Dicen que era la primera vez que una peña de Sevilla recibía el piano flamenco de una mujer. Y más vale que no sea la última, porque la buena guasa, el arte, el desparpajo y la gitanería que rezuma Miriam Méndez deberían esparcirse por los maderos hispalenses. Y los de afuera. Habrá otras que se atrevan con los marfiles, pero no de esta manera. La princesa descalza regaló un concierto ecléctico que transitó entre lo clásico, lo folclórico, lo negro y lo jondo, pero oliendo a potaje, con sabor a lo nuestro.
Lo mismo fundió a Albinoni con el Romance de la monja de El Negro de El Puerto, tocado y cantado, que jugó con Bach por soleá. Y así como los flamencos suelen meter hasta las páginas amarillas por bulerías, Miriam lo hizo también por sevillanas con la cantata bachiana número 147, Carros de fuego y otras músicas. Con lo que le dio la gana. Se postró ante Manuel Molina entonando el Dime o ante Carlos Gardel y su Volver por bulería, donde tuvo age hasta pa equivocarse. Cambió el pretty por gipsy woman y versionó a El bueno, el feo y el malo de Ennio Morricone o Tu nombre me lo callo de Lolita de la Colina, pero que tenemos en el recuerdo gracias a María Jiménez o Raphael. Miriam abrochó el concierto con tintes neoyorquinos por bulerías que evocaban los sones de Miles Davis. ¡Casi na!
«Esta gitana inquieta e impetuosa tiene un chispazo de genialidad. Es un calambre, un rabo de lagartija. Es una flamenca canalla que rompe los esquemas para contar sus historias a su manera, como le da la gana, bebiendo de aquí y de allá, con conocimiento, arrojo y sinvergonzonería»
Esta gitana inquieta e impetuosa tiene un chispazo de genialidad. Es un calambre, un rabo de lagartija. Es una flamenca canalla que rompe los esquemas para contar sus historias a su manera, como le da la gana, bebiendo de aquí y de allá, con conocimiento, arrojo y sinvergonzonería. Está maravillosamente loca y alocadamente maravillada del mundo que le rodea. Un mundo de grandes y pequeñas cosas plagado de anécdotas de donde saca la inspiración para componer. De las fatigas y de las alegrías. De un productor discográfico que se muere antes de pagarle un discazo o de tres niñatos con sus litronas en los banquitos que se ven asomándose uno desde los balcones de las escaleras de la Peña Flamenca La Plazuela, los que han tenido el acierto de programar a esta mujer.
Miriam Méndez es una artistaza, cariña. Toca, canturrea sin complejos, toca las palmas y se hace compás en la madera del piano, se pega unas pataítas de gracia, te lo vende y te lo cuenta. Su personaje es su persona. La princesa descalza es una showoman, un puntazo gordo. No se la pierdan.
Ficha artística
Recital de piano flamenco de Miriam Méndez
Ciclo ‘Empeñados’ de la Unión de Peñas Flamencas de Sevilla
Peña Flamenca La Plazuela, Sevilla
16 de febrero de 2025
Piano, cante, palmas y baile: Miriam Méndez
Qué arte tienes, miarma…