Sabicas llegó a Veracruz con su padre. En el registro de extranjeros se indica que de profesión es «artista teatral» y da el 13 de junio de 1906 como fecha de nacimiento. En fichas posteriores del Servicio de Migración también aparece 1907, si bien hoy se da el 16 de marzo de 1912 como el día cierto en que nació en Pamplona el genial tocaor.
Existe también un baile de fechas –perdón por el juego de palabras– para el nacimiento de Carmen Amaya en las fichas del Servicio de Migración. Esta que mostramos aquí es del mismo día de entrada de Sabicas y su padre, por Veracruz. Se hace constar como profesión «bailarina» y como fecha de nacimiento consta 1919 (en otras fichas dan 1915).
Después de arduas investigaciones, la fecha que ha establecido Montse Madridejos es 1918, como consta en diferentes trabajos disponibles en red. Aparece también en el extraordinario libro Carmen Amaya (Bellaterra, Barcelona, 2013), que escribió junto a David Pérez Merinero.
El 28 de diciembre de 1939 también llegan a Veracruz, desde La Habana, Antonia y Francisco, hermanos de Carmen, y el padre de ellos, José Amaya el Chino. De los otros miembros de la familia Amaya no hay constancia de que fueran a La Habana.
Pero sigamos con la familia de Sabicas. De su hermano Diego, guitarrista también, no he encontrado fichas que indiquen que viajara a La Habana, ni tampoco de su madre, que años después encontramos afincada en México D.F. y en Medellín, ya viuda, a veces haciendo constar que su profesión es «su hogar» y otras «artista» y «actriz».
Tenemos, por tanto, que los cuatro miembros de la familia Castellón Campos eran artistas. Al no encontrar fichas de viaje de ella ni de su hijo Diego a Veracruz en 1939, cabe suponer que no viajaron a La Habana, sino que permanecieron en México.
Es curioso, pero se sabe poco de Diego pese a ser la mano derecha de Sabicas durante toda la vida y de servir de segunda guitarra a su hermano en conciertos y grabaciones. Ni siquiera en el indispensable Diccionario Enciclopédico Ilustrado del Flamenco, de Blas Vega y Ríos Ruiz, hay una entrada dedicada a él. No he podido averiguar su fecha de nacimiento con seguridad, tampoco si era mayor o menor que su hermano Agustín. Hay fichas suyas de inmigración posteriores y en ellas aparecen datos interesantes. Por ejemplo, tenemos esta de 1944.
De profesión consta como «artista» y el lugar de nacimiento, «Salamanca», en 1909. Ocurre igual con otros documentos posteriores. ¿Vivió la familia de Sabicas en Salamanca o fue una casualidad que naciera allí, al ser vendedores ambulantes? No sabemos. Tampoco nos podemos fiar del todo de la fecha que se detalla ahí, como ocurre con otras ya vistas.
Pero sigamos con el periplo cubano de los Amaya y los Castellón. Como nos indica Montse Madridejos en un estupendo artículo, llegaron a La Habana en septiembre de 1939, tras triunfar en Argentina y México, que es de donde parten para La Habana. Regresan a México por Veracruz el 28 de diciembre de ese año, como ya se ha visto. En La Habana grabaron el cortometraje El embrujo del fandango, que dirigió Jean Angelo. La película se estrenó en La Habana el 26 de enero de 1940, ya estando la compañía de vuelta en México.
Aquí podemos ver el cortometraje:
En la revista La nueva alboreá nº 24 (enero-marzo de 2013), José Luis Navarro escribe un extenso artículo sobre Carmen Amaya para conmemorar el cincuentenario del fallecimiento de la bailaora. Sobre el cortometraje El embrujo del fandango escribe, referente al baile de la Capitana:
«Primero ejecuta, acompañada de orquesta, la pieza que da título al filme, una especie de fandango muy estilizado escrito por José María Palomo (…). Después, sobre un tablao en forma de enorme pandereta y con cinco guitarras acompañándola –Diego Castellón, El Chino, Sabicas, Paco Amaya y El Pelao– interpreta sus personalísimas alegrías».
En el citado artículo de Montse Madridejos, que es de 2018, la investigadora escribe a su vez:
«En la película, primero aparece bailando su hermana Antonia (en fase de aprendizaje ;-)). Posteriormente, su hermano Paco toca una soleá. A continuación, Jesús Perosanz canta por fandangos y le acompaña el padre de Carmen, José Amaya, El Chino. Luego aparece Carmen vestida con el traje bolero que inmortalizara Ruano Llopis y baila El Embrujo del Fandango con acompañamiento de orquesta y sus castañuelas. En la copia que he podido visualizar modernamente, después de bailar El Embrujo del Fandango, aparece la escena del baile por alegrías encima de un pandero gigante acompañada por cinco guitarristas (José y Paco Amaya, Sabicas y su hermano Diego Castellón y El Pelao). Esta escena parece montada sin solución de continuidad con el resto del corto. Carmen aparece vestida con pantalón, camisa de lunares grandes y los guitarristas van de cañís, con sombrero calañés. Lo de la pandereta gigante es espectacular… Y fin de la película».
