Dice que «poder acceder gracias a la radio al flamenco en directo, eso era una joya que solo te lo puede decir quien vivió aquella época. Y yo así lo cuento, porque verdaderamente fue un fenómeno extraordinario». Ildefonso Vergara (Paterna, Huelva, 1964) es director comercial de Radio Sevilla. No es un locutor al uso, pues. Pero la afición a lo jondo le ha llevado a estar siempre muy cerquita del micrófono, de la radio flamenca, que definitivamente ha existido, y de la investigación de ese fenómeno social. De ese camino conjunto que anduvieron la música flamenca y las ondas. Lo cuenta en el libro Cien años de flamenco y radio (Editorial Universidad de sevilla). Y nos habla de ello durante una animada charla en una cafetería del Altozano, Triana.
– Un libro sobre flamenco y radio. Y coincidiendo con el centenario de vida de la radio española. Suena bien, mi señor.
– Además he tenido la suerte de haberlo presentado en el congreso del centenario de la radio en Barcelona. La radio cumplió cien años el pasado 14 de noviembre. De 1924 a 2024. Y el Día del Flamenco es el 16 de noviembre. Pues ese día se presentó el libro Cien años de flamenco y radio dentro del congreso.
– ¿Qué pasó exactamente el 14 de noviembre de 1924?
– Realmente se celebra el aniversario de la radio por una casualidad: la coincidencia del primer reglamento administrativo en España autorizando la licencia de una emisora de radio de forma oficial por el Estado, que era Radio Barcelona. Eso no quiere decir que fuera la primera emisora en emitir, sino que fue la primera que tuvo la licencia administrativa. De hecho, sin ir más lejos, nosotros aquí en Sevilla, Radio Club Sevillano, que es el germen de Radio Sevilla, ya en junio de 1924 estaba funcionando. O Radio Ibérica, en Madrid, también emitía con anterioridad. Pero esa fecha es la que marca el EAJ-1, que era la denominación que se le daba a las emisoras en España para darse a conocer.
– Llevaba años barruntando la idea de este libro, ¿verdad?
– Todo viene del programa de doctorado de la Universidad de Sevilla. Ha sido uno de los retos más interesantes que he hecho en mi vida desde el punto de vista intelectual, que es someterme a la disciplina académica en todos los sentidos, hasta la excelencia. Yo defendí una tesis doctoral en 2015, y ese fue el germen. El libro se ha hecho nueve o diez años después, y lo he hecho investigando toda España. ¿Por qué la radio? En principio pensaba haber hecho un trabajo sobre el fandango de Huelva, sobre el concurso de 1923. De hecho, hice una investigación bastante interesante en su época. Pero es verdad que siendo yo un hombre de la radio y viviendo desde dentro tenía la oportunidad de hacer algo que no se había investigado nunca ni había ninguna referencia al respecto.
– Entendemos que tenía al alcance de su mano más documentación sobre semejante materia que cualquier mortal, ¿no?
– Es normal que se piense eso, pero a la hora de la verdad no es así. En la radio no hay hemerotecas, no hay fonotecas que te permitan tener todos esos archivos. Y tampoco hay documentación sobre qué programación tenía la radio hace ochenta, cincuenta o incluso veinte años. Ha costado mucho trabajo. Es más, lo he conseguido gracias a la aportación de aficionados, coleccionistas, investigadores, personas que han sido capaces de guardar y mantener esos archivos en sus archivos privados, digamos.
– Recuérdenos sus pasos en la radio. Así comprenderemos quién se atreve a publicar más de mil páginas de contenido jondo-radiofónico.
– Yo llevo en esto desde que tenía veinte años. Prácticamente son cuarenta años trabajando en la radio. Anteriormente, incluso estando en el instituto, ya hacía programas de flamenco en una emisora de radio en Escacena, que es un pueblecito que está junto a Paterna, el mío. Allí había una emisora municipal y yo hacía todas las tardes un programa con guiones que preparaba con mis compañeros del instituto. Era una etapa preciosa. Después empecé a trabajar en Radio Cadena Española para ese proyecto de Radio Cadena Flamenca. Me mandaron a Huelva y nunca se llegó a inaugurar. Pasé por todos los procesos de la radio: redactor, reportero, locutor, etc. Siempre alternándolo con los estudios. En el año 90 me fichó la SER para una emisora en Almonte, después en Huelva, y en el 92, antes de terminar la Expo, ya estaba aquí en Radio Sevilla. Siempre he estado en la labor de gestión. Actualmente soy el director comercial de la Cadena SER y del Grupo Prisa en Andalucía. Y siempre he estado haciendo programas de flamenco, ya sea interviniendo o asesorando.
