Aunque no fue el único director que se pusiera al frente de una orquesta para acompañar a Paco de Lucía, el nombre de Edmon Colomer (Barcelona, 1951) pasó a la historia del flamenco por ocupar el atril en la grabación del Concierto de Aranjuez que el guitarrista grabó en Torrelodones (Madrid). Tantos años después, este músico mantiene un entrañable recuerdo del genio que le abrió las puertas de la música jonda y le invitó a compartir con él una insólita aventura.
– ¿Qué significaba el flamenco para usted antes de dirigir El concierto de Aranjuez?
– El flamenco ha estado rodeando la vida de toda la sociedad española, siempre. Conocer el flamenco y tomar contacto e interés por lo que significa, por los distintos palos y por los distintos especialistas, pues claro, esto ha formado parte de mi formación. Pero, además, siendo músico, el flamenco lo he asimilado a través de las obras de los grandes compositores que lo han incorporado, como el Falla de El amor brujo, La vida breve, las Alegrías de Roberto Gerhard, que también es un homenaje al flamenco… Y tantas otras obras que he dirigido y que me han, diríamos, familiarizado con este fenómeno.
– Y la figura de Paco de Lucía, antes de que se diera la oportunidad de colaborar con él, ¿qué suponía? Era un músico ya muy conocido en España, ¿verdad?
– Vamos a ver. Paco de Lucía, en el momento en que grabamos el Concierto de Aranjuez, era ya un icono. Era el guitarrista flamenco por excelencia. Era muy famoso y yo le conocía, desde luego que sí.
– Lo que sí había bastante era como ciertas reservas por parte de la guitarra clásica hacia lo que hacía Paco, ¿no? Recuerdo que Segovia, pero también Yepes, habían hecho ahí unas declaraciones. ¿Estaba usted al tanto de aquella tirantez que había entre la guitarra clásica y la flamenca, o cierto complejo de superioridad que tenía la clásica sobre la flamenca?
– Estuve absolutamente al tanto. Recuerdo unas declaraciones de Narciso Yepes que definía el sonido de la guitarra de Paco de Lucía como “un sonido muy feo” [risas]. La verdad es que sí. Podía haber, de hecho había, un cierto complejo de superioridad. También una cierta, yo diría, envidia. Porque, claro, técnicamente Paco de Lucía, sin ser un lector musical como era un guitarrista clásico, era capaz de resolver problemas técnicos que les eran muy difíciles de resolver a los clásicos. Por tanto, sí, había todos estos prejuicios que de alguna manera deterioraban la relación entre algunos de los guitarristas clásicos y Paco de Lucía.
– ¿Escuchó lo que Paco hizo antes del Concierto de Aranjuez con Falla?
– Sí.
– ¿Y le convencieron?
– Cuando hicimos la grabación, aún no había escuchado esta incursión de Paco de Lucía en la música de Manuel de Falla. La verdad es que no, lo escuché posteriormente, pero no antes.
«El mundo flamenco es un mundo que tiene características muy específicas. Una música, diríamos, ancestral que seduce y que penetra en el ser humano de una forma como no lo hacen muchas músicas populares. El flamenco tiene una fuerza admirable. Y nunca he pensado que el mundo flamenco deba tener ningún complejo de inferioridad con respecto a otros mundos y especialmente el mundo clásico»
– ¿Y qué le pareció?
– Bueno, me pareció espléndido, claro [risas]. Paco de Lucía era un músico nato. Con independencia de su formación académica, era algo que pasaba muy por encima de los conocimientos que se pueden aprender en un ámbito académico, en un conservatorio, en una escuela reglada. Todo esto lo superaba con su capacidad natural de entender la música que tocaba y su capacidad técnica de dominar la guitarra. Estos dos elementos, la comprensión de la música, que era algo natural, y el dominio técnico de la guitarra, eran los dos factores que hacían posible que Paco pudiera abordar todo tipo de estilos, especialmente los relacionados con la música flamenca.
– ¿Recuerda cómo fue el contacto para que acudiera con la orquesta a Torrelodones a grabar el concierto?
