A lo largo de los años, paso a paso y espectáculo tras espectáculo, Chloé Brûlé-Dauphin se ha convertido en un nombre imprescindible en la escena flamenca sevillana. La canadiense llegó a España siendo una muchachita y muchos espectadores hemos crecido viéndola madurar, disfrutando de su personalidad, su elegancia y su frescura, a menudo junto a su compañero, Marco Vargas. No ha necesitado presumir de denominación de origen ni de abolengo jondo alguno para hacer su camino, porque siempre ha tenido cosas que decir. Ahora, dejando por una vez el escenario para centrarse en la dirección y la coreografía, vuelve a dejar su sello.
Las yeguas es el título de la nueva propuesta que estrenó esta semana en el Teatro Central de Sevilla. Un trabajo donde lo teatral y lo dancístico se reparten casi al fifty-fifty para poner el foco en el papel de las mujeres como articuladoras de la comunidad y sostenedoras de la vida. Las protagonistas son Inés, que ve derrumbarse la vivienda familiar durante una tormenta, y Alma, su bisabuela, que acude desde el más allá para auxiliarla y recordarle de dónde viene. A través de las conversaciones entre ambas, las fotografías, las cartas y los documentos, pondrán en pie la memoria familiar sobre las ruinas de la casa.
Una escenografía sobria pero efectiva, muy bien iluminada, acoge a las intérpretes en ese encuentro intergeneracional donde se van a ver confrontadas ideas como la fe, la maternidad o las relaciones amorosas. Al tiempo que las dos aprenden a comprenderse mutuamente, se entienden mejor a sí mismas, y lo hacen a través de múltiples registros que van de la tragedia al desenfado, rozando en algún momento (solo rozando) el melodrama.
«Aunque una parte del público necesite un etiquetado preciso de los productos escénicos que consume, me encanta que el flamenco aparezca en un montaje de manera natural, perfectamente integrado en el conjunto, dialogando y hasta diluyéndose con elementos extraflamencos»

Cabe señalar que tanto Tamara Arias de Saavedra en el papel de Alma como Ana Salazar en el de Inés asumen un trabajo actoral más que convincente, con una carga de texto considerable. De hecho, a muchos no nos hubiera importado nada que se las aliviara un poco de la palabra e inclinar la balanza hacia el costado del baile. En este sentido, la flamencura la enarbola en todo momento Salazar. Resulta evidente que no se trata de enfatizar nada, es su lenguaje, una forma de ser y respirar para ella, incluso cuando zapatea sobre la bellísima música de los hermanos Gutiérrez, aunque también es capaz de despedirse cantando por toná. Arias de Saavedra, por su parte, despliega su notable empaque como actriz, sin tampoco olvidarse de cantar y bailar con encanto.
Aunque una parte del público necesite un etiquetado preciso de los productos escénicos que consume, con el detalle del porcentaje de flamenco que contienen, lo mismo que se especifican las grasas saturadas de un alimento en lata, personalmente me encanta que el flamenco aparezca en un montaje de manera natural, perfectamente integrado en el conjunto, dialogando y hasta diluyéndose con elementos extraflamencos. Casi me veo tentado a preguntarme por qué no hay en España muchas más propuestas teatrales que incorporen la gramática o el vocabulario flamencos. No será por falta de intérpretes.
Tras un estreno algo accidentado el sábado (una indisposición entre el público que obligó a pausar la función), este domingo echaron a cabalgar al fin estas yeguas de ayer y de hoy a las que solo cabe desearles, en fin, una larga y feliz galopada.
Ficha artística
Las yeguas
Teatro Central, sala B. Sevilla
Días 15 y 16 de mayo de 2025
Texto y dirección: Chloé Brûlé-Dauphin
Coreografía: Chloé Brûlé-Dauphin, Ana Salazar.
Interpretación: Ana Salazar, Tamara Arias de Saavedra
Espacio escénico y dirección de arte: Antonio Godoy.