«El flamenco encontró su sitio en la radio desde el inicio. Desde la primera emisión radiofónica que se hace en España hay flamenco. La radio comercial en España se inaugura en Radio Ibérica (Madrid) entre 1923 y 1924 y en la primera emisión que hacen al aire ya suenan los artistas Rita Ortega y José Ortega, que eran bailaores, el Niño de las Marianas, Ramón Montoya y muchos más. Poco después se inaugura Radio Sevilla con La Niña de las Saetas»
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– Vamos, que su currículo no es el de un Iñaki Gabilondo delante del micrófono.
– No, no, no. Yo he sido un hombre de gestión. Por mi experiencia, sé cómo es este negocio desde dentro. Y siendo aficionado y viniendo de donde venía, pues siempre he hecho cosas de flamenco.
– Ildefonso, ¿podemos decir con rotundidad que la radio ha tratado bien al flamenco a lo largo de la historia?
– Sí, creo que el flamenco encontró su sitio en la radio desde el inicio. Desde la primera emisión radiofónica que se hace en España hay flamenco. La radio comercial en España se inaugura en Radio Ibérica (Madrid) entre 1923 y 1924 y en la primera emisión que hacen al aire ya suenan los artistas que estaban en el colmado de los Gabrieles. Entre ellos, Rita Ortega y José Ortega, que eran bailaores, el Niño de las Marianas, Ramón Montoya y muchos más. Poco después se inaugura Radio Sevilla con La Niña de las Saetas. En los años 20, las saetas estaban todo su apogeo. También hay flamenco en otras emisoras de radio que se van inaugurando. El flamenco formaba parte del ambiente cultural de las capitales y estaba muy presente en la gran discografía que había disponible, aunque en los primeros años de la radio el flamenco que sonaba era en directo. Entre otras cosas porque los fonógrafos eléctricos no tuvieron comercialización en España hasta finales de los años 20, casi en los años 30.
– Al margen de los comienzos, yo le quería incidir en una visión global. Es decir, ¿a lo largo de un siglo se ha portado bien la radio con el flamenco?
– Absolutamente sí. Porque, como decía, el flamenco encuentra en la radio un medioambiente natural que es el sonido. No hay un medio de comunicación que le pueda ofrecer tanto al flamenco como la radio. Le aporta el sonido con la capacidad de poder llegar. Le ofrece una socialización, porque hay grandes públicos que no habían escuchado nunca flamenco y se aficionan gracias a la radio. Es verdad que la radio en sus primeros años fue una máquina de música. Ofrecía música y entretenimiento. Música clásica, sobre todo. El flamenco estaba relegado a últimas horas de la noche o los fines de semana, en la mayoría de los casos. Y a lo largo del tiempo siempre ha sido así. Yo abordo en esta obra la diferencia entre flamenco en la radio y la radio flamenca. Desde 1924 hasta 1960, solo hay flamenco en la radio. Es decir, programas musicales sin determinar dónde se ofrecía una secuencia de grabaciones o de artistas en directo. Miguel Acal fue uno de los grandes pioneros en esta labor, pero también lo fue Vicente Marcos en Madrid. O en Jerez, Juan de la Plata con Manuel Fernández Peña. O en Granada, Rafael Gómez Montero y Juan Bustos.
– ¿Quién mandaba en Sevilla?
– Quien marcaba el paso en Sevilla era Antonio Mairena, con las tertulias flamencas de Radio Sevilla. Allí estaban Manuel Barrio, Rafael Belmonte, Luis Caballero, Naranjito de Triana, el poeta Palomino Vacas, José Núñez de Castro, Sebastián Carvajal… Y Matilde Coral, que también formaba parte de aquella tertulia de Los Jueves Flamencos. Ese fue un programa de radio que cambió el panorama de la radio y del flamenco, porque había un cambio que después contagió a todos los programas de flamenco a nivel nacional. Y el flamenco gozaba de una popularidad bestial.
