A pesar de que hay nuevos valores del cante, artistas ya consolidados como Jesús Méndez, Antonio Reyes, Rancapino chico, Pedro el Granaíno, Marina Heredia, Toñi Fernández y muchos y muchas más, los aficionados parece que siguen esperando a un nuevo mesías del cante. Esto les lleva a que cuando aparece un intérprete joven empiecen a calificarlo ya poco menos como de nuevo genio. Y con los nuevos intérpretes, sobre todo sin son adolescentes, es bueno tener paciencia porque llevo cuatro décadas en esto del flamenco y he visto a muchos llegar a ser figuras del cante, pero también he visto a otros tantos quedarse a la mitad del camino, cuando no en la cuneta, siendo enseguida carne de olvido. Podría dar nombres, pero creo que no hace falta porque están en la mente de los aficionados y sé que en ExpoFlamenco los hay buenos y muy sensatos.
Sobre todo hay que tener cuidado con los niños o las niñas prodigios del cante, porque a los niños no se le deben crear falsas ilusiones, que luego llegan las frustraciones. He conocido muchos casos en los últimos cuarenta años y no solo en el cante, sino en el baile y la guitarra. Como los he conocido en el fútbol, que fue otra de mis pasiones y que hoy vivo desde muy lejos. Quizá por eso no me vuelvo loco cuando veo que sale un niño cantando en algún pueblo y empiezan ya a hablar de él como un nuevo genio. Podría referirme, por poner un ejemplo, a la cantaora palaciega Reyes Carrasco, premiada en el Festival del Cante de las Minas y paseada por las televisiones. Me han preguntado en reiteradas ocasiones que por qué no escribo sobre ella y siempre respondo que hay que dejar que crezca y que se desarrolle como cantaora, porque a lo mejor no acaba de cuajar.
Está ocurriendo también con otro joven cantaor, el adolescente sevillano Manuel de la Tomasa, que es nieto del gran maestro José el de la Tomasa, lo que quiere decir que pertenece a una casa cantaora que ha dado genios como Manuel Torres y excelentes intérpretes como su hermano Pepe o la hija de éste, La Tomasa. Y otras figuras históricas como Joaquín Lacherna, tío materno de Torres. El abuelo del chaval, José el de la Tomasa, es de los pocos maestros del cante que nos quedan en activo. Y además es bisnieto de un grandísimo cantaor, Pies de Plomo. No será por genes flamencos, ¿verdad? Sin embargo, esto no es ninguna garantía de que el chaval vaya a acabar siendo un cantaor profesional, aunque tiene todas las papeletas.
Manuel de la Tomasa, El Purili de la Línea, Reyes Carrasco, el guitarrista David de Arahal… Y hay muchos más. Andalucía sigue siendo una tierra con buen abono para el arte del flamenco, como ha sido siempre, y seguirán saliendo nuevos valores en el futuro. En otros tiempos, como fue en la postguerra o en la gran depresión económica de las dos primeras décadas del siglo XX, estos niños prodigios eran a veces el sostén de muchas familias andaluzas, gitanas en muchos casos. Recordemos el de La Niña de los Peines, quien con solo diez o doce años era ya el puntal económico de su familia, al estar enfermo su padre y quedarse sin voz su hermano Arturo.
Sin embargo, la situación económica y de las familias andaluzas han cambiado totalmente y hoy no hay las mismas necesidades que entonces. Por tanto, lo mejor que podemos hacer para ayudar a estos nuevos valores es dejarlos crecer, que se formen bien en academias o en sus casas, y el tiempo dirá si serán o no figuras de un arte que sigue siendo muy difícil. Si lo llevan dentro, será pan comido.