La Peña Flamenca Eva la Yerbabuena de Ogíjares (Granada) recibió a un cantaor del terruño, concretamente de la costa, con un bagaje en lo flamenco que comienza a ser tenido en cuenta y que merece formar parte del interés de los aficionados y programadores. Antonio Gómez el Turry no acaba de salir del tarro de las esencias porque ya lleva unos años en la profesión, los suficientes para saber de qué va el cante. Por eso, cuando se le escucha, se le aprecian maneras de artista, estudia a los grandes maestros e intenta pasarlos por su filtro y su registro tonal para mostrar cuáles son sus fuentes y de donde bebe. Ya lo decía Enrique Morente cuando cantaba aquellos versos tergiversados a conciencia: Sombra le pedí a una fuente / agua le pedí a un olivo. Las intenciones del Ronco del Albaicín eran claras, aunque no todos estén capacitados para entenderlas. Al Turry le pasa algo similar con su cante. Claras intenciones a expensas de que el aficionado de a pie alcance a entender el porqué para comprender desde la elección de su repertorio hasta su formas cantaoras.
Su voz suena canastera por momentos, con cierto eco aguardentoso aderezado de melismas que dibujan los estilos que ejecuta de una forma particular. Es un cantaor de extremos en ese sentido, sube a los altos y baja con facilidad, no se detiene en los medios ni los mantiene porque su ‘qué decir’ juega en esa liga.
Estuvo acompañado de una de las mejores guitarras de hoy, Miguel Ángel Cortés, lo más granado de Granada, valga la cuasi redundancia y de las guitarras con más solera y sensibilidad del panorama flamenco. Lástima que el sonido no terminara de acompañar a pesar de que se trajo técnico propio, Eloy Heredia, y equipo de sonido. Y no estuvo mal en sí, pero el exceso de reberb y el volumen hicieron mella porque cuando Turry sube a los tonos altos hay que apreciarlo en su medida, sin sonoridad de aparatos que ayuden, porque no le hace falta.
El recital fueron dos partes diferenciadas. La primera compuesta con vidalita, cantiñas, soleá y malagueñas. La vidalita abrió las puertas de una introducción de la composición de Manuel Alejandro A que no te vas que conocemos en la voz de Rocío Jurado que dio paso a una vidalita personal con renovación de letras y saliéndose de los cánones melódicos por momentos. Se aprecian en él las influencias cantaoras de Morente, es su referente, su guía en el camino y su faro.
Por cantiñas se acordó de la Juanaca de Málaga, del Butrón y de La Papera. No fueron largas pero sí expresivas.
«La voz de El Turry suena canastera por momentos, con cierto eco aguardentoso aderezado de melismas que dibujan los estilos que ejecuta de una forma particular. Es un cantaor de extremos en ese sentido, sube a los altos y baja con facilidad, no se detiene en los medios ni los mantiene porque su ‘qué decir’ juega en esa liga»
Quiso acordarse de los maestros del cante de Graná en la soleá, aclarando que son cantes de Triana aliñados por las aguas del Genil y de quienes bebieron de las aguas sonoras de Sierra Nevada. Cantes de Pinea, Cobitos, Pepe el de Jun que a la postre son de Serva la Bari, del Portugués y de Paquirri, pero que hoy ya son casi más de Granada que del mundo porque la impronta de aquellos grandes intérpretes ha quedado en la memoria sonora de los cantaores granadinos. El Turry juega con modulaciones de su eco, pasando del bajo al alto sin despeinarse, dejando los medios en el olvido.
Miguel Ángel Cortes acompañó magistralmente. Supo ejercer su rol de escudero sin poder evitar inconscientemente que la guitarra le suena a gloria y que a cada nota sobresalía con respeto por encima del cante, y es que es muy difícil que su guitarra quede relegada a simple acompañante porque suena tan grandilocuente que hay que destaparse ante ella. Así, destacar que en las malagueñas tocó con precisión, sutileza y sensibilidad. No se puede tocar mejor. El Turry cantó las de Chacón y del Niño Vélez, que remató con una tanda de abandolaos de Juan Breva, fandango cercano al estilo de Juan María Blanco y remate por Frasquito Yerbabuena.
La segunda parte comenzó con farruca clásica. Seguiriyas mirando a Jerez y los Puertos con cabal de Diego el Lebrijano, que se escucha bien poco en los recitales y es de agradecer aún desdibujando los detalles, pero hay que quedarse con marcar la diferencia.
Donde de verdad expuso y ejecutó con solvencia fue en la media granaína y granaína. En la media, de nuevo miró a Morente y Lorca, Y de pronto no estaba el pájaro en la rama, y en la granaína a la ciudad, al Genil y al aroma moruno que tanto nos ha impregnado musicalmente.
Dejaría para el final una buena tanda de tangos de Graná, los de siempre, la Salve gitana, los del Camino, los Paraos y una buena elección de los de Enrique. Por ahí domina a la perfección aunque lleve el cante en los extremos. Se echa de menos que juegue con los tonos medios, que se busque por ahí. A petición del público, entregado, hizo un fandango con letra propia.
Ficha artística
Recital de cante de El Turry
Peña flamenca Eva la Yerbabuena (Ogíjares, Granada)
16 de mayo de 2025
Cante: Antonio Gómez el Turry
Guitarra: Miguel Ángel Cortés