Fotos: Javier Fergo para Festival de Jerez
El viento de Cádiz llegó en forma de huracán con el espectáculo ¿Qué pasaría si pasara?, del cuarteto David Palomar, Riki Rivera, El Junco y Roberto Jaén. La noche del viernes, 2, será recordada por las carcajadas que provocaron estos gaditanos mitad flamencos, mitad carnavaleros. En esta obra ofrecen una visión actual de lo que han dado de sí esas frases hechas tan solemnes, mitos y misticismos históricos sobre el flamenco realizando, así, una burla a tanta «mentira». Todo en tono humorístico, eso sí. Al final del espectáculo piensan en voz alta «si habrá ofendido la broma sobre Antonio Mairena». Se ríen de conceptos como duende, jondo, pellizco o pureza. Bromean con la gitanería de Agujetas, o llegan a cuestionar si es que Mairena «fumaba algo» para llegar a eso de «razón incorpórea». El público no se escandaliza porque el contexto así lo permite. Entre tanta cómica Palomar canta martinetes y soleá, el Junco baila para reventar…. y hasta realizan una güija para atraer al presente los espíritus de Juanito Valderrama, Chano Lobato o Camarón, en una imitación vocal de los artistas. Muy simpático pero ¿para un Festival de Jerez?
En la misma noche acudimos al estreno en solitario de Gema Moneo, una bailaora de La Plazuela que se convierte en lo más -y mejor- comentado de la muestra. Con un espectáculo sencillo y muy flamenco, logró conquistar a los espectadores que aplaudieron las intervenciones por seguiriyas, romeras, bulerías o soleá de la artista. Contó para ello con un atrás de lujo como fueron Manuel Tañé, Miguel Lavi, Jesús Corbacho y Luis Moneo, este último dejó la impronta del eco de la familia que ya echa en falta a Manuel y a Juan, a Moneo y a El Torta. También contó con la colaboración de Jesús Agarrado ‘El Guardia’ y de un gran Juan Campallo a las guitarras. ‘El Sonido de mis días’, así se titulaba, se sitúa en lo más alto de este Festival en cuanto a aceptación.
La jornada del sábado volvió a traernos la elegancia de Cádiz en el baile de Edu Guerrero que tuvo doblete. Por la mañana, en González Byass, presentó ‘Faro’, con Manu Soto y Anabel Rivera, al cante, y Javier Ibáñez a la guitarra. Destacó una vez más su particular estilo de moverse sobre el escenario creando un lenguaje único y una transmisión sin barreras con un público que disfrutó sobremanera. Bailó por cañas, alegrías o bulerías.
Por la noche participó en el espectáculo ‘Las Puertas de Gades’ de Encarna Anillo, cantaora versátil donde las haya que demostró ser una de las artistas fundamentales del panorama gaditano. Lejos de volver atrás en estética y formas, se presentó moderna y de gala, aunque cantando por malagueñas y alegrías con un gusto superior. Fue viajando por el Atlántico hasta la otra orilla rescatando sones argentinos, chilenos… para desembocar en los cantes de ida y vuelta. Otra triunfadora del certamen.
El domingo asistimos a un encuentro con la guitarra de Santiago Lara. Un concierto con encanto, pues recordó las obras maestras de los genios de la guitarra. Desde la soleá de Niño Ricardo hasta las bulerías de Moraíto, pasando por rondeña de Ramón Montoya o el ‘Punta y tacón’ de de Sabicas, sin olvidar a Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía o Vicente Amigo. ¡Una tarde para el recuerdo!
De Sala Paúl volvemos al Teatro Villamarta para disfrutar de ‘La Tournée’ de Pilar Ogalla y Andrés Peña. Un espectáculo con la misma esencia que los anteriores pero con distinto traje. Suelen tener un baile tan propio y personal, siempre flamenco, que resulta sobrante la idea de la propuesta ya que en ellos la grandeza está en qué hace, no en el cómo lo hacen.
Por destacar algo más hay que recordar la presencia del Ballet Andaluz de Flamenco (BAF), con Rafael Estévez y Valeriano Paños como coreógrafos y protagonistas, con una propuesta que mezcla tradición e innovación, desde el cariño y el respeto, desde el buen gusto. No hubo momento extraordinario, mantuvo buen nivel, pero lo que se dice minuto inolvidable… no. Es el momento de echar a andar y de ir puliendo alguno de los tantos números que se hicieron sobre el escenario.
En menor formato, como era de esperar, presentó Alejandro Molinero su ‘ADM’ en Sala Compañía, en un viaje por la danza estilizada, el folklore, el clásico y el flamenco. El flamenco fue lo menos intenso, pero consiguió convencer.
A falta de espectáculo principal en el Villamarta en la noche de lunes, se trasladó el público a Sala Paúl para disfrutar del baile de Jesús Fernández, propuesta limpia y fresca que emociona por su clara sencillez dejando el mensaje a exponer suficientemente asequible para los públicos: “Hay quienes duran poco en nuestra vida, pero la transforman para siempre…”. A través de su propia sombra fue jugando con distintos momentos de su vida en los que la emoción y los impulsos le hicieron cambiar hasta llegar al bailaor de hoy día.