“Hasta hablar de Paco es una responsabilidad, imagínate lo que será tocar con él”, comenta Enrique Heredia, Negri (Madrid, 1972) en la sobremesa en el restaurante de su amigo Floren Domezain, en la madrileña calle Génova. Cantante de larga trayectoria y gran versatilidad –del flamenco a la música cubana o mexicana, no hay sonido latino que se le resista–, en los últimos tiempos ha producido discos de Kiki Morente y de Israel Fernández, y el álbum de Estrella Morente con Rafael Riqueni también pasó por su estudio. Ahora, mientras prepara un proyecto con textos de Lorca con la Orquesta Sinfónica de Andalucía, recuerda el momento más sorprendente de su carrera: cuando Paco de Lucía lo llamó para acompañarle en un momento de transición fundamental.
–¿Cómo aparece Paco en su vida?
–Yo lo recuerdo de muy chico, en el Candela. Él aparecía por navidades, cuando venía a Madrid, a su casa, y se dejaba caer por allí. Los niños de allí lo esperábamos como si apareciera Dios, y cuando se abría la puerta y asomaba él era un acontecimiento. Me refiero a los de mi generación, Ray Heredia, José Soto, el Camborio, Paquete, Antonio Carmona… Y él moría con nosotros, estaba muy pendiente de esta generación. Y de pronto me decía a lo mejor, “Negri, cántame esta letrilla, que me he enterado que la cantas muy bien”. Y a mí me daba una vergüenza terrible, me moría, porque ya te digo que éramos niños-niños, no teníamos ni 14 años. Luego la primera vez que vi a Rubem en el cajón fue en el Teatro Monumental de Madrid, de las primeras veces que apareció Paco con el sexteto.
–Siempre se habla de la del Parque de Atracciones como la primera vez que se tocó el cajón flamenco…
–También la recuerdo, pero no sé por qué siempre me acuerdo del Monumental. Sería por aquella época más o menos. Y al día siguiente me hice un cajón, claro. Yo y todos los niños, ¡hostia, cómo suena esto! Después Paco nos contó la historia de Caitro y de cómo entró el cajón. Y ahora forma parte de nuestro ADN, de nuestra vida cotidiana.
–En aquel momento, ¿Paco es para ustedes el guitarrista de Camarón o el guitarrista de concierto, el gran vanguardista…?
–Paco era un genio entonces y antes y desde el día que nació. Yo me sabía de Paco hasta cuando respiraba, vaya. Un artista muy grande, como guitarrista, como compositor, como intérprete, como ser humano… Sentías que una conversación con Paco eran diez años de carrera. Y he tenido la suerte de que en mi casa sonara el teléfono, mi mujer me dijera “es el maestro”, y me metiera en el cuarto porque eran dos horas de conversación, que me han servido para mí, para la vida…
«Él me dijo una vez que tocaba para nosotros, para los músicos. Que cuando tocaba algo se preguntaba: ¿qué dirá el Negri, qué dirá el Antonio Carmona, qué dirá el Vicente Amigo?»
–Aparte de la música, ¿de qué le gustaba hablar?
–Nosotros siempre acabábamos hablando de música. También de fútbol, que nos gusta, yo soy madridista también… Y de Camarón, que era su debilidad. Decía “yo he visto a los mejores músicos del mundo, pero el que más me llegó siempre fue Camarón”. Lo dijo siempre abiertamente.
–¿Cómo fue la llamada para sumarse al grupo?
–Fue un shock, la verdad. Yo iba a entrar al cine con mi mujer, y me llamó el Tomate, que es otro artista que admiramos y queremos. Y me dijo: “Oye, que te va a llamar Paco para la próxima gira”. Y mira, todavía se me pone el pelo de punta [muestra el brazo erizado], “¿qué dices, Tomate, tío?” “Sí, te va a llamar porque necesita a alguien que salga de su estereotipo de cantaor”. ¡Qué responsabilidad! “Aguántate un rato que te va a llamar”. Y al rato me llamó Paco. No entramos en el cine, claro. Mi mujer estaba más nerviosa que yo…
–¿Qué le dijo él?