– Ha sido una de las experiencias más bonitas que he tenido en mi vida profesional, porque él apareció con toda humildad dispuesto a colaborar. Él ya había tocado el Concierto de Aranjuez de gira por todo el mundo, de hecho, y podría haberlo grabado con cualquier otra orquesta. Y en cambio, aceptó hacerlo con la orquesta de Cadaqués, que en aquel momento hay que reconocer que era una magnífica orquesta, pero no era una orquesta que estuviera en el mercado internacional, como podría haber sido la Orquesta de París, por ejemplo. Con lo cual él vino con toda naturalidad, toda humildad, se dejó llevar de una forma espontánea, nos entendimos muy bien, fue muy respetuoso con los músicos, pero hay que decir que nosotros también lo fuimos con él… Realmente la grabación transcurrió en este ambiente de cordialidad, de mutua confianza y de entusiasmo. Estábamos haciendo música y él la estaba elevando a la máxima potencia. Por tanto, solo tengo palabras de elogio para este momento, para este encuentro que fue tan singular.
– ¿Lo propició él? ¿La llamada fue suya?
– No, no, no. Fue a través de un agente de conciertos que nos hizo la propuesta y así surgió el proyecto.
– ¿No sabemos si tenía noticias de la orquesta de Cadaqués?
– Sí, seguro que sí, claro. A él ya le habían puesto en antecedentes, desde luego. La orquesta de Cadaqués hacía poco tiempo que había nacido y había nacido precisamente auspiciada por Alicia de Larrocha y Victoria de los Ángeles. Yo creo que fue un hito importante dentro del nacimiento de orquestas de este momento. Estamos hablando de los años 90, en torno a las celebraciones del 92…
– ¿Hubo muchos ensayos previos? ¿Cómo recuerda la preparación del concierto?
– La preparación del concierto fue muy ágil. Después de un encuentro personal entre Paco y yo, en el que intentamos ponernos de acuerdo en cómo había que abordar la grabación, cómo él entendía la música, los tempos, es decir, la rapidez o lentitud con la cual hay que tocar tal o tal movimiento… Todo esto sucedió en una primera sesión. Luego tuvimos un solo ensayo con la orquesta y luego fuimos a la grabación. Puede parecer sorprendente, pero Paco ya había tocado el concierto, lo conocía a fondo. La orquesta estaba hecha por músicos de lo mejor que había en este momento en Europa, e incluso en América. Era una orquesta muy, muy escogida y capaces de tocar una obra como ésta prácticamente sin ensayo. Y esto es lo que sucedió.
«Recuerdo unas declaraciones de Narciso Yepes que definía el sonido de la guitarra de Paco de Lucía como “un sonido muy feo” [risas]. Había un cierto complejo de superioridad. También una cierta envidia. Porque, claro, técnicamente Paco de Lucía, sin ser un lector musical como un guitarrista clásico, era capaz de resolver problemas técnicos muy difíciles de resolver para los clásicos. Sí, había prejuicios que deterioraban la relación entre algunos de los guitarristas clásicos y Paco de Lucía»

– ¿Él había trabajado previamente con José María Gallardo de Rey?
– José María Gallardo de Rey le ayudó a montar el concierto, pero lo había hecho mucho antes. Yo ya no tuve contacto con José María Gallardo. El trabajo previo lo hizo Paco meses antes porque tuvo que preparar la gira de conciertos que hizo por todo el mundo.
– Él trabajó con varias orquestas, ¿verdad?
– Sí. Él hizo una gira con el Concierto de Aranjuez con algunas de las mejores orquestas del mundo. No te diré cuántos conciertos hizo porque no lo recuerdo, pero sé que hizo varios conciertos con grandes orquestas. Y siempre tocó con directores distintos. Algunos de los directores más conocidos. Por esto, para nosotros fue un honor que nos propusieran hacer la grabación definitiva con él porque él podría haberla hecho con alguna de esas orquestas y no lo hizo. Fue para nosotros un privilegio.
– Según tengo entendido, sentía que era una música que podía sonar flamenca, pero estaba escrita como guitarra clásica. No sé si había que poner énfasis en algunos aspectos para que el flamenco saliera reforzado.