– ¿Convivía felizmente el flamenco con las otras músicas?
– Yo trato en este libro el flamenco, o sea, la música moderna en la tierra del flamenco. ¿Por qué? Porque a mediados de los 60 la música pop irrumpe en España con tal fuerza… Las compañías discográficas, las multinacionales, el mercado en general empieza a ebullir a raíz de la presencia de los Beatles en España y la cantidad de grupos que salieron. Y precisamente en ese momento irrumpen con una fuerza bestial los programas de flamenco. Y esto tiene mucho reflejo en los años 70, 80 y 90, incluso todavía. Yo aporto en esta obra datos científicos, es decir, las actas del Estudio General de Medios de diferentes años, donde se ve que, por ejemplo, la tertulia de flamenco, el día que se emitía, tenía más de cuatro veces la audiencia de cualquier día normal a la hora del programa de flamenco. Todo esto hay que verlo con perspectiva. Es decir, Antonio Mairena proyecta su canon estético-cultural y su obra a través de los programas de radio durante catorce años. Y eso tuvo una influencia de tal magnitud que cambió la forma de entender el flamenco. Es decir, el concepto estético que hoy tenemos del flamenco y de los palos del flamenco y del flamenco clásico es gracias a la influencia de Antonio Mairena. No hay nada más que ver la cantidad de cosas que hicieron en su época, cuando no había ninguna institución pública ni privada que apoyara el flamenco. Fue la gente de la radio, junto a la obra de Mairena, la que proyectó una forma de entender el flamenco.
«Quien marcaba el paso en Sevilla era Antonio Mairena con las tertulias flamencas de Radio Sevilla. Allí estaban Manuel Barrio, Rafael Belmonte, Luis Caballero, Naranjito de Triana, el poeta Palomino Vacas, José Núñez de Castro, Sebastián Carvajal… Y Matilde Coral. Ese programa cambió el panorama de la radio y del flamenco, porque había un cambio que después contagió a todos los programas de flamenco a nivel nacional. Y el flamenco gozaba de una popularidad bestial»
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– Recientemente entrevistaba al guitarrista Rycardo Moreno en la sede de Radio Sevilla y fotografié al buen señor en el piano de la entrada. Tengo entendido que era el instrumento emblemático de las tertulias radiofónicas.
– Eso es. Lo tocaba José Romero, un profesor de música de un instituto que estaba aquí en Triana. La tertulia tenía autonomía propia. Era un programa de radio, pero con tal peso que ellos fueron los que propiciaron el monumento a Pastor Pavón en 1968 en la Alameda. Y lo pagaron ellos. Antonio Illanes es el escultor que lo hizo en Madrid, cobró de lo que le pagaron los contertulios, hasta tal punto que Pepe Pinto les regala a cada uno un reloj de oro.
– Ildefonso, ¿podemos afirmar que el flamenco no habría llegado a ser lo que es si no llega a ser por la radio?
– Bueno, no sabemos lo que hubiera sido. Pero lo que sí está claro es que lo que es sí es gracias al empuje de la radio en aquellos años. Porque esas tertulias tuvieron influencia en el resto de programas que se hacían en toda España, no solo aquí en Andalucía. En muchos lugares era ese canon estético que se proyectaba, esa forma de entender el flamenco. Yo recuerdo una entrevista que le hacen en Radio Sevilla al alcalde de La Puebla de Cazalla después de la primera Reunión de Cante Condo. Le dice Antonio Mairena: hombre, alcalde, ¿cómo se le ocurre usted traer a un festival flamenco un acordeón? No, Antonio, perdone usted pero era… Claro, porque no había todavía un concepto de cómo los festivales flamencos tendrían que ser. Eran más o menos unos espectáculos de variedades donde entraba el cómico, donde entraba tal o cual. Y entonces las tertulias ya fijaban esa forma de entender el flamenco: que solo se cantara flamenco y solo aquellos palos que ellos creían que eran los canónicos y los verdaderos. Ten en cuenta que en la radio pasamos de un modelo de discos dedicados del Emigrante o canciones de Pepe Pinto o de Antonio Molina a hablar de seguiriyas, soleares, tonás, debla, media granaína… Yo he escuchado esas grabaciones y verdaderamente hacían una gran labor de didáctica. La gente llamaba y participaba. Allí había un patio con cien butacas que se llenaba cada jueves y los artistas que emergían estaban deseando ir a ese programa, porque era su espaldarazo para después continuar con la profesionalización de su carrera.