–“Mira, te llamo porque me gustaría que te vinieras a la casa, aquí en Toledo, porque me gustaría que te vinieras en la próxima gira por América”. Hostia, a mí se me cayó el mundo encima. Pero le dije desde el primer momento: “Paco, yo no sé si sabes quién soy yo, si me has escuchado cantar a mí, pero no soy el típico cantaor, no lo he pretendido ser ni me ha salido”. “No, si por eso te llamo. Además me han dicho que tocas muy bien la guitarra, me gustaría que la tocaras también…
–Peor se lo puso, ¿no?
–Hombre, yo toco la guitarra, pero no soy guitarrista, igual que no soy cantaor, no tengo ese corte. Pero insistió, me fui al día siguiente a Toledo. Me dijo “bájate a por una guitarra”, y claro, tenía 200 guitarras allí en la bodega. Después, para la gira, me dijo “oye, te voy a mandar a alguien, no sé a quién, para que te lleves una guitarra por si acaso la que tengo yo no me convence mucho”. Eso fue, no sé, quince días antes de la gira. Y cuando me llega, abro el estuche y era su guitarra, la de Esteso. Lo llamo y le digo “maestro, creo que te has equivocado, me han mandado tu guitarra”. “No, no, que quiero que la tengas tú”. Estuve casi un año con esa guitarra, ¡qué responsanilidad! [risa]
–¿Al final entendió qué estaba buscando en usted?
–Sí, la verdad es que pillé a Paco en un momento complicado, era la vuelta a los escenarios después de muchos años, con un grupo nuevo. Para mí fue muy importante, pero ¿sabes qué pasa? Yo le dije “si quieres, puedo imitar esos cantes, yo lo sé, me he criado con ellos, pero no es lo que hago”. A él le gustaba como cantaba por tangos, las letrillas mías, las cosas de la Barbería, que le gustaba como le gustaba Ketama, estaba pendiente de nosotros… Me decía, “¿a ver, Negri, ese acorde?” No se le iba una, por eso era quién era.
«La forma de componer de Paco, por ejemplo, la minera, la taranta, hay un nivel altísimo. De ejecución, ya no se puede tocar mejor, tremoleaba no como una metralleta, sino como un niño. Tenía una dinámica, yo lo he visto y era un hilo, en un escenario grandísimo, y de repente… una tormenta. Rítmicamente era perfecto, un metrónomo»
–¿Cómo llevaban ustedes las comparaciones con el grupo…?
–¿Mejor de la historia del flamenco? Había de todo, estaban los más puristas que decían que Paco se iba a buscar la ruina con nosotros [risas] y otros que pensaban que estaba bien que cambiara, llevaba tiempo muy dependiente de Jorge y de Carles, que son artistas geniales, fundamentales en la música contemporánea. Esas comparaciones siempre existen, lo tenemos que asumir.
–Ustedes con la Barbería habían grabado un disco con ellos, de hecho.
–Yo tengo recuerdos de Jorge sobre todo, desde niño. Siempre que lo he llamado para alguna colaboración, ha estado ahí, nunca ha puesto una pega. Y él me ha llamado para cantar en sus conciertos, he ido sin preguntar nada, porque soy un admirador del maestro.
–¿Le contaban historias de Paco?
–Yo les preguntaba, pero los cabrones nunca soltaban mucha prenda [risas]. Paco era muy serio trabajando, pero luego era un cachondo, nos picaba. “Que dice la Tana que estás cantando muy mal”. Yo lo sabía y me reía… [risas] A él le hacía gracia eso. “Piraña, que dice el Negri que te subes mucho de ritmo, que estás tocando muy mal”.
–Lo cierto es que usted estaba muy acostumbrado al sonido del sexteto, ¿no? No tuvo ningún problema…
–La verdad es que no, y es verdad que nos hicimos muy amigos. El Piraña era muy joven, Alain venía de otro mundo, y yo entraba en el camerino de Paco como quien entra en la habitación de su casa. “Afíname la guitarra”, y me la daba. “Paco, tócame la taranta de Sabicas, tócame la minera, la soleá…” Conciertos enteros para mí solo. Lo tenía frito de preguntarle cosas. “¡Qué pesado eres, Negri!”, me decía [risas]
«Paco es inagotable. Y ha marcado al flamenco, al rock, al jazz… Oyes algo ultramoderno, y eso ya lo estaba haciendo Paco hacía 30 años. Para mí es el personaje fundamental, el mejor guitarrista de todos los tiempos, el que ha marcado un antes y un después. Sin él no estaríamos aquí»
–¿Los nervios antes de salir, seguían a flor de piel?