– Es una buena pregunta, pero también te voy a decir que tiene una respuesta sencilla. El contenido de la música tiene elementos que pueden encajar perfectamente con el espíritu de algunos de los palos flamencos. ¿Qué quiero decir con esto? Que, puesta esta música en manos de un guitarrista flamenco, en este caso Paco de Lucía, pues la música sin hacer ningún cambio, sin hacer ningún esfuerzo suplementario, solamente por el tipo de sonido que Paco de Lucía sabía sacar de su guitarra, simplemente por este hecho, ya se transformaba. O sea, ya se acercaba a este espíritu flamenco que, de hecho, como te digo, la misma música ya contenía desde su origen. Por tanto, no hubo que hacer ninguna adaptación. Simplemente fue su misma capacidad, su mismo sonido, su mismo carácter, el carácter que él daba a cada movimiento de la música. Con esto mismo, la música ya sonaba como Paco quería que sonara.
– También quería saber si ya Paco en aquel momento estaba familiarizado con la lectura musical o todavía era algo limitado a sus propias anotaciones, a su código personal.
– No, no, él trabajó según sus códigos. Yo sé que él leía muy poca música, o sea, no formaba parte de su formación. Pero él se aprendió el concierto de memoria. Se construyó un marco de referencia que le era, diríamos, favorable. Y luego la música la tocaba de memoria. O sea, no leía ninguna partitura, la tocaba de memoria, pero tocaba exactamente lo que había escrito Joaquín Rodríguez. Exactamente. No hizo ninguna concesión, ningún cambio.
– Claro, eso es una cosa que le escucho alguna vez comentar a José María Gallardo de Rey, que decía que normalmente los intérpretes del concierto se alivian de alguna forma en algunos pasajes y que, sin embargo, Paco se empeñó en hacer nota por nota, no dejarse ninguna. ¿Eso fue así?
– [Risas] Me estoy riendo porque acabas de poner el dedo en la llaga, ¿no? O Gallardo de Rey ponía el dedo en la llaga. Los guitarristas clásicos, incluso algunos de los más famosos, tenían que hacer alguna adaptación porque las dificultades técnicas son altas. Hay momentos en que el Concierto de Aranjuez es muy exigente técnicamente y no todos los guitarristas, por buenos que sean, están preparados o tienen la mecánica suficiente como para defenderlos estos pasajes. Paco sí que tenía estos recursos, ya te lo dije al principio. Recursos técnicos que de forma natural le permitían superar las dificultades de la partitura, y por esto Paco no hizo ninguna concesión.
«Paco de Lucía era un músico nato. Con independencia de su formación académica, era algo que pasaba muy por encima de los conocimientos que se pueden aprender en un ámbito académico, en un conservatorio, en una escuela reglada. Todo esto lo superaba con su capacidad natural de entender la música que tocaba y su capacidad técnica de dominar la guitarra»
– Me imagino que también sería como una especie de reto personal, que él era bastante aficionado a eso, ¿no?
– Claro.
– Luego, en el concierto, no podemos pasar por alto que estaba delante el propio Maestro Rodrigo, ¿no? ¿Eso era una responsabilidad añadida para todos?
– Desde luego, claro, desde luego. El Maestro Rodrigo ya era muy mayor en este momento, pero estoy seguro de que para él fue emocionante poder escuchar el concierto tocado por Paco de Lucía, aunque creo o puedo suponer que tendría sus reparos desde un punto de vista de sonido, de estilo. Es posible que él también tuviera algún reparo, pero no los mostró en absoluto, al contrario. Se sintió, al menos por la experiencia que tuvimos allí, feliz, y nosotros felices de que estuvieran allí también, claro está.
– Allí donde iba Paco, sobre todo en España, el teatro se llenaba de guitarristas, y parece ser que Paco llevaba muy mal los nervios de que tuviera a muchos compañeros casi, como dicen algunos, acechando el fallo o viendo cuando tropezaba. ¿Esa presión la sintió usted? ¿Tuvo la sensación de que la responsabilidad podía pesarle sobre los hombros?
– Paco de Lucía era un gran artista y como todos los grandes artistas, tenía nervios. Todos los tienen, pero la capacidad que tienen también es de superarlos y aparentar que estos nervios no existen. Y esta era la forma como yo recibí el mensaje. Paco estuvo aparentemente tranquilo, muy seguro de sí mismo, tocando el concierto, seguro que tendría nervios, pero sabía superarlos delante del público y delante de sus colaboradores musicales, en aquel momento la orquesta y yo mismo. Esta es la realidad. Yo creo que hay que quedarse con esta idea: Paco era, por encima de todo, un artista completo, y por tanto sabía lo que había que hacer en un escenario.