– Hay mucha gente que se siente atraída por el flamenco, pero no deja de ser un arte minoritario. El cante jondo es inaccesible para muchísima gente, sin salir de Andalucía. ¿Entonces era también minoritario, aunque se llenaran las tertulias de Radio Sevilla?
– Bueno, es probable que esa generación que nos ha precedido tuviera mucho mayor interés por el flamenco que la la actual. Estamos en este tipo de conceptos, de formas de entender el arte, la música. ¿Por qué? Porque había necesidad y había pocas posibilidades de llegar a los medios. El flamenco era una elección. En el momento de mayor movimiento musical internacional en este país, que fue a finales de los 60, principios de los 70, es cuando emerge el flamenco con una fuerza bestial. La gente joven que busca la música moderna, el pop, etcétera, también asiste a esos festivales flamencos o escucha esos programas de radio. Pues sí, tenía mucha fuerza. Primero, por la diferencia de la oferta. Y después, por el valor singular identitario que tiene el flamenco. La gente podía escuchar la radio, que tuvo ahí un papel enorme retransmitiendo los festivales flamencos. Podían escuchar en una retransmisión a Camarón, Lebrijano, Naranjito de Triana, Antonio Mairena, Turronero, Chiquetete, Fernanda y Bernarda, Menese o Calixto Sánchez, que estaban actuando en el Festival de Morón o de La Puebla, o de Utrera o de Mairena, o de Lebrija o de Conil, o de donde fuera. Eso eran como dos o tres horas de radio con flamenco fresco. Los aficionados los grababan en esos primeros radiocasetes que había en las casas con cintas vírgenes. Eso era una novedad, no todo el mundo tenía acceso a las discografías. Poder acceder gracias a la radio al flamenco en directo, eso era una joya que solo te lo puede decir quien vivió aquella época. Y yo así lo cuento, porque verdaderamente fue un fenómeno extraordinario.
– Entiendo que ese ha sido el elemento diferenciador de la radio respecto a la prensa y a la televisión. Ya no es así, ¿no?
– Hoy, como todo el consumo cultural ha cambiado, pues va todo a la carta, va todo a la medida. Hay programas de flamenco todavía en algunas emisoras, sobre todo emisoras nacionales: Canal Sur, Radio Nacional, Radio Olé, que emite Temple y pureza todos los domingos de 22 a 24 horas… Pero ya ves, en horario intempestivo. Es diferente, ¿no? Nunca va a los prime time, como en esa época que te estoy diciendo de la radio.
– ¿Siente pena por eso?
– Bueno, ha cambiado, pero no me da pena. La sociedad ha cambiado, el consumo ha cambiado y esto no deja de ser un arte de minorías. Pero esas minorías cualificadas sí van buscando ese producto en esos horarios como cualquiera hoy que tiene su elección musical. Yo mismo voy al gimnasio y escucho los programas de flamenco que no he podido escuchar porque son a las tantas a la madrugada, y entonces me los pongo al día que sea. En pódcast, claro.
«El concepto estético que hoy tenemos del flamenco y de los palos del flamenco y del flamenco clásico es gracias a la influencia de Antonio Mairena. No hay nada más que ver la cantidad de cosas que hicieron en su época, cuando no había ninguna institución pública ni privada que apoyara el flamenco. Fue la gente de la radio, junto a la obra de Mairena, la que proyectó una forma de entender el flamenco»

– En la época de la que estamos hablando, años 60 y 70, el único trampolín eran las ondas de la radio. Ahora mismo hay una gran cantidad de plataformas para que un artista se dé a conocer a su público y que le salgan treinta bolos en verano. Pero entonces el que no sonaba en la radio no existía, ¿verdad?
