En plena madurez artística, Pedro El Granaíno aún tiene mucho que decir en el cante. Tiene una dilatada trayectoria como cantaor desde que diera el salto a la escena en la compañía de Farruquito, donde despegó hacia un camino de rosas que va recogiendo en cada recital. Curiosamente aún no tiene un disco en el mercado que le suponga dejar una herencia para la posteridad aún a sabiendas de que con las nuevas tecnologías, las redes sociales y los móviles su discurso llega con facilidad a todo aquel que quiera acercarse a él sin el directo.
Para quienes no lo conocen, su voz es aterciopelada y rozada la vez, con ese matiz camaronero que tanto gusta aunque sin llegar a parecer copista. En eso va evolucionando sobremanera, porque la necesidad de tener un sello especial es lo más difícil hoy día en el cante sin estar sometido a la génetica y al timbrado de voz con el que se nace.
Tan es así que lo mejor de Pedro es que cada vez se va alejando más de estéticas y de copismos para, al menos, imprimir un aire especial a lo que hace. A ello hay que sumarle la conexión que tiene en el escenario con Patrocinio hijo, que eleva la categoría de sus recitales.
En la Peña La Platería cantó el sábado sin alcanzar el aforo completo, aunque casi. Dio un recital exitoso, cómodo en la elección musical, personal en la selección de letras y básico en la elección de estilos.
Desde el minuto uno, guitarra y cante se entendieron a las mil maravillas. A Patrocinio se le veía más que a gusto, sin parar de sonreír y de disfrutar del cante, de dar oles a cada tercio, cantando con la cara y con sus expresiones.
A Pedro le pasó algo parecido. Estaba encantado de cantar y cantarse, estaba disfrutón. Comenzó con soleares, estilos de referencia clásicos de Alcalá y Cádiz y una letra por Triana acordándose de la Andonda en una versión particular.
«Desde el minuto uno, guitarra y cante se entendieron a las mil maravillas. A Patrocinio se le veía más que a gusto, sin parar de sonreír y de disfrutar del cante, de dar oles a cada tercio, cantando con la cara y con sus expresiones. A Pedro le pasó algo parecido»
Afrontó posteriormente una vidalita, la clásica, en la versión de Pepe Marchena con giros morentianos. La conoce y la domina con el rajo de su voz tan característica que, sin ser la predominante para este cante, la borda y la remata con aire romanceado ralentizado con letra de Pedro Peña.
El recital fue de seguido, sin descanso, y en los primeros cantes fue en los que decidió que había que exponer, porque a continuación vino la seguiriya, nada de guardársela para el final. Aquí no había trampa ni cartón, no puede haberlo en este cante. Se acordó de Jerez y de Manuel Torre en la primera letra y música, así como en la segunda con guiños a Paco la Luz, pero muy reposada, tenue, tirando el cante para atrás, tragándose el cante. Casi se nos va a Cádiz pero terminó en los Puertos con Curro Durse en los días señalaítos de Santiago y Santa Ana, donde le faltó lanzar los tercios, tirarlos para arriba y dejar el macho donde se debe dejar.
Su repertorio, aunque no tiene cambios significativos con el paso del tiempo, lo va actualizando muy poco a poco, sobre todo con letras nuevas, algunas de ellas suyas. Cantó por levante encarando dos tarantos de buen cuño, el primero de ellos camaronero y el segundo, el de Manuel Torre. Como buen reivindicador de los cantes de su tierra, afrontó granaínas que dedicó a algunos amigos de la peña y al maestro Curro Albaicín, que estuvo atento escuchando el notable recital que dieron ambos. Pedro quiso acordarse de su madre con dos letras propias, muy sentidas y de gran profundidad. El acompañamiento de Patrocinio fue soberbio, ajustado al cante, con una medida de los silencios precisa y cuidada. Se nota la enorme complicidad que hay entre ambos, cómo congenian, cómo se conocen y entienden en el escenario, pero lo más importante es cómo demostraron admiración mutua el uno al otro con numerosos guiños y jaleos entre ambos. Remató El Granaíno por fandangos de La Parrala que trajeron una nueva gran ovación, porque el público estuvo entregado.
Aún le quedaría fuelle para los tientos de corte morentiano, con letras lorquianas en La leyenda del tiempo que musicó el Ronco del Albaicín. Pedro es uno de los cantaores que mejor han sabido asumir y barnizar bajo su tamiz el filtro de los cantes de Enrique Morente y adaptarlos a sus formas cantaoras sin parecer una mera copia. Quedaría para finalizar una tanda de fandangos a pie de escenario, sin microfonía, del Gloria y de Chocolate para rematar por bulerías, las clásicas, las que nos tiene acostumbrados y que borda: larga tanda de las camaroneras, de la adaptada de una rumba de Paco Reyes Paquiro, las suyas propias y un remate del Reniego de Tomás Pavón que mete en una suerte de remate que engancha al público. En definitiva, una gran noche con dos grandes artistas.
Ficha artística
Recital de Pedro El Granaíno
Peña La Platería, Granada
10 de mayo de 2025
Cante: Pedro El Granaíno
Guitarra: Patrocinio hijo