–Le tenía mucho respeto al escenario, y antes de salir tenía que estar solo. Se ponía blanco como una tabla [risas]. Es que no veas qué responsabilidad. Estábamos en Nueva York y me decía, “asómate a ver quién hay”, yo lo hacía y veo a través de la cortinilla a Chick Corea, Rubén Blades, Denzel Washington, Paul Newman… Me dice: “¿Qué tal?” Y yo: “No, no, bien” [risas] Demasiada gente mirándote. ¿No se podían quedar en su casa? Él me dijo una vez que tocaba para nosotros, para los músicos. Que cuando tocaba algo, se preguntaba “¿qué dirá el Negri, qué dirá el Antonio Carmona, qué dirá el Vicente Amigo?”
–Era consciente, además, de que había mucha gente joven apretando…
–Sí, tío, pero este era de otra galaxia. Yo no sé de dónde había salido.
–¿Por qué de otra galaxia?
–No es por despreciar a mis compañeros, que son genios y monstruos, pero es que estaba a años luz. La forma de componer de Paco, por ejemplo, la minera, la taranta, hay un nivel altísimo. De ejecución, ya no se puede tocar mejor, tremoleaba no como una metralleta, sino como un niño. Tenía una dinámica, yo lo he visto y era un hilo, en un escenario grandísimo, y de repente… una tormenta. Rítmicamente era perfecto, un metrónomo. Lo tenía todo. Si Paco o Camarón hubieran sido músicos americanos, serían mitos mundiales; que lo son, pero tendrían un alcance todavía más universal. Es que Paco no solo ha cambiado la guitarra, ha cambiado el baile, el cante, la forma de tocar el cajón, la forma de armonizar, la forma rítmica…
–Y varias veces, además…
–Esa es otra. Ha cambiado la fórmula varias veces. Son artistas tan importantes, que hay generaciones que han venido luego, y seguimos detrás de él.
–¿Alguna anécdota de gira?
–Muchas… Estar en la casa con él ensayando, las giras, los camerinos, os aviones, estar en la habitación a las cinco de la mañana charlando con una copita…
«Me acuerdo un día 23 de diciembre que estaba Paco, los Habichuela todos, Ramón el Portugués, Remedios Amaya, Cañizares, Riqueni… Cae una bomba en el Candela en ese momento y se acaba el flamenco. Imagínate la risa con Paco jugando al futbolín»
–¿Cómo se llevaba Paco con los gitanos?
–Paco tenía una admiración enorme por nosotros, y el que diga lo contrario miente. Sobre todo en el cante. Como cantaban los gitanos no cantaba nadie, el sentido rítmico, el pellizco… Eso era lo que a él le llegaba.
–Muchos estuvieron obsesionados con juntar a Paco y a Morente. Usted, que los trató a ambos, ¿cree que habría funcionado?
–La verdad es que habría sido bonito. Una de las noches que yo recuerdo más entrañables fue el entierro de Morente, que Dios lo tenga en la gloria, que vino Paco y me acuerdo que me cogió de la mano y sin hablar me sacó. Acabamos en la casa de mi compadre Antonio Carmona cuatro. El hombre estaba súper pesaroso y me decía “cántame cosas de Enrique”. Y le canté aquellos de ‘El sueño va sobre el tiempo’, que yo cantaba siempre, y vi que le hacía mucha gracia. Yo me acordaba también del recitado de ‘Iré a Santiago’ que nos hizo Enrique en el disco de La Barbería. Teníamos la idea de que lo grabara el actor Andy García, pero un día vino Enrique al estudio, lo escuchó y me dijo, “ponme el micro, que te lo hago yo”. ¿Cómo le iba yo a decir que no? Yo siempre me he sentido privilegiado, haberme encontrado con Paco, con Morente, con Camarón menos, pero también. Estar al lado de esos señores… Me cago en la leche.