– Efectivamente, así es. Y además tenía que cantar aquellos cantes que eran los preceptivos de la época. Observa las grabaciones de los artistas flamencos de finales de los 60 y los 70, y los 80 incluso, y fíjate en sus repertorios. Son repertorios canónicos, de clásicos. Soleares, seguiriyas, tientos, granaínas, fandangos, bulerías, no sé qué, no sé cuánto… Algunos las alegrías, otros las peteneras, otros las medias granaína, otros las malagueñas, etcétera, etcétera, pero no los saques de ahí. Algunos la caña, otros el martinete, pero ninguno te va a cantar, por ejemplo, la vidalita o la…
– Antes me hablaba de que en un momento dado se pasa del flamenco en la radio a la radio flamenca. O sea, que existe. Que ha existido la radio flamenca.
– Sí. Igual que hoy hablan de fútbol, entonces hablaban de cante, de interpretes, de artistas, de palos, de la historia del flamenco. Y eso fue impulsado por Antonio Mairena, sin lugar a dudas. Esto desembocó en los años 80 en una emisora temática en Sevilla, gestionada por el ente público entonces, que era Radio Cadena Española. Hoy es Radio 5, de Radio Nacional de España. Ahí se hizo una emisora temática que se llamaba Radio Cadena Flamenca, que emitía de 7 de la mañana a 2 de la tarde. Su contenido duró hasta los años 80. Y después Canal Sur toma el testigo, con una realización siempre excelente. Y veinticinco años después, en 2009, flamencoradio.com, que es 24 horas, con un formato muy radiofónico, de muchos directos. Es también una joya que está al alcance de cualquiera. Y empresas privadas, como el caso de Radiolé. Ahí ha estado Tere Peña más de 25 años. Y después Velázquez-Gaztelu en Radio Clásica, Teo Sánchez en Radio 3… Grandes profesionales.
– ¿Realmente la audiencia de la radio demandaba flamenco? ¿Podemos decir que el flamenco en la radio era comercial? ¿Había vida más allá de los Beatles y los Brincos?
– Bueno, no a ese nivel, evidentemente, porque los flamencos no van a grandes masas. Aunque aquí en Andalucía hubo un momento que cualquier festival metía 3.000 personas frente al escenario. Había cantaores taquilleros que arrastraban masas, como Camarón, El Cabrero, Calixto o Lebrijano. En aquel momento comercialmente era rentable incluso para las emisoras de radio. Grandes marcas de la época, yo lo aporto en el libro, como Ecorup, que era el primer hipermercado que abrió aquí en Sevilla, que estaba ahí en Camas, patrocinaban los programas de flamenco de la época, también los festivales en directo. Vilima, un almacén que estaba en el centro, en Puente y Pellón, era también otro de los grandes patrocinadores. Cuando llegaba la época de los festivales de verano anunciaban sus artículos de playa, lo que fuera. Yo aporto grabaciones de todo esto dentro del libro. Cruzcampo, Estrella del Sur, las grandes marcas de la ciudad estaban presentes en esos programas. De hecho, el prestigioso premio Compás del Cante, de Cruzcampo, salió de los programas que hacía Emilio Jiménez Díaz en Radio Popular. Emilio fue otro de los grandes de la radio. Él trabajaba en El Corte Inglés, pero tenía una concepción estética extraordinaria. Era un estudioso, un intelectual, un poeta. Las grandes cadenas no han seguido haciendo programas de flamenco.
– Si eligiera una instantánea mítica del flamenco en la radio, supongo que sería de aquellas tertulias, ¿no?
