Érase una vez una discográfica independiente comandada por un tal Mario Pacheco (Madrid, 1950 – 2010), productor musical que había trabajado en La leyenda del tiempo de Camarón y en el diseño de portadas de Morente, que en los años 80 y 90 impulsó un concepto trasgresor conocido como «nuevo flamenco». Se llamada Nuevos Medios. Aquella santa casa puso en circulación emblemáticos discos de artistas como Pepe Habichuela, Ketama, Pata Negra, Martirio, Ray Heredia, La Barbería del Sur, Poveda, Duquende, José el Francés, etcétera. Es el germen de Limbaé –en caló, ‘vuelta’ o ‘regreso’–, esto es, Nuevos Medios en feliz sociedad con Sony Music España para recuperar el espíritu de dar voz a los jóvenes flamencos actuales, los emergentes y los consagrados, y proyectarlos en la cultura audiovisual. Hablamos con Josemi Carmona (Madrid, 1971), el célebre guitarrista, compositor y miembro de Ketama, que ejerce aquí de director musical.
– Un ejercicio de arqueología y resurrección de aquel histórico Nuevos Medios. Qué proyecto tan bonito, ¿no?
–Sí, bueno, no es mi proyecto. Yo estoy participando en él como una especie de director musical, entre comillas, porque ejerzo ese trabajo con María Pacheco, que es la hija de Mario. Todo esto nace porque no sé si sabes que el proyecto de Nuevos Medios empezó con un disco de mi padre, Pepe Habichuela: A mandeli (1983). María y yo siempre quisimos hacer algo juntos, pues hemos tenido muy buena relación. Así llegamos a un punto en el que hubiese jóvenes flamencos, unos más desconocidos y otros con más nombre. Un proyecto para poder enseñar algunas cosas que se hacen partiendo siempre desde el flamenco. No tiene por qué ser flamenco puro, pero sí que se basaran en esas raíces. Y a partir de ahí, hicimos un vídeo con Lin Cortés junto a Alana Sinkëy y Miryam Latrece, dos artistas de jazz. Después seguimos con José del Tomate e Ismael de la Rosa ‘El Bola’. Ahora estamos con otro tema de Lin Cortés solo a piano, que hace un recuerdo a Ray Heredia. Y bueno, pues con la ilusión y un poco la incertidumbre de poder seguir con el proyecto, porque yo creo que estos proyectos que son así tan especiales necesitan una maduración, continuidad para consolidarse. Estamos empujando de la mejor manera que podemos. Yo estoy ahí en una labor como de ojeador, digámoslo así. Pensar en compañeros. A mí me gusta mucho la producción musical, y ya hay artistas que me están llamando para poder participar en Limbaé.
«Tener un vídeo de calidad, recibir el asesoramiento mío y de María Pacheco. La intención es seguir empujando el flamenco, crear encuentros entre artistas diferentes, hacer como una casa donde la gente haga nuevas cosas»
– Decís que vais a fichar a artistas que necesitan que les den voz. ¿Los jóvenes intérpretes de flamenco están especialmente faltos de ese empujón, ese coqueto atril?
– Más que fichar, se trata de apoyar. Los artistas no son nuestros. Aquí viene alguien a hacer su vídeo y después ya sigue por ahí currando. Mira por ejemplo el primer tema, que salgo yo con Lin y con Miryam. Fue una propuesta de Lin juntándonos a todos. Estuvimos de acuerdo y de ahí ha nacido un proyecto para hacer cosas juntos. Está claro que hoy en día la gente puede hacer su disco y lo puede lanzar fácilmente, pero la parte audiovisual es importante. Estar de la mano de un sello o envuelto en una idea procedente de un proyecto anterior, que son los Jóvenes Flamencos, yo creo que ayuda, que le da un poco de peso al artista. Tener un vídeo de calidad, recibir el asesoramiento mío y de María Pacheco. La intención es seguir empujando el flamenco, crear encuentros entre artistas diferentes, hacer como una casa donde la gente haga nuevas cosas. Un arma más para apoyar a esos artistas. Pero no vamos a apoderarnos de ese artista, a utilizarlo para royalties o conciertos. Es solo un sitio para enseñar una parte de su arte.
– ¿Hay ahora mismo una escena especialmente interesante para rastrear?
– Yo creo que sí. Hay muchos artistas muy buenos, muchos guitarristas buenos, muchos cantaores buenos, muchos bailaores buenos. Hay muchos que son muy conocidos, como dice Jorge Pardo, otros que son menos conocidos y otros que son totalmente desconocidos. Todo lo que esté hecho con arte y sinceridad, con ganas de ayudar a los artistas, yo creo que es positivo. Esa es nuestra intención. Porque el espíritu de Nuevos Medios, en el que yo tuve la suerte de participar, era eso: una casa donde tú podías mostrar cosas que no se veían en otro lado. Eran los tiempos del primer disco de mi padre, después los discos de Ketama y Pata Negra. Por ahí pasaron Miguel Poveda, el Tomate, José el Francés, la Aurora, Ramón el Portugués, Guadiana, el Ray Heredia… No era un sitio de negocio, era un sitio de arte. Había una parte para subsistir, que la estructura fuera equilibrada. De hecho, en el caso de Ketama o de otros artistas, llegaba un momento en que necesitabas que tu arte llegara a más público y te dejaban libre. No era una cosa tan cerrada como una multinacional. Era una discográfica más enfocada a hacer cosas buenas. Yo he ido donde Mario y le he pedido dinero para comprarme un aparato que creía que me venía bien para componer y él me lo ha dejado como inversión, ¿entiendes? Era un concepto muy moderno, a pesar de que eran los años 90. Ahí está el catálogo de Nuevos Medios, que es parte de la música española.
