Hoy en día, gracias principalmente a la labor de Antonio Mairena y otros que han seguido su línea, todo aficionado serio es capaz de identificar numerosos estilos de soleá, de siguiriya e incluso de tonás. Pero los tangos, en compás binario, suelen quedar como asignatura pendiente para muchos, y una sutil mala prensa parece insinuar que no son dignos de tanto estudio como otras formas. Sin embargo, contemplando la variedad de los tangos, me consta que casi hay tantos estilos y comarcas diferenciables como los hay de soleá, una riqueza sorprendente. Aunque no suele haber atribuciones específicas de los versos, cada zona tiene su sabor inconfundible, y poder apreciar las características de cada una no sólo contribuye al placer de oyente, sino que es nuestro deber de buen aficionado.
A primera vista se nota que la rama de los tangos, incluyendo los tientos (pero no los tanguillos, que tienen un camino distinto), hace uso de más música, melodías más variadas y complejas, o un mayor surtido de acordes, a diferencia de soleá/siguiriya que emplea armonía limitada, sin que esto signifique que los cantes asociados sean más sencillos, más bien lo contrario: a más pelada la música, más puede y debe aportar el cantaor o cantaora.
Antes de la apertura en el cante provocada por Camarón, se podía hablar de un acervo variado, pero más o menos fijo, de estilos identificables de tangos. No obstante, en las siguientes décadas, los tangos han adquirido la misma capacidad de asimilación que vemos en la bulería. Aparte de los estilos tradicionales, cualquier canción popular, folklórica u original se canta como tangos.
De las tradicionales variantes del cante por tangos, las principales son las siguientes:
Tango de Cádiz. Son los tangos más conocidos e interpretados. Tienen un formato musical y poético paralelo al de la soleá, es decir, versos de 3 o 4 líneas de 8 sílabas, con o sin repeticiones al gusto del cantaor. Están en la escala flamenca o frigia, y admiten coletillas o estribillos ligados al verso principal como escuchamos a menudo por alegrías. Los más grandes intérpretes de los tangos de Cádiz han sido los maestros gaditanos de siempre: Aurelio Sellés, Manolo Vargas, Pericón de Cádiz, Perla de Cádiz, Beni de Cádiz o el muy añorado Chano Lobato entre otros. Al menos un estilo de tangos es atribuible a Jerez, el de Frijones.
Tango extremeño. Estos tangos no andaluces fueron casi desconocidos para la afición hasta que Porrinas de Badajoz los pusiera de moda, y Camarón de la Isla los popularizó aún más a raíz de su contacto en Madrid con Juan Cantero, Ramón el Portugués, Guadiana o Marelu. También están en la escala andaluza con un sabor deliciosamente antiguo, y a menudo se rematan con estribillos cantados en coro. Además de los cantaores mencionados, también se destacan en estos cantes la Kaíta o Remedios Amaya, y los desaparecidos Indio Gitano y Antonia la Negra.
Tangos de Málaga: del Piyayo y de la Repompa. Son los tangos que mayor confusión provocan, porque son considerados estilos malagueños, entonces “tangos de Málaga” puede ser cualquiera de los dos. Para mayor complicación, los llamados “de la Repompa”, en realidad son de la Pirula, madre de la Cañeta, y fue la Repompa, hermana mayor de la actual Repompa, quien los popularizó. Aunque para la mayoría de los aficionados son tangos de origen malagueño, el maestro Fosforito afirma que son cantes originarios de Granada.
«Antes de la apertura en el cante provocada por Camarón, se podía hablar de un acervo variado pero más o menos fijo de estilos identificables de tangos. En las siguientes décadas, los tangos han adquirido la misma capacidad de asimilación que vemos en la bulería. Aparte de los estilos tradicionales, cualquier canción popular, folklórica u original se canta como tangos»
Tangos de la Repompa tienen un aire muy flamenco y melodías distintivas. Hay cuatro o cinco estilos característicos, en la escala flamenca, interpretados a un ritmo vivo. Alguna vez se bailan, pero no es lo habitual. Siempre buscaremos las antiguas grabaciones de la Repompa para conocer el sabor de estos tangos.
El Piyayo fue un bohemio que pasó parte de su juventud en Cuba hacia finales del siglo XIX. Los tangos que se le atribuyen pueden ser espinelas de diez estrofas, o el formato convencional de cuatro líneas. La característica melodía coquetea con las escalas mayor y menor, aportando un aire caribeño, y los versos hablan de la pobreza, la cárcel o experiencias del Piyayo en el ejército en Cuba. Se interpretan con un ritmo relajado y lánguido, muy apto para el baile, y que Antonio Gades logró poner de moda en los años sesenta.
Tangos de Triana. Según Mairena y Molina, “en Triana siempre se cantó por tangos para bailar, y por lejos que remontemos en su historia, la tradición oral gitana confirma su existencia”. Hay antiguos tangos trianeros en la escala flamenca, como los que popularizó La Niña de los Peines que fue una gran intérprete y creadora de estos cantes.
Hay otros tangos también netamente trianeros que son los del Titi, cultivados y popularizados por Naranjito de Triana y grabados por Fosforito, Manuel Vallejo y Antonio el Sevillano entre otros. Estos tangos tienen un baile asociado con movimientos sugestivos y hasta cómicos. Se pueden confundir con los tangos del Piyayo ya que se sitúan en la misma escala menor que éstos.
Tangos de Granada. Otro sabor inconfundible por tangos, el palo por antonomasia de Granada que forma la base de cualquier reunión o espectáculo en aquella zona. El cantaor granadino Juan Pinilla me dice que hay alrededor de ocho variantes de tango de Granada, desde los merengazos, con mucha velocidad, hasta los tangos paraos, que no se bailan y llevan un ritmo muy reposado.