– Las tertulias fueron el punto de inflexión. Porque no era solo un programa de radio. Era su contribución a este arte. La dignificación del flamenco, la dignificación de los artistas, el salario de los artistas. Crearon hasta un convenio colectivo con la Seguridad Social para que los artistas de la época tuvieran cartilla, acceso médico y demás. Hicieron el monumento a Pastora. No era un monumento a una cantaora famosa. Era el primer monumento que se le hacía a un artista flamenco, posiblemente la cantaora más grande de todos los tiempos. Y se hace en Sevilla. Esa inauguración fue portada de ABC, vino el programa Ustedes son formidables, fue un acontecimiento nacional. Y Antonio Mairena estaba ahí con Juan Talega, con Pepe Pinto, porque ya Pastora estaba muy malita en esa época. La proyección que Antonio Mairena había hecho a través de la radio se materializaba en un monumento. También llevaron el flamenco a la universidad. No fueron los primeros, pero lo llevaron. El propio Antonio Mairena dio una conferencia que fue el primer cedé de la colección que hizo Rafael Infante en la Cátedra de Flamenco de la Universidad de Sevilla. Era otra metáfora más: un gitano analfabeto había impartido una conferencia, había proyectado el flamenco, lo había llevado a la universidad. Y así lo comunicamos.
– Cuando veníamos andando ahora por el Altozano desde la calle Fabié, donde acaban de inaugurar el azulejo de Curro Fernández, me venía diciendo que es posible rescatar el archivo sonoro de esos míticos programas de radio. Por ejemplo, de Miguel Acal. Incluso me ha citado El duende y el tarab, Radio Aljarafe. O sea, que eso está en algún lado, aunque no sea en un centro de documentación flamenca, que es donde debería estar.
– No hay un archivo sonoro. Yo tuve acceso a esos programas a través de un aficionado de La Rinconada que en los años 80 y 90 había grabado todos los programas de flamenco que había. Todo eso en una habitación más grande que esta cafetería, llena de estanterías desde el suelo hasta el techo con cintas de caset. Lo grababa todo. Ahí encontré El duende y el tarab, incluso algunos programas que yo hacía cuando llegué en el año 92 a Radio Sevilla. Una joya. Y eso está prácticamente fuera de circulación. Se perderá. Como las emisoras carecen de fonoteca, estamos en manos de aficionados… Mira, yo cuando empiezo a investigar me acuerdo que me leí un libro de Humberto Eco y otro de autoayuda para saber cómo centrar una investigación científica en el marco de una tesis doctoral. No hay un título que te diga que eres investigador y ya está, sino que esto es un oficio que hay que desarrollarlo. Se aprende investigando. ¿Y cómo se hace? Pues metiéndole mano. Eso lo que yo hice: preguntar y preguntar. Por ejemplo, los archivos sonoros que ofrezco de Radiocadena Española me han venido de Estados Unidos, porque hubo un aficionado que venía aquí todos los años a Sevilla y aprendía a tocar la guitarra en Morón con Diego del Gastór. En los años 80 grabó todas las horas de Radiocadena Española mientras estuvo aquí en Sevilla. Gracias a WeTransfer, con las herramientas actuales, él me ha podido pasar todos esos archivos. Y esto lo descubrí gracias a un artículo que publicó en una revista de flamenco que había en Estados Unidos.
«No hay un título que te diga que eres investigador y ya está, sino que esto es un oficio que hay que desarrollarlo. Se aprende investigando. ¿Y cómo se hace? Pues metiéndole mano. Eso lo que yo hice: preguntar y preguntar. Por ejemplo, los archivos sonoros que ofrezco de Radiocadena Española me han venido de Estados Unidos, porque hubo un aficionado que venía aquí todos los años y en los años 80 grabó todas las horas de flamenco en esa emisora»
– Definitivamente, Cien años de flamenco y radio es un libro de investigación flamenca.
– Totalmente. No es algo que tengamos, que te metas ahí en Internet y empieces a descargar archivos. Mi tesis doctoral se llamaba Análisis historiográfico y fuentes documentales del flamenco y la radio. Yo aporto lo que he encontrado. Es decir, todo mi trabajo está a disposición de futuros investigadores, porque no había nada en ese campo. Esa puede ser la singularidad de esta obra, que es un trabajo que no existía y que no estaba reunido. El libro ofrece es una gran cantidad de fotografías, de documentación, de códigos QR. Es un libro sonoro. Es un libro muy extenso, de más de mil páginas, donde trato el flamenco de radio no solo aquí en Sevilla, sino en Extremadura, en Cataluña, en Ciudad Real, en Albacete, en Valencia, en el País Vasco, en Galicia, en Zamora… Allí había programas de flamenco narrado tanto como aquí. Y en toda Andalucía: Jaén, Almería, Cádiz… Cádiz es excepcional, porque hay como tres provincias en una.
