Vivimos unos tiempos en los que la crítica flamenca y el buen aficionado apunta que no hay cantaores/as personales que despunten por tener un sello propio, por no parecerse a nadie, por asumir con firmeza una carrera que, aún teniendo referentes, se solidifique con materiales jondos. Este no es el caso de Jesús Méndez. En el mentidero flamenco del Albaicín, tras su actuación en la peña más antigua del mundo, La Platería, el comentario común circulaba sobre quién hay en estos años que sea un referente del cante de Jerez y el nombre de Jesús estuvo en boca de todos sin temor a errores. Cierto es que la cuna del cante aún mantiene viva la llama de su tradición a pesar la temida frase de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Lo cierto es que aún hay baluartes en la Plazuela, bastantes menos en Santiago, pero haberlos, haylos. Sin embargo, de los que más y mejor suenan a su tierra y a su gente es Méndez.
La coincidencia quiso que las dos últimas veces que ha visitado la peña hubiera partido futbolero de Madrid-Barça, lo que no mermó la asistencia de público con ansias de escuchar cante por derecho.
Entrando en faena, es preciso realizar esta crítica atendiendo al análisis del cante de Jesús y del toque de Álvaro Martinete, que fue quien le acompañó, además del compás de Diego Montoya y Manuel Salado. Recuerdo al añorado José Luis Gálvez, gran aficionado jerezano afincado en Madrid, que cuando escribía y reseñaba críticamente recitales los analizaba con un conocimiento vasto aludiendo y categorizando cada estilo. No es la pretensión ahondar en la sistematización estilística, si bien es necesaria para informar de cuanto fue capaz de exponer Méndez.
Por cantiñas arrancó su recital en una noche lluviosa y fría en temperatura, pero caliente en el cante. Recorrido por diversos estilos de cantiñas y remate por alegrías, atribuidas al Mellizo y a Enrique el Butrón, con juguetillo clásico de La Papera. Por malagueñas, templadas y ajustadas a los cánones, se acordó de Gayarrito en su versión de Antonio Mairena rematando con la conocida como larga del Mellizo. Jesús supo ajustar las respiraciones, tirar a los tonos altos cuando había que hacerlo y presumir de bajos. No necesitó rematar con abandolaos porque cantó simplemente por malagueñas. Sin aderezos.
«Tan a gusto estuvo que cantó por fandangos sin micro en un bis esperado y ansiado por un público aficionado que supo valorar el exquisito sabor y sabiduría que va atesorando con el paso del tiempo Jesús Méndez»
Quiso continuar con tientos y tangos, más de estos últimos. En los primeros, letras clásicas y estilos del Mellizo y de Torres. En los tangos remeda a Pastora Pavón y escoge una buena tanda larga del repertorio de Luis de la Pica.
Lo que pudo parecer un cambio de última hora, a expensas de parecer un ajuste in extremis en el escenario, estaba previsto. Cuando comienza Álvaro por soleá, lo hace templado, ralentizado, tirando hacia atrás del tiempo seguido del sostén rítmico que marcaban Montoya y Salado. No es habitual este cambio y acompañamiento en la soleá salvo que esté previsto el cambio a bulerías al golpe o bulerías pa escuchar, como así fue. Despacito encaró Jesús el cante de La Serneta y sus males que acarrean el tiempo para escuchar un estilo poco manido como es el de Teresa Mazzantini y recuperar de nuevo a La Serneta en dos de sus variantes seguidas del cante valiente más jerezano de Frijones.
Pero donde floreció la verdad del cante fue en la seguiriya. El tándem Martinete-Méndez fue perfecto. El toque mecido de Álvaro encajó como un engranaje milimétrico con la voz de Jesús, con lo que podemos afirmar que no es necesario un toque jerezano para un cante jerezano. Álvaro conoce el cante y sabe ajustarse al canon sin despeinarse, lo que lo convierte en un excelente acompañante. Jesús, fiel a su tierra, se acordó de Manuel Torres, de Tío de de Paula en la seguiriya corta por excelencia de la ciudad del vino con un ¡ay! explosivo que se adelantaba al cante. De Tomás Pavón tomó prestado a Joaquín la Cherna tenido por apregonao y cerró con la cabal de Manuel Molina que puso en circulación Manuel Centeno con la archiconocida letra «Y vivo yo con la pena, que a quien quiero yo con mis cinco sentidos no esté a mi vera».
Esperábamos con ansias las bulerías jerezanas de la Plazuela en los ecos y recuerdos al Torta cuando se mimetizaba con las de Tío Chalao. Se acercó a la bahía para mostrar pleitesía a Juan Villar y a Antonio Mairena en su fiesta por Triana, otro buen ramillete de Fernanda y Bernarda de Utrera, fandangos por bulerías y ronda de coplas de Luis de la Pica con remate clásico del amante pajarero popularizado por Rafael Ramos Antúnez El Gloria. ¡Ahí es ná! Ah, y pataíta incluida. Sobresaliente el toque del Martinete sonando a Jerez, limpio en la ejecución y sentido en el compás.
Tan a gusto estuvo que cantó por fandangos sin micro en un bis esperado y ansiado por un público aficionado que supo valorar el exquisito sabor y sabiduría que va atesorando con el paso del tiempo Jesús Méndez. En la línea de esta reseña de anotar puntualmente los estilos, decir que se acordó de Chocolate y Manuel Torres. Aquí echó los restos. Sobresaliente recital de cante, de pureza, de entrega y de jondura para Jesús.
Ficha artística
Recital de Jesús Méndez
Peña La Platería, Granada
26 de octubre de 2024
Cante: Jesús Méndez
Guitarra: Álvaro Martinete
Palmas: Diego Montoya, Manuel Salado