– Hay un consenso general en que Paco de Lucía estaba muy por encima de todos sus compañeros de la guitarra flamenca, que era el número uno, varios escalones por encima del siguiente. Todo el mundo está de acuerdo con eso, pero cuando pregunto en qué consistía esa genialidad, esa superioridad respecto a los demás, cada uno me da una respuesta distinta. ¿Usted cuál me daría?
– Se puede responder, como tú ya has dicho, se puede responder de muchas maneras. La mejor manera que se me ocurre para definir a Paco de Lucía y definirle en el contexto en el que nos encontramos, grabando el Concierto de Aranjuez, yo te diría que él, aparte del talento natural, era un artista muy riguroso. Todo aquello que parecía simple, y que él era capaz de hacerlo parecer simple, era fruto de mucho trabajo, fruto de mucho esfuerzo y mucho rigor artístico, y cuando digo artístico también incluyo técnico. Para tocar bien hay que estudiar, hay que prepararse bien, y esto yo creo que era la mejor cualidad de Paco: el rigor, el trabajo hecho a conciencia y evidentemente un talento natural, que le permitía llegar muy lejos. No te digo si más que otros, no me voy a definir aquí, pero sí que le permitía llegar muy lejos, esa es la verdad.
– ¿El contacto profesional le permitió acceder a la persona en algún aspecto? Quiero decir, ¿el lado humano de Paco pudo descubrirlo de alguna manera, o fue solo ese contacto de esos ensayos puntuales?
– Siempre, cuando se colabora con algún artista la personalidad aflora y la necesidad de relacionarse lo mejor posible con este artista forma parte del trabajo. Te lo voy a explicar de una forma distinta: cuando trabajas con un artista no puedes separar la parte específicamente artística de la humana, porque una lleva a la otra. Paco, como te dije al principio, era un artista modesto como persona. Él nunca apareció con ningún tipo de arrogancia. Al contrario, siempre dispuesto a colaborar, dispuesto a dejarse aconsejar si era necesario, cosa que prácticamente no fue necesaria… Y muy cordial de trato, muy cordial y además muy espontáneo. Él podía grabar con un cigarrillo en la mano y un pequeño café en una mesita al lado. Esto me parecía muy simpático. Esto no es habitual en nuestro ámbito clásico, y me pareció un elemento de interés y de simpatía que yo valoré muchísimo. El lado humano de Paco de Lucía afloró en este poco tiempo que tuvimos de trabajo en conjunto.
«Puesta esta música en manos de un guitarrista flamenco, solamente por el tipo de sonido que Paco de Lucía sabía sacar de su guitarra, simplemente por este hecho, ya se transformaba. O sea, ya se acercaba a este espíritu flamenco que la misma música ya contenía desde su origen. Por tanto, no hubo que hacer ninguna adaptación. Simplemente fue su misma capacidad, su mismo sonido, su mismo carácter. Con esto mismo, la música ya sonaba como Paco quería que sonara»

– ¿Volvieron a tener contacto tras la grabación?
– Pues no, la verdad. No volvimos a tener contacto. Yo me enteré de su muerte al cabo de un tiempo, una triste noticia, porque fue demasiado pronto… Y nada más. El recuerdo de un contacto efímero pero muy intenso se ha mantenido hasta hoy.
– ¿Siguió de alguna forma su trayectoria? ¿Escuchó otras grabaciones que hizo después o ya cada uno tomó su camino?
– Bueno, yo de Paco antes y después siempre le escuché grabaciones, sí, claro que sí. Pero no del Concierto de Aranjuez porque esta, que yo sepa, es la única que hizo. Ahora yo te digo, yo me quedo con la experiencia singular de esta colaboración. Guardo un recuerdo memorable y espero que así sea para siempre.
– Creo además que también para la guitarra flamenca en general fue, en cierto modo, un baño de autoestima, como también cuando debutó Paco en el Teatro Real. A una música que estaba un poco acomplejada le dio a los flamencos un vuelo.