– ¿Dónde se puede conseguir el libro?
– Bueno, lo ha editado la Editorial Universidad de Sevilla y está en todas las plataformas y en muchas librerías especializadas. Y según me dicen, van a tener que reeditar más libros, por lo bien que ha sido recibido.
– ¿También online, en la web de la Universidad de Sevilla?
– No, online todavía no existe. Será una opción de futuro. Y ahí sí que se pueden hacer algunas correcciones que siempre vendrán bien. O aportaciones diferentes.
– ¿Su mayor satisfacción a la hora de escribir este libro? Lleva prácticamente una vida en ello.
– Bueno, aportar algo, una información, en el campo de la investigación, desde el ámbito académico, diferente, distinta y necesaria. Porque no existía.
– ¿Por qué hay tan poco flamenco ahora en la radio y a horarios tan intempestivos?
– Porque el consumo cultural ha cambiado, como decía. Esto no deja de ser un arte de minorías. Y es verdad que hemos quedado engullidos por el mundo… Todo lo que hay. Simplemente porque tiene su público, y el público del flamenco ha cambiado. No es el de los años 70 y 80. Tampoco hay la cantidad de artistas que había en los años 80. Hoy no hay ese nivel de creatividad y esa capacidad que había en aquel momento de tanta gente de primera fila. Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar, dos de los grandes genios, coinciden en el tiempo. Y eso es posible que no se dé otra vez en la historia. O sí, no sabemos, pero de momento eso es así. Ahora no hay programas de flamenco al uso como había en aquella época. Los emiten a deshora y en las plataformas para el pódcast, en eso sí hay bastante oferta.
«El consumo cultural ha cambiado. Esto no deja de ser un arte de minorías. Y es verdad que hemos quedado engullidos por el mundo. Tampoco hay la cantidad de artistas que había en los años 80. Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar, dos de los grandes genios, coinciden en el tiempo. Y eso es posible que no se dé otra vez en la historia»
– ¿Usted ha notado alguna vez, en ese sentido, que el flamenco no solo no interesa lo más mínimo a muchísima gente en Andalucía y en España, sino que incluso a veces produce rechazo al escucharlo en la radio o los medios?
– Sí, sí, sí. Lo he sentido. Recuerdo una charla con un señor que tenía un sobrino que era veterinario y estaba haciendo una tesis doctoral. Y entonces le dijo otro señor que estaba conmigo tomando café: pues mire, Ildefonso ha terminado una tesis doctoral. ¿Y sobre qué? Y yo, sobre el flamenco. Bueno, pero eso no tiene nada que ver con una tesis doctoral… ¡Son procesos académicos iguales, científicos! Es decir, mi tesis doctoral, que obtuvo el cum laude, que hubo cinco o seis personas en un tribunal sumamente cualificadas para valorar el trabajo, un trabajo científico de investigación que viene avalado por la Universidad de Sevilla y después de muchos años de trabajo, independientemente de la temática, no tiene por qué ser menos que una tesis de otro área de conocimiento, ¿no? Estamos dentro de las ciencias sociales. Por supuesto que sí. Igual que hay un máster, al mismo nivel que cualquier otro, del cual tengo la suerte de formar parte del grupo de docentes, como cualquier otra oferta de matemática, de química o de medicina. Me refiero al de la Universidad de Cádiz.
– ¿Le han cogido manía? ¿Lo asocian al franquismo? ¿Les parece inaccesible?
– Es por desconocimiento. Y por el tópico que siempre nos va a perseguir. Igual que los andaluces tenemos el tópico de que somos graciosos y que hacemos chistes y que nuestra habla es no sé qué, y todavía en las películas, en las series, para la criada o para el flojo utilizan el tópico del andaluz. Desgraciadamente, el flamenco ha quedado marcado dentro de este estigma. En cualquier caso, quien piensa así es una persona con pocos elementos culturales a la hora de valorar cualquier opción. Porque una persona culta en todo su sentido sabe que el flamenco es una de las expresiones más bellas y diferentes que tenemos en el mundo de la música y del arte en general. ♦