Son pocos los artistas en vida que puedan presumir de tener una peña flamenca a su nombre. La sevillana Peña el Chozas está dedicada a José Antonio Muñoz García, del antes flamenquísimo barrio de Los Carteros, cantaor que a sus setenta primaveras continúa en activo y pleno de facultades. Es una peña chiquita, con mucho encanto, que necesita un empujoncito para no desaparecer, como van cayendo una a una las asociaciones culturales flamencas de la capital hispalense. Por no tener, no tienen Presidente. Hasta antes del verano su ambigú abría a diario, ahora no, solo cuando hay actuación. Eso sí, cómo era lo del anuncio, botellín helado, un euro. Tapa de chocos, dos euros. Entrada, por la “feis”. Que te reciba a la entrada Antonio Reyes, no tiene precio.
Como tampoco tiene precio disfrutar de un espectáculo de esa categoría en compañía de cincuenta grandísimos aficionados. Qué pereza me dan últimamente los teatros, quieren abrir el flamenco a los grandes públicos, qué quieres que te diga, el cante se paladea cruzando la mirada con la del artista, en pequeños espacios. Me lo dice Mari Ángeles Carrasco, directora del Instituto Andaluz del Flamenco: las Peñas estaban aquí antes que nosotros, son un pilar fundamental, una lanzadera de artistas jóvenes donde adquieren experiencia antes de emprender una carrera profesional. Mari Ángeles, cómo sientes que la Peña el Chozas te haya dedicado su XXV Semana Cultural, pues imagínate, muy honrada, pero sé que en realidad es un reconocimiento a la labor que hacemos con un equipo detrás que apuesta decididamente por el flamenco por medio de convenios y subvenciones. Pues más dinerito, señor Instituto, que el sábado viene Pedro el Granaíno y esto no se paga solo.
Ahí lo tienes, en pie templándose por martinetes, una sola tanda y, sin descomponer la figura, enlaza con zambra caracolera, al compás de un martillo gitano, luego un trocito del Romance de Juan de Osuna, ya va el maestro toreando en redondo, de Huelva vino un jinete con los ojos de aceituna, está ligando tientos de Caracol dentro de una zambra, yo es que me lo como, y yo, y yo.
Buenas noches, voy a acordarme de mi tierra, de Cai, de Chiclana. Son sus alegrías de siempre, despacito, con sus guiños a Camarón, y entrando en Cai por la bahía. Nada nuevo bajo el sol. Y llegan los tangos, ay, ahí es el rey. El almíbar corre por su garganta y contrasta con el menú degustación que ofrece don Diego Amaya en falsetas a base de bordones jerezanos. Que no fueron uno ni dos, que fueron lo menos veinte platos los que volvieron a la cocina llenitos de oles. Y claro, entre el chiclanero estirando el compás hasta lo indecible para caer siempre en el sitio, y el cordobés de La Plazuela tirando de pulgar en las mismitas cuerdas de los sonidos negros, el placer comienza a inundar los corazones. Dímelo, dímelo, dímelo, ahí está Juan Villar, siempre presente en los maestros chiclaneros. A tu vera, Rosa María, parece que Antonio realmente está haciendo un esfuerzo por cambiar su repertorio, lo que celebramos desde aquí con alegría.
Igualmente en las soleares, letras poco habituales mezcladas con las clásicas, ligando bastante y metiendo los riñones. Y llega el momento de echarse la muleta a la mano izquierda. Todavía resuena en los oídos el toque de Diego Amaya, verdaderamente este palo es música de muerte. A clavito y a canela, versión Manuel Torre, un alarido espeluznante, y comienzan los golpes a las zonas bajas, a los santos del cielo les voy a pedir. Mira las caras de la gente, no te lo pierdas.
Y de ahí hasta el final, todo gozo y disfrute. Bulerías despacito, que no hay palmeros, fandango de Vallejo por bulerías, ven y supéralo. Y un par de fandanguitos, ole, ole. Y una cervecita a euro, a euro, que me las quitan de las manos. Me la tomo con el mismo Chozas, que le gusta hablar de cante.
Ficha artística:
Ciclo: XXV Semana Cultural Flamenca Peña El Chozas – Bodas de Plata
Espectáculo: Recital de Antonio Reyes
Al cante: Antonio Reyes
A la guitarra: Diego Amaya
Presentador: José María Rodríguez Fatou