– Yo no estaría de acuerdo en que la guitarra flamenca tuviera este complejo, no sé si te entiendo bien, de inferioridad. No, yo creo que es un mundo que tiene sus características, que tiene su fuerza, su autonomía respecto al mundo clásico y no tenemos por qué situarlo en escalas de valores distintas. Sí, evidentemente, son escalas de valores distintas, pero ninguna está por encima de la otra. O sea, el mundo flamenco es un mundo que tiene características muy específicas. Una música, diríamos, ancestral que seduce y que penetra en el ser humano de una forma como no lo hacen muchas músicas populares. El flamenco tiene una fuerza admirable, yo creo que esa es la palabra, admirable. Y nunca he pensado que el mundo flamenco deba tener ningún complejo de inferioridad con respecto a otros mundos y especialmente el mundo clásico. Son dos mundos distintos.
– Yo me refería más bien a la época de las fiestas para señoritos, que quizás conoció más el padre de Paco Lucía que el propio Paco.
– Bueno, todo tiene su contexto. Una cosa es la esencia y otra cosa es el contexto social. La esencia del flamenco es un tesoro. El contexto social en el que se ha desenvuelto y se ha desarrollado y se ha ido amalgamando con otras formas de música, hay que analizarlo en cada momento según se ha manifestado. Pero lo que es esencialmente el flamenco es un tesoro, no se puede negar.
– ¿Ha tenido la tentación alguna vez de volver a colaborar con un guitarrista flamenco?
– Sí, lo hice con Cañizares. Creo que hicimos el concierto de Aranjuez con Cañizares.
«El Maestro Rodrigo ya era muy mayor en este momento, pero estoy seguro de que para él fue emocionante poder escuchar el concierto tocado por Paco de Lucía, aunque creo o puedo suponer que tendría sus reparos desde un punto de vista de sonido, de estilo»
– ¿Y cómo fue?
– Bien también, claro. Pero no hicimos ninguna grabación. Fue simplemente en concierto, en directo.
– ¿Y ya estaba aquello bien engrasado o hubo que replantear alguna cosa?
– No, no. También fue muy fluido. Bueno, recuerdo hace muchos años de esto, pero tengo muy buen recuerdo también de esta colaboración.
– De hecho, creo que, corríjame si me equivoco, en el concierto de Torrelodones, después del concierto con la orquesta, salían Paco con Cañizares y con su sobrino, con José Mari Bandera, a hacer algunos temas ellos solos. ¿Es posible?
– Sí, sí, sí. Ya nos conocíamos de aquel tiempo, bueno, no solamente de un contacto esporádico, nada más. No había más que esto porque en aquel momento mi interés estaba centrado en el concierto que grabamos con Paco. El resto del programa que él hizo con Cañizares, yo lo escuché, me acuerdo, pero no tuvimos un contacto muy específico.
– Sí, luego Cañizares se metió también con Albéniz, ¿no?
– Sí, sí, pero no colaboramos en eso.
– Ya casi para terminar, ¿el recuerdo de Paco Lucía le visita a menudo? ¿Le viene a la cabeza de vez en cuando?
– Yo creo que a lo largo de esta entrevista ya te he dado la respuesta, ¿no? [risas] Te digo que esta experiencia artística forma parte de mis experiencias de referencia. Por suerte he tenido algunas muy, muy profundas, que forman parte de mi vida artística. Pues una de ellas es mi colaboración con Paco de Lucía.
– Si tuviera que proponerle hoy a algún guitarrista flamenco una nueva aventura de este tipo, ¿hay alguna partitura que le apetezca especialmente?
– Bueno, el repertorio clásico de la guitarra bebe en buena parte de la música popular, y como sucede en el Concierto de Aranjuez, contienen referencias a la música andaluza y al flamenco en concreto. No sé, podríamos hablar quizá de El Burgués gentilhombre del propio Rodrigo, pero también de obras más contemporáneas, gente que ha explorado muy seriamente en el mundo del flamenco. Por ejemplo, Feliu Gasull, que ha compuesto obras para guitarra incorporando este espíritu de la música flamenca. No puedo dar más nombres porque tendría que hacer un poco de investigación, pero claro que hay obras que podrían abordar guitarristas flamencos siendo clásicas.
– Esto no se acaba nunca.
– Claro que no, sobre todo cuando la música es buena. ♦
Gracias!