-Abuelo, hoy te voy a pedir que te mojes de verdad. Lo haces siempre, pero en esto asunto hay que hilar bien que nos jugamos el sueldo en ExpoFlamenco.
-¿Y de qué quieres que hablemos hoy?
-De creadores y copiones o parásitos. ¿Te parece bien?
-En qué líos me metes, Manolillo. Venga, a ver qué da de sí el tema.
-Primero, ¿qué es un creador en el cante y qué un copista, copión o parásito? Así, por derecho, sin ojana.
-Un creador, en la música, y el cante lo es, es un compositor. El compositor es aquel que inventa música trabajando los sonidos de forma imaginativa con el fin de poder crear su propia música, es quien tiene la capacidad de hablar a través de los sonidos.
-Pero además de lo que has pillado de la Wikipedia, ¿qué dices tú?
-Yo digo que no hay tantos creadores en el cante como podamos suponer, por haber tantas autorías: las seguiriyas del Planeta, El Fillo o Curro Dulce, las malagueñas de Chacón y La Trini, los fandangos de Cayetano el de Cabra, las tarantas del Tonto de Linares… Que una cosa es componer y otra recrear sobre algo ya hecho, un patrón. Te pongo un ejemplo, Manolillo, para que vayas aprendiendo algo, que te veo distraído. ¿Era Chacón un compositor? Era un cantaor con grandes facultades que le permitieron crear, recrear y engrandecer cantes suyos, o que pudo escuchar de niño en Jerez o en Sevilla, en su etapa formativa. Hay una entrevista de Galerín a Chacón en la que el periodista le dice que una de sus malagueñas no era para tanto. Y el gran maestro le responde: “Sí, pero es letra y música mía”. Y Galerín se quedó callado, sin argumentos. Eso se lo dice al mejor periodista de aquellos años, los veinte del pasado siglo. ¿Eran sus malagueñas composiciones suyas o recreaciones?
-¿Tú qué piensas, abuelo?
-Que Chacón hizo lo que todos los de aquel tiempo, como ocurre también en la actualidad: nutrirse de lo que escuchaba. Pero como tenía las condiciones que tuvo, de un músico natural increíble, mejoró todo lo que pasó por el tamiz de su prodigiosa garganta: la malagueña del Canario (Viva Madrid), la seguiriya de Frasco el Colorao (Están tocando a misa), la granaína de Loriguillo de Coín (Engarzá en oro y marfil), originariamente un cante abandolao de los montes malagueños, o los tientos del Mellizo, una de las primeras referencias para el genial jerezano.
-Pero creó los caracoles, ¿no?
-No, hizo una magnífica versión que quedó como modelo y que sirvió para todo lo que vino después. En realidad, era una cantiña de Tío José el Granaíno, o sea, que cantaba él, y que llevó a Madrid El Cuco, Francisco Ortega Díaz, uno de los hermanos de Enrique Ortega El Gordo, de Cádiz. Banderillero, letrista y cantaor. Chacón los cantó muy mermado de facultades y logró una versión flamenca increíble. Es decir, mejoró lo anterior, como mejoró casi todo, porque fue un genio.
-Abuelo, ¿por qué Fernando el de Triana calificó de copista a Tomás Pavón, siendo otro genio?
-Que Tomás era un genio es algo que se dice desde hace unos años acá, pero en su tiempo era solo un gran cantaor admirado por Chacón y Manuel Torres, por su hermana y su cuñado el Pinto, y más tarde por Mairena y Caracol. Y por aficionados de dinero que le quitaron mucha hambre. Un caso parecido al de Mojama, que se tuvo que morir para que dijéramos que era un genio.
-Pero Tomás era un creador, ¿no? El Reniego, su debla…
-A mí no me molesta que se califique de copista a un cantaor, porque aunque el término esté en desuso y desprestigiado, copista es el que se ciñe a la partitura, al menos en la música clásica. Y Tomás lo hizo, alcanzó una calidad inmejorable en los cantes de Enrique el Mellizo, de La Sarneta o Manuel Cagancho.
-Lo de Cagancho, abuelo, ¿va por el Reniego, esa seguiriya de Triana monumental?
-Al parecer, la música de esa seguiriya trianera viene de Frasco el Colorao, pasada por el tamiz de Curro Dulce, Antonio Cagancho, Chacón y Manuel Torres. Tomás hizo su versión, porque vivió de niño en Triana y pudo alcanzar a Manuel Cagancho, muerto cuando él tenía justamente 20 años y ya era cantaor. Sin embargo, lo grabó antes Manuel Vallejo, el otro genio de Sevilla.
-¿Y la debla?
-No hay constancia de que esa toná la creara Tomás. Su padre, El Paíti, era cantaor y destacó en los cantes a palo seco, o sea, en las tonás. Era fragüero en la fragua de los Léridas de Triana, en San Román, donde alcanzó un gran prestigio como machacador, dada su enorme fuerza. Y su hermano Arturo fue el más largo de su época en esos cantes. Marchena dijo una vez que lo escuchó cantar martinetes en Madrid, mano a mano con Chacón, y que no repitió una letra en dos horas. Por tanto, Tomasito bebió en esa fuente y la debla era un cante trianero que estaba ahí desde hacía muchos años, hasta que él lo llevó al disco y lo convirtió en una joya, dándole su ligazón e impronta personal.
-Resumiendo, abuelo, que se pega el arroz. ¿Creador o intérprete genial?
-Intérprete genial, clásico, con unas facultades tan grandes que le dio la última mano de barniz a muchos cantes. Para mí, tan genio como el que crea una variante de soleá o diez fandangos, como Valderrama, sin pretender comparar.
-El tema da para otras charlas, abuelo.
-Y tanto.