A medio camino entre en un monólogo y un recital, David Palomar explora su vis dramática para poner en escena Desamparao, espectáculo con el que se presentó en el Teatro Cervantes de Málaga el jueves 24 de abril. Con una puesta en escena austera, donde tan solo se vale de la luz, los audiovisuales puntuales de Calde Ramírez, y de la guitarra desnuda y magistral de Oscar Lago, David va desgranando su discurso.
Se trata de una denuncia a los nuevos tiempos, en los que lo viejo, a lo que otorgamos la cualidad de autenticidad, ha sido desterrado para dar paso a lo nuevo, pero no mejor. Así nos habla de barrios perdidos, sustituidos por bloques de hormigón, de tiendas pequeñas arrasadas por los centros comerciales y poderosas multinacionales, metiendo guiños malagueños –ya no huelen ni las biznagas–, hablando de ropa barata que no dura nada y de comidas que ya es difícil saborear. Hasta llegar, cómo no, a los cantaores míticos de Cádiz, a los que va recordando en un ataque de nostalgia, según el guión, pero que son la excusa perfecta para intercalar cantes e imitaciones donde Palomar demuestra su capacidad camaleónica.
Es curioso cómo, en sus comparaciones de lo antiguo con lo nuevo, en lo referente al flamenco, tan solo recuerda, pero queda implícito que lo actual, por la misma regla de tres que emplea para los edificios, las tiendas o la ropa, no tiene la autenticidad de esos míticos artistas a los que evoca.
«La intención aquí es mostrarnos la faceta interpretativa del gaditano, que muchas veces hemos intuido a lo largo de su carrera, valiéndose de sus facultades flamencas para ponerlas al servicio de la interpretación. Y no lo hace nada mal»

Pero vayamos al cante. Con una sorprendente capacidad vocal, que vence sin aparente problema la dificultad que tiene hablar, declamar y cantar sin solución de continuidad, empieza por tonás, palo ancestral donde los haya, y después nos hace unos fandangos de Macandé, bastante correctos teniendo en cuenta la exigencia que tiene este estilo y, cómo no, también su pregón de los caramelos. Va nombrando diversos cantaores y personajes del imaginario gaditano, apuntando letrillas, hasta que rompe por soleá, acordándose de Aurelio ‘en las esquinas te pones a decir que no me quieres’, aunque después coquetea con Triana y Utrera, donde sus facultades quizá pueden lucir mejor.
Se detiene a alabar al gran Manolo Vargas, y nos regala una imitación magistral del simpar Beni de Cádiz, así como del Bojiga de Cádiz con su gracia y su ronquera. Apunta el fandango de la Sabina, así, cantiñeando, para después de nombrar a la Perla, cantar por alegrías, diciendo bien el cante, jugando con los tiempos y el compás. La seguiriya de Paco la Luz, quejándose con pellizco, y la canción por bulerías, con mensaje de resignación, nos conduce al final de la obra en una suerte de apocalipsis bajo los compases de la Lacrimosa del Requiem de Mozart.
En conjunto, Desamparao es una obra que cumple su cometido, bien hilada y coherente con su mensaje, un mensaje que está, por desgracia, vigente tanto en Cádiz como aquí en Málaga y en muchas otras ciudades, donde se confunde enarbolar la bandera del progreso con destruir todo lo pasado que nos identifica. Siendo Palomar cantaor, el cante no podía faltar, pero se nos queda un poco corto, porque la intención aquí es mostrarnos la faceta interpretativa del gaditano, que muchas veces hemos intuido a lo largo de su carrera, pero que en este espectáculo explota principalmente, valiéndose de sus facultades flamencas para ponerlas al servicio de la interpretación. Y no lo hace nada mal.
Ficha técnica
Desamparao, de David Palomar
Ciclo Flamenco lo serás tú
Teatro Cervantes, Málaga
24 de abril de 2025
Cante: David Palomar
Guitarra: Oscar Lago

