen su espacio en nuestra programación. El otro bloque son todas aquellas actividades que consideramos necesarias para el mejor conocimiento de nuestra música: presentaciones de libros o discos, conferencias, debates, homenajes, etc.
Entre las figuras clásicas del cante, hemos contado con José Menese, Juan Villar, El Pele, La Cañeta, José de la Tomasa, La Macanita, Pansequito, Fernando de la Morena, Juana la del Pipa, Canela de San Roque, Manuel Moneo, Rancapino, Luis el Zambo, Guadiana, El Capullo, Vicente Soto o María Vargas.
Entre los jóvenes más o menos consagrados, hemos disfrutado del cante de Antonio Reyes, Jesús Méndez, David Lagos, José Valencia, Pedro el Granaíno, Rancapino Chico, Perico el Pañero, David de Jacoba, José Canela, Israel Fernández, Samuel Serrano, José Mijita, Rubio de Pruna, Fernando Canela o Remedios Reyes.
La tercera pata de nuestros conciertos de cante son los de aquellos artistas que no aparecen en las grandes citas tanto como nos gustaría, o que sencillamente, han desaparecido de las mismas. Casos como los de Inés Bacán, La Kaíta, Diego el Cabrillero, Enrique Soto, Antonio Agujetas, Márquez el Zapatero, Luis Moneo, Morenito de Íllora, Dolores Agujetas, Cancanilla de Málaga o Mari Peña.
La guitarra de concierto suele pasar desapercibida en este tipo de ámbitos. Nada que ver con nosotros, puesto que hemos programado a figuras de la talla de Víctor Monge ‘Serranito’, Rafael Riqueni, Paco del Gastor, Diego de Morón, Diego del Morao, Alfredo Lagos o Dani de Morón, entre otros muchos.
Entendemos el baile como una expresión estrechamente vinculada a la emoción producida por el cante, y no tanto como una disciplina dancística en la que la voz es una herramienta que aparece o desaparece, se estira o acorta en función de las necesidades del bailaor. A contracorriente, hemos disfrutado de la presencia de Carmen Ledesma, Pepe Torres, Javier Heredia y José Pañero, y Diego de la Margara. Queremos desarrollar y ampliar la presencia del baile en nuestra programación.
El broche de oro a todos estos conciertos son nuestros discos producidos bajo el título Directos en el Círculo Flamenco de Madrid. Hasta el momento hemos realizado dos: el de Antonio Reyes y Diego del Morao en 2015, y el de Tomasa La Macanita en 2016. Ambos fueron nominados para los Premios Grammy Latinos. Estamos preparando el tercero.
Como decía antes, el otro pilar de nuestra programación son todas aquellas actividades que ayudan a profundizar en el flamenco desde muy diferentes ángulos. Es evidente que nuestra música se puede disfrutar desde la mera curiosidad, pero cuanto más ahonde el aficionado, podrá apreciar un mayor número de matices y, en definitiva, gozará más.
Entre estas actividades complementarias destacan los encuentros con artistas que ya no están en activo, o que no han tenido una actividad pública. Es el caso de Antonio el Rubio, Antonio el Álvarez, El Güito o Luisa Triana. Los cantes que interpretaron los dos primeros aún resuenan en nuestras mentes, así como el testimonio de todos ellos.
También hemos realizado homenajes a instituciones o personalidades que ya no están con nosotros, como Enrique Morente, Antonio Gades, José Blas Vega, Canela de San Roque, el Tablao Las Brujas, el Corral de la Morería, Casa Patas o la dinastía de guitarreros de Esteso-Conde.
Las presentaciones de libros es otra de las facetas que solemos llevar a cabo con frecuencia. Hasta la fecha se han presentado casi veinte obras de autores como José Luis Ortiz Nuevo, José Manuel Gamboa, Guillermo Castro, Alfredo Grimaldos, Antonio Conde, Juan Verdú, Francisco Moreno Galván, Silvia Marín, Pablo Tortosa, o quien esto escribe.
Consideramos la didáctica del flamenco como algo fundamental, por ello hemos propiciado clases magistrales de algunos de nuestros guitarristas más destacados: Manuel Parrilla, Diego del Morao o Dani de Morón.
Esta intensidad actividad es publicitada a través de los maravillosos carteles de María Artigas, lo que ha supuesto una novedad en cuanto al tratamiento de la información flamenca, huyendo de los tópicos y explorando nuevos campos expresivos.
Todo este material audiovisual no se esfuma: lo grabamos y recogemos en una caja especial cada año (no venal), haciendo entrega de un ejemplar a cada socio, así como a la Biblioteca Nacional de España y al Centro Andaluz de Documentación del Flamenco.
Para finalizar, decir que desde nuestros inicios nos enfrentamos con varias dificultades. Defender un gusto flamenco como el nuestro desde Madrid no es fácil. Estamos alejados de los focos flamencos naturales (recordemos que los artistas ya no se instalan en Madrid como antes y muchos de los que vivían en la capital han regresado), con los costes añadidos que esto conlleva. Al vivir en una ciudad grande, no hay una comunicación tan directa con nuestros representantes públicos: en Andalucía son numerosas las peñas cuyos locales son cedidos por los ayuntamientos, aquí ni se plantea. También sucede que, ante una oferta flamenca abundante, el aficionado menos avezado puede encontrar pocos estímulos a la hora de implicarse en una asociación como la nuestra. Podría seguir enumerando algunas otras trabas, pero este proyecto -coral y distinto- reclama nuestra atención: ¡a seguir trabajando!
Carlos Martín Ballester