El Festival Flamenco de La Mistela encara el final cumpliendo con un cartel de categoría. Precedieron a la jerezana la semana pasada Juan Juanelo, que recibió la Venencia al Cante, que ya tiene María desde 2017, y Tomatito en la segunda noche.
Le tocó el turno a Jerez y lo abanderó esta chiquilla menuda y arrebatadora que lleva en sus venas la herencia cantaora de un apellido. María Terremoto se subió a los maderos de Los Palacios y estuvo intachable, volviendo a encandilar al respetable con una propuesta flamenca y más madura. De las poquitas pegas que le cupieron fue el tiempo que duró el espectáculo. Lo bueno, si breve, te deja con ganas de más. Es la queja que ronroneaba tras los aplausos. Dejó con la miel en los labios. Refregó el dulce por la boquita de un niño y se lo llevó. Esto es buena señal, porque aunque nos dé coraje, significa que gusta mucho y la afición no se jarta fácil de ella. Quería más María.
Vale. ¿Pero ni un remate más por bulerías con el age de las pataítas de los palmeros o un par de fandangazos al aire que crujieran los huesos? Pues no. Y el gentío lo esperaba incluso aunque fuera lo de siempre. No le gustó la recogía sin una mijita de un algo, la propinilla al menos.
De esto tuvo la culpa un repertorio en el que vimos a una cantaora más cuajá y hecha que de costumbre, evidenciando conocimientos y una versatilidad que casa lo tradicional con la frescura de sus vueltas al sol. Parece que se nos olvida que solo tiene veinticuatro añazos. Y es capaz de levantar pasiones en el graderío arremolinándose por tangos o bulerías de Jerez, lo mismo que templando los bajos de una malagueña o la nueva petenera del disco que está en puerta con Universal Music Spain. Ahora os cuento.
El telón descubrió el escenario y lo inundó de belleza desnuda de instrumentación. María rajó el silencio con La soledad sonora de Juan Ramón Jiménez acordándose de algunas letrillas gordas de Lole y Manuel. Se rebuscó en la memoria del buen gusto y dibujó: Todo es de color. La sensibilidad pegó la primera caricia para dejarle el resto a la afinación exquisita, el buen timbre, los giros melosos, el poderío y el empaque.
«Vimos a una cantaora más cuajá y hecha que de costumbre, evidenciando conocimientos y una versatilidad que casa lo tradicional con la frescura de sus vueltas al sol. (…) Y es capaz de levantar pasiones en el graderío arremolinándose por tangos o bulerías de Jerez, lo mismo que templando los bajos de una malagueña o la nueva petenera»
La acompañó a las palmas una sinfónica del compás: Juan Diego Valencia y Tarote. Y a la guitarra su inseparable Nono Jero, con quien será imaginada en los momentos memorables de los anales del flamenco. Preciso, con soniquete y al pie, siempre al quite de las revueltas de los rincones de la voz de ecos azules del mar de la esperanza que baña el gañote de Terremoto.
La caña evoca a El Gallina. La pasea melódica por los pasajes más lentos, sin prisas, y le imprime el efecto al final, precipitándose en las cadencias a las que no le olvida ningún escalón. Ni se tropieza, como tampoco lo hace por malagueñas, cultivando esos bajos llenos que rompe después abandolándose por rondeña y fandango de Frasquito Yerbabuena con enjundia.
Le quitó el mal bajío a la petenera. Destapó con ella esos instantes oscuros que le duelen, necesitaba contarlo. Y la refresca, envolviéndola en aires nuevos, pero pidiendo: Alma no salgas del cuerpo. Es el primer sencillo de su disco Manifiesto que verá la luz en enero. Preciosa. Moderna a la vez que tradicional. Y con ella se najó entre bambalinas.
Dejó solo al cuadro para que esparcieran su tierra por bulerías. Fue el tiempo de cambiarse de vestuario. Del negro de una primera parte solemne a lo festero del blanco coloreado con los matices de su voz, que la soltó al aire sin megafonía durante los tangos en los que entraron de La Repompa a Los Chichos. Extraordinaria. También al baile.
Alegrías ligaítas con mecidas cortas y sal. El guiño de piñonate a las de Córdoba nos trajo el aire de Curro de Utrera. Y un cierre por bulerías de la casa sacando el brillo albarizuela, tributando a Juanito Villar y bordando aquello de La Lola se va por los mares, pa donde tiró ella tras los merecidos aplausos de una actuación corta pero espléndida. María Terremoto nunca defrauda.
Ficha artística
Festival de La Mistela de Los Palacios
Recital de María Terremoto
Teatro Municipal Pedro Pérez Fernández
Los Palacios y Villafranca, Sevilla
25 de octubre de 2024
Cante: María Terremoto
Guitarra: Nono Jero
Palmas: Juan Diego Valencia y Tarote