–¿Recuerda la última vez que se encontraron?
–No sé si fue una vez que fuimos Antonio Carmona, Floren y yo a Toledo, a escuchar el máster final de Canción andaluza. Ese disco es una barbaridad. Estuve en la presentación y ya no estaba él… Hablé con Paco un poco antes, porque se me ocurrió grabarle una masterclass online, que ahora está muy visto, pero entonces no tanto. Lo llamé dos o tres veces y no me lo cogió. Luego me devolvió la llamada, “Negri, estaba en Cuba pero me he venido para México porque no consigo ver los partidos del Madrid” [risas]. Yo traté de convencerlo de hacer algo con él, había una página web que se llamaba Masterclass, una página americana que tienen a Scorses, y ver a Paco de Lucía ahí, pensé, sería muy importante. “Me parece genial, ¿qué necesitas?” “Pues necesito que me dediques cuatro o cinco horas”. “En cuanto llegue a España te las dedico”. Íbamos a dejar un legado importante e íbamos a ganar dinero, pero a las tres semanas le pasó esto.
–¿Cómo recibió la noticia?
–Me enteré por los medios de comunicación. Fuimos al Auditorio Nacional, entré allí y estaba su viuda, Gabriela, con la mirada perdida. Fui a darle un beso, me miró y me dijo: “Paco te quería mucho”. Y yo lo había sentido, que me había cogido mucho cariño. El trato era la leche. Que te llame para preguntarte qué te parecía una falseta que estaba sacando… Y yo, “pero Paco, ¿me lo estás diciendo de verdad? Si eso es un falsetón, una barbaridad”. “¿Pero te gusta?”
–Los guitarristas de su generación, Paquete, Josemi, Ray… Imagino que todos habían crecido bajo la influencia de Paco.
–¿Sabes qué pasa? Que en esa época del Candela, que era muy bonita, cualquier noche de repente estaban Rafael Riqueni, Gerardo Núñez, Pepe Habichuela, los más jóvenes… Nosotros no íbamos a las discotecas a hacer el tonto, nosotros estábamos todo el rato escuchándonos. Ahora en las fiestas los niños ni se escuchan, van a ver quién canta más fuerte. Ya cuando salió internet y el Ave, la gente se empezó a dispersar, pero en aquellos años estaba en Madrid lo mejor de Jerez, lo mejor de Sevilla, lo mejor de Madrid. Todo, no solo del flamenco, sino de la cultura, estaba allí, con Javier Bardem, Almodóvar, allí caía todo el mundo. Fueron ocho o diez años históricos. Me acuerdo un día 23 de diciembre que estaba Paco, los Habichuela todos, Ramón el Portugués, Remedios Amaya, Cañizares, Riqueni… Cae una bomba ahí en ese momento y se acaba el flamenco. Imagínate la risa con Paco jugando al futbolín.
Me acuerdo otro día que estaba Camarón y la gente se lo comía, hizo como que se iba y entró por detrás. Y vino Miguel a avisarme de que estaba abajo en la cueva, y le estaba pidiendo que bajáramos nosotros, los jovencillos. Nos bajamos ocho o diez, ¡hostia! Y Camarón cogía la guitarra y empezaba a cantar…
«Estábamos en Nueva York y me decía, “asómate a ver quién hay”. Yo lo hacía y veo a través de la cortinilla a Chick Corea, Rubén Blades, Denzel Washington, Paul Newman… Me dice: “¿Qué tal?” Y yo: “No, no, bien”»
–¿Cuántas veces se acuerda de Paco en su vida normal?
–Cada día más. Hay cosas que en su momento no entendía, sobre todo sensaciones. Porque tenía 30 años, y ahora que tengo 50, me digo… Ahora lo entiendo. Igual que Enrique, y lo digo a cada rato: ahora te entiendo, Paco, ahora te entiendo, Enrique, ahora te entiendo, Ray. Ray Heredia me cantó Alegría de vivir en la cocina de mi casa, y a mí no me gustó. Me preguntó qué me parecía y se lo dije sinceramente. Cuando tienes conciencia, te das cuenta de lo que había ahí. Ray era otro personaje muy importante, muy nervioso, muy loco, pero mira las canciones ahí siguen, vivas, cada día se hacen más versiones.