En los créditos aparecen dos Agustín Castellón. Para el primero, entre paréntesis se detalla «Niño Sabica», y para el segundo, «Padre». Vemos, por tanto, que el hermano de Sabicas, Diego, no está en la película como erróneamente se había creído. Parece que Diego y su padre a veces se alternaban en el elenco Carmen Amaya, quizás para no dejar sola a doña Rafaela.
Los cinco tocaores que vemos en la escena final realmente son, de izquierda a derecha: Agustín Castellón Gabarri (padre de Sabicas), José Amaya Amaya el Chino (padre de Carmen), Sabicas, Francisco Amaya Amaya (hermano de Carmen) y Sebastián Manzano Heredia el Pelao (padre de los bailaores Juan el Pelao, Faíco y el Fati), que es el gitano juncal que sale al principio de la película cuyo nombre no está en los créditos iniciales.
Tenemos constancia documental, por tanto, de que el padre de Sabicas era guitarrista. Aquí lo podemos ver en un par de fotogramas de baja calidad:
Montse Madridejos ha tenido la amabilidad de cederme un anuncio de periódico en el que se informa de que el 24 de junio de 1939 actuará Carmen Amaya en Guadalajara (México), o sea, tres meses antes de que fueran a La Habana y grabaran el cortometraje. Como guitarrista estelar está «El Niño de Sabicas, el brujo de la guitarra». Los tocaores del cuadro son José y Paquito Amaya (o sea, el padre y hermano de Carmen), Sebastián el Pelao y Agustín Castellón, que no tiene más remedio que ser el padre de Sabicas, ya anunciado arriba de forma destacada.
Agustín Castellón Gabarri, aparte de ser tocaor flamenco, hubo de ser un buen aficionado al cante. En el mentado artículo de Mona Morlasky en el que recoge testimonios de Sabicas poco antes de su fallecimiento, escribe:
«En alguna ocasión, Sabicas estaba de gira en España con la legendaria cantaora sevillana La Niña de los Peines. Una noche muy tarde, después de un recital que había ido bien pero que carecía de duende, La Niña, Sabicas, su padre y el guitarrista Niño Ricardo iban conduciendo hacia Badajoz en una ruina ruidosa de coche. La Niña empezó a cantar por tientos, una forma capaz de conmover profundamente. A lo largo del viaje sólo cantó por tientos. Cantó una veintena de versos, cada uno dedicado a un cantaor o pueblo. Mientras iba cantando, el duende se apoderó de ella. «Nadie pudo resistir esa voz», recordó Sabicas. «El efecto fue tan poderoso, mi padre se volvió loco. Se arrancó la ropa, la corbata, la camisa. Intenté tranquilizarlo, pero fue imposible». Así es la fuerza del duende».
Y continúa:
«Como muchos artistas, Sabicas insistió desde el principio en vivir «a mi manera». Y como muchos de los artistas de éxito, sus padres le animaron en estos empeños. De niño, tenía privilegios especiales. Nunca ayudó a su padre, que era dueño de una tienda. En lugar de eso, se quedaba despierto la noche entera tocando la guitarra, y se le consintió dormir tarde por la mañana. «Mi primera guitarra me superaba tanto en tamaño que no podía sujetarla», comentó cariñosamente. «Así que toqué todas las canciones en el mástil»».
Sí, el padre de Sabicas fue un gran aficionado al cante y también un guitarrista lo suficientemente solvente como para acompañar a la telúrica Carmen Amaya, tanto en películas como en prestigiosos teatros. Pero lo más importante es que él y su esposa Rafaela brindaron las mejores oportunidades a su hijo Agustín porque supieron ver que les había nacido un genio de la música flamenca. Debemos estarles eternamente agradecidos.
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Termino el artículo con una preciosa fotografía en la que se ve a Sabicas en el centro, junto a su hermano Diego y Carmen Amaya. Está tomada delante de las cataratas de Iguazú, en la segunda mitad de los 50. Procede de la Colección Juan Antonio Agüero, viudo de Carmen Amaya, y me la ha cedido Montse Madridejos, a quien por su amabilidad y sapiencia va dedicado este artículo.
→ Ver aquí la entrada anterior de este artículo de Ramón Soler.