«Yo digo que no es lo mismo unas papas con pescado que un pescado con papas. Las dos cosas te pueden gustar. Está bien que la gente diferencie lo que sale del flamenco a lo que viene de otro lado. Puede ser que te guste igual o más»
– ¿Limbaé va a guiñarle el ojo a las voces de vanguardia o a las más tradicionales? ¿Un poco de todo?
– Si ves los vídeos que han salido hasta ahora, el primero fue una letra de Lorca, que es un tema de Lin. Una canción más moderna, digámoslo así. Luego está cantando El Bola por soleá, una soleá muy pura, con el Tomate acompañándole. Después el hijo del Tomate hace una versión de la zambra, la del Niño Miguel. Ha salido también una bulería de El Bola… La idea es que conviva la música que hacemos los flamencos desde el flamenco. Yo digo que no es lo mismo unas papas con pescado que un pescado con papas, y las dos cosas te pueden gustar. Está bien que la gente diferencie lo que sale del flamenco a lo que viene de otro lado. Puede ser que te guste igual o más. Más que por la separación de hacer grupos, es más por la información a nivel del oyente. Hay gente joven que se hace su disco y que le cuesta hacer su parte audiovisual de calidad. Tienen ganas de probar cosas, encuentros que se pueden hacer. Ahí es donde puede estar Limbaé, intentando buscar una estética en lo musical y en la forma de hacer audiovisual que nos identifique, todo hecho con mimo.
– Desde tu amplio bagaje profesional, ya sea como músico, compositor y productor, incluso como miembro de Ketama, ¿ves el flamenco como un arte minoritario o piensas que el flamenco vende? ¿Limbae es un proyecto concebido para llegar a grandes audiencias?
– No lo hemos planteado. Es cierto que yo no entiendo el hecho de ser minoritario como algo malo, o sea, con que subsista la cosa, con que pueda subsistir… Hay artes que son muy minoritarias y debe ser así. Es arte para artistas. Esto es algo muy relativo. Yo creo que hoy en día hay un gran interés por el flamenco, por todo lo español. También a nivel internacional, con artistas de fuera que vienen para acá. Todos piden estar con flamencos. Y ves que la gente urbana se acerca mucho al flamenco, que está coqueteando con ritmos que naturalmente han sido nuestros, entre comillas, entendiendo «nuestro» como una cosa en positivo. Hacer una bulería, o hacer los dejes en la voz. Yo creo que es un buen momento. El tema comercial tiene su importancia, por supuesto, porque yo vivo de esto, tengo que dar de comer a mis niños. Hay muchas familias que comemos de la música. Pero creo que el artista debe ser honesto consigo mismo. Yo he pasado por momentos de mucho éxito con Ketama, y sigo viviendo desde otro sitio, que es el sitio de un guitarrista flamenco. Me acerco a otras músicas. Me siento orgulloso de ser honesto conmigo mismo, de hacer lo que me gusta, de hacer música con compromiso e intentar dedicar todas las horas y la atención que necesita la música. La responsabilidad de hacer música desde el corazón.
«Hoy en día hay un gran interés por el flamenco, por todo lo español. También a nivel internacional, con artistas de fuera que vienen para acá y piden estar con flamencos. Ves que la gente urbana se acerca mucho al flamenco, que está coqueteando con ritmos que naturalmente han sido nuestros»
– Si miras hacia atrás, ¿orgulloso del camino recorrido?
– Yo cuido lo que hago, le pongo mucho cariño. Si miro así con la lupa más grande, veo que mi camino ha tenido sentido. No he entrado en las cosas que no me han gustado. He hecho algunas pruebas que me han aportado cosas, pero en las que no he profundizado más porque no me han llamado la atención. Y otras que sí. Pero más que revisar el pasado, yo tengo las miras al futuro. Ahora estoy con un quinteto, ayer estuvimos tocando en Orense, anteayer en Madrid, ahora vamos a Suiza. Estoy muy ilusionado, porque es un recorrido por mi vida, por mi música. Empecé con una granaína en la que me acuerdo del Tío Sabas, de mi tío Juan, de mi padre… Y después también hacemos canciones más modernas, siempre desde mi corazón flamenco. Aún sigo con muchas ganas de aprender y de compartir. Eso es lo más importante, porque es lo que me mantiene vivo.
– ¿Sientes que a tu padre, el gran Pepe Habichuela, se le reconoce su valor como gran maestro de la guitarra flamenca?
– A nivel popular, su nombre es importante. A la gente le suena. Yo creo que en España la guitarra es un mundo complicado, a nivel comercial es muy difícil. Lo que sí tiene sin duda es el reconocimiento de todos los artistas y del mundo del arte, eso es importante. Ahora vamos a hacerle un homenaje, porque él ya tiene 80 años. Va a empezar a dejar de tocar en directo. Vamos a hacérselo en las Noches del Botánico y ya tenemos en la lista de artistas que se han sumado a gente como Ángeles Toledano, la Carrasco, la María Terremoto, el Farru… Bueno, son compañeros que al final van a intentar darle las gracias a las personas que nos han abierto el camino, como el caso de mi padre y de muchos otros que afortunadamente son los culpables de que nosotros estemos aquí. ♦