–Con un disco, además.
–Con un disco. Yo lo echo mucho de menos. Pienso: Ray, la de cosas que habríamos hecho si no te hubieras ido. Yo sí creo que la generación mía ha sido importante en el flamenco y en la música. Fue una entrada en el flamenco para mucha gente, además. Salimos de ahí un cogollito de músicos bendecidos por Paco y Enrique. Y estaban pendientes de nosotros. Estábamos grabando y se presentaban en el estudio. “¡Coño, Paco!” “Nada, que vengo a escucharos!” ¡A unos niñatos de 20 años!
–¿Cree que ya lo sabemos todo de él?
–Paco es inagotable. Y ha marcado al flamenco, al rock, al jazz… Oyes algo ultramoderno, y eso ya lo estaba haciendo Paco hacía 30 años. Para mí es el personaje fundamental, el mejor guitarrista de todos los tiempos, el que ha marcado un antes y un después. Sin él no estaríamos aquí, estaríamos en otro sitio, no sé dónde, pero aquí no.
Fotos: agencia Yo Soy Comunicación
→ Ver aquí las entregas de la serie LOS ELEGIDOS, de Alejandro Luque, sobre los colaboradores de Paco de Lucía:
# LOS ELEGIDOS (XIX) Bobby Martínez: «Cuando Paco me dijo que en flamenco no se lee música…»
# LOS ELEGIDOS (XVIII) Joaquín Grilo: «Me duele la forma en que se rinde homenaje a Paco»
# LOS ELEGIDOS (XVII) Domingo Patricio: «El nivel de las giras de Paco no lo había antes ni lo hay ahora»
# LOS ELEGIDOS (XVI) Enrique Heredia ‘Negri’: «Una conversación con Paco equivalía a diez años de carrera»
# LOS ELEGIDOS (XV) Toni Aguilar: «Dejé el grupo de Paco de Lucía porque no quería engañarlo»
# LOS ELEGIDOS (XIV) Jesús Pardo: «Para Paco era inconcebible sacar un disco y que la gente no se asombrara»
# LOS ELEGIDOS (XIII) Juan Manuel Cañizares: «Cada vez que cogemos la guitarra, Paco está ahí»
# LOS ELEGIDOS (XII) Álvaro Yébenes: «Paco de Lucía nunca pudo salirse del flamenco»
# LOS ELEGIDOS (XI) Rubio de Pruna: «Paco de Lucía hablaba maravillas de sus compañeros, nunca alardeaba de sí mismo»
# LOS ELEGIDOS (X) Chonchi Heredia: «Paco de Lucía ha dejado frustrados a todos los guitarristas»
# LOS ELEGIDOS (IX) / Rubem Dantas: «En Rusia, Alemania o Japón todos se volvían flamencos escuchando a Paco de Lucía»
# LOS ELEGIDOS (VIII) / Rafael de Utrera: “Gracias a Paco acabé cantando diez veces más alto de lo que llegaba antes”
# LOS ELEGIDOS (VII) / David de Jacoba: «La primera vez que vi a Paco hacer una nota a mi lado quise ponerme a llorar»
# LOS ELEGIDOS (VI) / Niño Josele: «La música de Paco de Lucía era como mi idioma natural»
# LOS ELEGIDOS (V) / Antonio Serrano: «Paco se ponía nervioso antes de los conciertos, porque no estudiaba nada»
# LOS ELEGIDOS (IV) / Duquende: «El grupo de Paco de Lucía era como una nave espacial»
# LOS ELEGIDOS (III) / El Viejín: «Cada falseta de Paco de Lucía te puede llevar por un rumbo diferente»
# LOS ELEGIDOS (II) / Dani de Morón: «Todavía hay quien cree que no estudiar a Paco es tener personalidad»
# LOS ELEGIDOS (I) / Con Alain Pérez en La Habana (y II): «Paco de Lucía tenía a todo el mundo esperando que fallara»
# LOS ELEGIDOS (I) / Con Alain Pérez en La Habana (I): «Enrique Morente era un visionario de los de verdad»