“La saeta es un grito desgarrado, un eco que resuena en los corazones de quienes viven y sienten la semana más sagrada como se siente aquí, en Huelva, tierra querida donde la sal del mar se mezcla con la esencia de la fe y la devoción cristiana. En esta tierra encuentra voces que expresan su más emotivo sentimiento. Las mujeres de esta peña nos enseñan que la saeta no tiene dueño, como no tiene dueño el alma flamenca. (…) Es la voz de las mujeres de esta peña. La saeta no es sólo un canto de lamento, es también un grito de lucha, es una llamada de vida, una plegaria de redención. Una tradición que no se detiene. Es un canto que se eleva a los cielos infinitos con toda esa fuerza humana, recordando aquellos momentos vividos en propia carne. Aquellas horas en la que aprendimos a venerar nuestras creencias cogidos de las manos maternas y que ahora transmitimos a quienes nos continúan en la fe de la vida, en la fe del amor y en la fe de la esperanza y la divina liturgia, el canto más doliente. A ustedes mujeres flamencas de Huelva que mantenéis viva la llama de la saeta, que rezáis por la emoción que sólo el flamenco puede transmitir, dedico esta exaltación”.
Bellísimo primer fragmento el que Carmen Arjona nos regalaba en esta noche cofrade en la Peña Flamenca Femenina de Huelva.
Sobre un escenario con una atrezzo eminentemente cofrade, presidido por la Virgen de la Esperanza de Huelva y por dos obras del artista onubense Miguel Verdejo, en el que se representa un busto con el rostro de Jesús de Nazaret y una pintura a carboncillo de la Macarena, nos dimos cita aficionados y aficionadas de la capital y provincia para vivir uno de los momentos más emotivos de esta cuaresma. La periodista y doctora en flamenco, colaboradora habitual de esta tribuna, Carmen Arjona Pabón, nos deleitaría con su visión sobre el cante por saetas y el arraigo de este en el acervo popular de nuestra tierra haciendo hincapié en la contribución de la mujer a tal cante. La periodista malagueña, presentada por el intelectual cofrade onubense José Antonio Castilla, se subía por vez primera al ágora que representa el escenario de la entidad onubense. En él fue desgranando su particular visión del singular palo que sirve de rezo cantado en este tiempo litúrgico. Una exaltación directa al corazón de los presentes. Como buena flamenca que es, Carmen supo templar los tercios de su discurso, darles el calor y consistencia justos. No hubo excesos, sólo la medida exacta para elevar el vello de aquellos que hemos sido testigos de sus palabras. Palabras que en la voz de una flamenca con la sensibilidad que ella posee se convierten en miel para los oídos y tensan la cuerda del arco con el que la saetera debe asaetar al doliente, ya sea el mesías o su dolorosa madre.
«La saeta es un canto que se eleva a los cielos infinitos con toda esa fuerza humana, recordando aquellos momentos vividos en propia carne. Aquellas horas en la que aprendimos a venerar nuestras creencias cogidos de las manos maternas y que ahora transmitimos a quienes nos continúan en la fe de la vida, en la fe del amor y en la fe de la esperanza y la divina liturgia, el canto más doliente»

Se acordó Carmen de las advocaciones de la tierra onubense y fue intercalando la actuación de las saeteras entre la lectura de la exaltación. Fue Helga Molina quien abrió por siguiriyas el recital saetero. “Cada saeta interpretada, cada verso que sale de unos labios, tiene un pedazo de la historia más profunda de esta tierra”, proseguía la exaltadora acordándose también de aquellos que sufren calvarios en nuestros días. Llamó a la veterana aficionada Loli López, para que imaginara que Jesús Nazareno y su madre, María Santísima de la Amargura, cruzaban por delante de ella. No lo dudó y nos regaló su experiencia y pellizco flamenco. Para Carmen “la saeta es la música que acompaña al penoso caminar” y avisa a María Ángeles Cerrejón que el capataz le está acercando a la Virgen de la Victoria. Ésta no duda en elevar su cante a la madre que reina en el barrio del Polvorín de nuestra capital. «Mujeres de Huelva que habéis sabido llenar de compás, de alma, de pasión y de fuerza las saetas, no dejéis de cantar. Que nunca se silencie vuestra voz (…) Que nunca se borre la sensibilidad que empaña vuestro arte (…) Ese es vuestro poder”. Es María Emilia Rodríguez quien rompe su cante por toná, a pesar de que se hace un nudo en su garganta, para mirar a los ojos al Santísimo Cristo de la Fe, aquel que vela al barrio de Viaplana. “La saeta no solo se canta, la saeta se entrega (…) Es voz verdadera del pueblo (…)”. Seguidamente, pide a Trinidad Navarro que calme el dolor del crucificado. La siguiriya pregunta quién le ha crucificado, quién le ha coronado de espinas, quién le ha herido en el costado, y pide al capataz que le pare el paso para poderle cantar.
Reivindica la exaltadora la importancia de esta peña. Un lugar de encuentro y refugio en el que las mujeres a pesar de sus históricas dificultades elevan su voz para ser escuchadas. Cada saeta es un mensaje que debe ser vivido. Este es un mundo de rosas, pero también de espinas. “Eso me enseño mi madre”, dice Carmen. Y con un ‘viva la Peña Femenina de Huelva’ y un ‘viva Huelva’ instaba de nuevo a Trinidad Navarro para que cantara esta vez a la Esperanza Macarena. Ahora la voz de la flamenca onubense nos deleita con el tema madrugá en Sevilla.
Y con las sinergias de emociones contenidas, el abrazo entre exaltadora y Peña se hace presente. Desde ese último segundo, Carmen Arjona quedará para siempre en la memora colectiva de una Peña singular, de un ágora que por su peculiaridad es diferente y al mismo tiempo diverso.
Ficha artística
Exaltación a la Saeta 2025
Peña Cultural Flamenca Femenina de Huelva
10 de abril de 2025
Presentador: José Antonio Castilla Domínguez
Exaltadora: Carmen Arjona Pabón
Saeteras: Helga Molina Brito, Loli López, María de los Ángeles Cerrejón, María Emilia Rodríguez y Trinidad Navarro