El domingo 30 de marzo asistimos al Teatro Cervantes pensando que solo escucharíamos la fusión cubano flamenca que Argentina ha grabado en su último disco, Mi idilio con La Habana, pero nos encontramos con algo que superó con creces las expectativas.
Hace años que esta cantaora se propuso subir un peldaño más en su carrera profesional y ser una cantaora de grandes citas y escenarios, dejando para algunas ocasiones especiales los formatos pequeños como las peñas flamencas. El pasado recital pudimos comprobar cómo Argentina se ha convertido a fuerza de trabajo y de ilusión en toda una señora del cante, llenando el escenario ya no solo con su voz, sino con el aplomo y la naturalidad que dan las tablas, liderando con soltura una banda de hasta diez músicos que se compenetraron para su lucimiento.
El espectáculo constó de dos partes bien diferenciadas. Primero, una flamenca, donde Argentina reivindica que por encima de todo es cantaora de flamenco, como así queda escrito y patente en la pantalla que cierra el fondo del escenario. Comenzó por tonás, haciendo gala de su voz, poderosa pero sabiendo recogerse en los graves, afinando a la perfección. En el remate, La madrugá que grabara Mairena en El calor de mis recuerdos, quizá faltó jondura, ese romperse que pide este palo, pero es que acabábamos de empezar y aún quedaba mucho espectáculo por delante. De Mairena pasó a homenajear a Juan el Lebrijano, con su tema Dame la libertad.
Siguió por guajiras, de nuevo haciendo gala de su exquisita afinación, gustándose y metiéndose poco a poco al público en el bolsillo. Dijo sentirse muy a gusto en Málaga, arropada y querida, por lo que, para corresponder, nos hizo un poquito por malagueñas, concretamente de El Canario, y remató por una tanda de abandolaos donde, gracias a sus facultades privilegiadas, brillaron los cantes de Juan Breva y los jabegotes. José Quevedo ‘Bolita’, primera guitarra flamenca, nos hizo una introducción deliciosa que preludiaba Cantes del Piyayo, ese truhán malagueño que supo crear esta mezcolanza entre la guajira, la carcelera y los tangos. Sí, Argentina nos cantó por el Piyayo pero, ¡ay!, tirando para la versión que de ellos grabó Mairena en estricto compás de tangos en una de sus licencias de recreación de los cantes y esos, nunca me cansaré de decirlo, no son los verdaderos Cantes –y no tangos, ojo– de El Piyayo.
«Argentina se ha convertido a fuerza de trabajo y de ilusión en toda una señora del cante, llenando el escenario ya no solo con su voz, sino con el aplomo y la naturalidad que dan las tablas, liderando con soltura una banda de hasta diez músicos que se compenetraron para su lucimiento»

Me duró poco el mal sabor de boca porque Argentina se fue para Cádiz, marcándose unas magníficas alegrías, diciendo el cante con gracia, recortaítos los tercios, jugando con el compás, su torrente de voz contenido al servicio del cante. Sin duda, lo mejor del recital flamenco. A estas alturas, el respetable estaba más que entregado y no paraba de piropearla.
Dejó la silla de enea y se puso de pie, interpretando una versión de Las Habaneras de Cádiz de Carlos Cano, con arreglos por tanguillos en el estribillo que le sirvieron de transición a la segunda parte del espectáculo.
Ésta comenzó con la introducción del cuarteto Son de Cuba y Cía, que acompañaron a Argentina en su interpretación de varias canciones de su disco Mi idilio con La Habana, así como clásicos como Idilio o Lágrimas negras, donde el poderío vocal de la cantaora se fundió a la perfección con el ritmo sabrosón de los músicos cubanos. El Teatro Cervantes al completo bailó y gozó con los sones caribeños, pero muchos no paraban de pedirle a Argentina que se arrancara por fandangos. Haciéndose de rogar –entre otras cosas porque el orden estaba bien guionizado, que todo hay que decirlo–, sorprendentemente, porque ni es flamenco ni es son cubano, Argentina se dio el gustazo –y digo el gustazo porque pudimos sentir verdaderamente cómo disfrutó la interpretación haciéndonos estremecer– de acordarse de Rocío Jurado y cantarnos al piano de José Carra dos de sus canciones compuestas por Manuel Alejandro, Contigo Vibro y Mi amante amigo, con las que llenó el escenario y puso al público en pie.
Y ahora ya sí, vino el cante por fandangos de su tierra que enfervoreció más si cabe al respetable, al que hizo cantar el fandango cané de Alosno, ganándose el aplauso al compás de bulerías.
Con María la portuguesa de Carlos Cano, metiendo el estribillo por bulerías, hizo el amago de irse, pero entraron Son de Cuba y Cía y, con los sones de Idilio aprovechó Argentina para presentarnos a todos los músicos, un total de diez entre flamencos y cubanos, un plantel de grandes profesionales que lo dieron todo para que Argentina –dos horas y cuarto sin parar de cantar y sin bajar el nivel– hiciera honor a su nombre y brillara con destellos de plata.
Ficha artística
Mi idilio con La Habana, de Argentina
Teatro Cervantes de Málaga
30 de marzo de 2025
Aforo: Lleno
Cante: Argentina
Guitarras: José Quevedo ‘Bolita’ y Javier Ibáñez
Palmas: Roberto Jaén y Jorge Bautista
Percusión: José Carrasco
Piano: José Carra
Artistas invitados: Cuarteto Son de Cuba y Cía

