Un hijo de la emigración andaluza a Cataluña, Paco Mármol Moreno, nacido en 1947 en La Puebla de Cazalla, pueblo tan flamenco de Sevilla, y residente en El Prat de Llobregat, nos entrega ilusionado su octavo libro. Libros los suyos, como los que decía la canción de Cecilia, llenos de poesía, y, desde luego, de flamenco, bien sea como el que nos ocupa, Poemas de mi crepúsculo, a partir de poemas dedicados a aspectos del mismo con variada métrica, o bien, directamente, letras flamencas, que también son poemas, destinadas al cante que tan bien conoce. Así es porque su conocimiento lo ha llevado a escribir lo que indicamos, pero además a difundir la buena nueva del flamenco a través de conferencias, recitales, programas de radio, pregones, etc., en diferentes momentos e instituciones a lo largo de muchos años.
Habla en el título de su crepúsculo, referente, claro está, al periodo vital en que se encuentra, pero es un crepúsculo intenso, trabajado, fervoroso, entregado a la poesía y al arte flamenco. Una labor por la que ha recibido algunos premios de poesía o de letras flamencas como Día de Andalucía de Gilena –Sevilla–, Certamen de la Caixa de Barcelona, varios premios de letras flamencas de la Asociación Hijos de Almáchar de Barakaldo, o el de su pueblo, el de letras flamencas del premio Francisco Moreno Galván, que lleva el nombre de este conocido pintor y letrista al que dedica sus versos también. Entre otros, han cantado sus letras, en directo o en disco, Lolo de Jerez, Rubito de Pará padre e hijo, Antonia Contreras, Manuel Gómez el Ecijano, etc.
Podemos escuchar a Rubito Pará padre, por colombiana, con Patrocinio hijo y las palmas de Luis Dorado y Joaquín González, en este vídeo:
Estos son los regalos que la vida, merecidamente, le ha dado a la carrera literaria de Paco Mármol, ya jubilado desde hace años tras haber trabajado duramente por sitios variados como Ibiza, Madrid, Francia, Holanda, Barcelona y, claro, su pueblo al principio, antes de la temida emigración. Este recuerdo de su patria chica, la más grande, se verá reflejado en sus libros, también en este. Recordemos que algunos títulos de sus obras son Raíces andaluzas o Letras flamencas de la campiña morisca –a los de La Puebla de Cazalla les dicen moriscos–.
El prólogo es de su paisano y amigo Pepe Santos, que lo define como uno de los mayores embajadores de la cultura andaluza en Cataluña. Como bien repasa, no olvida el autor todos los aspectos de la vida, de su vida y del flamenco, sus raíces, sus recuerdos, sus tristezas y sus alegrías, su familia. Mezcla poemas ya publicados, de buena aceptación entre los lectores, y otros inéditos, en diferente métrica, desde el soneto al verso libre o la métrica propia del flamenco. Aparecen incluso unos curiosos y atractivos haikus flamencos, como estos:
La primavera
salpica de azahar
toda mi acera.
Chisporrotea
la leña del olivo
en la chimenea.
No es poca cosa
ir celebrando
más Nocheviejas.
Entre algunos poemas más prosaicos u otros a personas concretas de su entorno, así como a temas sociales, que no siempre alzan el vuelo universal necesario para la poesía, encontraremos otros que nos acercan a figuras del arte, del pensamiento o de la literatura, así como al flamenco, con solvencia. A Lorca, Antonio Machado o Bécquer, algunos de sus referentes. Al primero le dedica el poema Llanto en Andalucía por la muerte de un poeta, con el tono neopopularista previsible:
Jinetes por los caminos
de la vega de Granada
iban dando la noticia
con redoble de campanas.
(…)
Y la voz de Manuel Torre
con un profundo quejío
era un barco a la deriva
que se lo llevaba el río.
Una sección la dedica a poemas a artistas flamencos de su gusto, como La Niña de la Puebla, Enrique Morente, Lebrijano, Menese, Juan Mojama, Antonio Mairena, Fosforito, etc. De su paisana La Niña de la Puebla escribe:
Los duendes flamencos
se vestían de gala
al oír tu voz
cristalina y clara.
Podemos escucharla por granaína en esta grabación con Enrique de Melchor en el programa La Puerta del Cante de Canal Sur, año 1989.
Y el soneto a Morente acaba con este terceto laudatorio:
Tórnense palmas sordas ese llanto,
la gloria está de fiesta con Morente
que entona con Sabicas un Taranto.
Otro acierto del libro son sus letras flamencas, de diferentes palos, que conoce al dedillo y que, algunas, han sido llevadas al cante en directo o en grabaciones. Están en el capítulo final Nuevas letras flamencas –pp. 181-228–. Vemos aportaciones por soleares, seguiriyas, fandangos, malagueñas, verdiales, tangos, bamberas, guajiras, serranas, garrotín, bulerías, bulerías por soleá, farruca, caracoles, toná-martinete, alegrías y cantiñas, alboreás, colombianas y cantes de trilla. Un buen mosaico de cantes de diferentes zonas flamencas, variados ritmos y compases, temáticas, tonos literarios, etc. Ofrezco algunas de las que me han llegado más como una sabrosa despedida:
Soleá
No se pueden aguantar,
los amores imposibles
son los que te agarran más.
La cama donde dormía
hasta cambió de color
de ver las penitas mías.
Fandango
Un hombre lloraba un día
porque lo dejó su amada,
y en su llanto me decía:
Puse en ella mi esperanza
y fue la ruina mía.
Tangos
Si hubiera visto Leonardo
lo bella que es tu sonrisa,
te hubiera pintao a ti
en vez de a la Mona Lisa.
Bulerías
Venía de lavá del río
con su canasto de mimbre
y se le mojó el vestío.
Bulerías por soleá
A la orillita del mar,
con las manos enlazadas
tus labios saben a sal.
Trilla
Cuando llega la noche
allí en la era,
pienso en quitarle el broche
a mi morena.
→ Paco Mármol, Poemas de mi crepúsculo, 2024.