En un concierto para voz y guitarra en el que el instrumento brindó su doble faceta actual de concierto y acompañamiento, Segundo Falcón evidenció en la jornada de ayer una ágil y diáfana exposición de matices cantaores, de tiempos vivaces y audaces contrastes dinámicos, mientras que los guitarristas patentizaron su acreditada calidad, tan contrastante, y acrisolado refinamiento discursivo.
Entre dos guitarras ha sido un concierto más sin programa que echarse a los ojos, falla que evidencia la Bienal de Sevilla desde tiempos remotos, sobre todo en foros de esta edición como el Teatro Alameda o en el Espacio Turina, donde Falcón presentó la estética de una puesta en escena ágil en el movimiento y sucesión de cuadros, bifurcándose la propuesta entre la guitarra en solitario y el ulterior cortejo al cante, traduciéndose el recital con una grata musicalidad y precisión.
El primer brillo de la jornada recayó en la guitarra de Rafael Rodríguez, que demostró su hondo talento en Tu luz, concebida para crear atmósferas, para delinear una seguiriya hábilmente coloreada de jondura y a través de una sonoridad de cuerdas de flamenca exquisitez, expandiendo la música lentamente hasta penetrar en el corazón de los asistentes, al tiempo que exhibía una técnica clara y sencilla pero ágil, precisa y transmisora, cargada de tensión, contrastes y vivacidad, rasgos que presidieron el esplendor del guitarrista sevillano.
Paco Jarana, por su parte, abordó unos fandangos, La Tuli, plenos de barroca musicalidad, pues no le afecta caer en excesos. Fue sin duda una ejecución de gran personalidad, matizadísima y de una armonía descollante, acompañada no sólo con la lógica conjunción, primor y equilibrio de los compases ternarios y la percusión, sino también con intensidad y tensión propias de la identidad del instrumentista nazareno, que destacó por el sentido de la construcción de la pieza, los clímax y la profundidad que atesora.
«La voz de Segundo Falcón destacó por su impoluto trazo melódico, por su riqueza temática y de rítmica precisa y ajustada, pero en el que disfrutamos de muy buenos detalles instrumentales merced a dos guitarras de primera, las de Rafael Rodríguez y Paco Jarana, de alta capacidad de concentración, gesto claro y conminativo, sentido del ritmo y de las proporciones»
El segundo bloque quedó a favor de Segundo Falcón, lanzado desde el inicio a la búsqueda permanente y fructuosa de la granaína, con registros morentianos, y la media granaína, en la que aludió a su mujer, la admirada bailaora Fali, con lo que confirmó una composición con un sonido perfumado y áureo, con un fraseo generoso, de una cuidada realización, y con un flujo melódico siempre presente pero sin apelar a lejanas y expresivas explosiones.
A partir de ahí la propuesta nos retrotraía a la que allá por julio presentó en la Fiesta de la Guitarra, de Marchena, de ahí que exhibiera La matriz, combinando la liviana y serrana con el polo, rondeña y fandango en parte “semitonado” de Frasquito Yerbabuena, cantes construidos desde esos muros donde el cantaor entiende que se fundamenta el órgano genital del flamenco, paredes que parecen espejos pero que resultan totalmente permeables a la vista del rigor científico.
Y a partir de ahí, Falcón se introdujo en la soleá apolá (De media capa), a la que incluyó las variantes alfareras y el cierra de la soleá petenera, a fin de subrayar sus diferencias y, sobre todo, las vivencias que más han marcado sus momentos vitales, con los influjos de los maestros de la tipología, contrastando con los jaleos extremeños (Son de la Feria Zafra), escoltados igualmente por dos voces femeninas, y anunciándose para la conclusión los fandangos (Aires de la Alameda), con lo que el cantaor visueño indagó con acierto en los contrastes de luces y sombras de la expresión cantaora, de ahí que estuvieran presente en su propuesta la angustia y el amor, aunque también de manera luminosa la esperanza y la alegría.
En ese conjunto hay que señalar que la voz de Falcón se antoja, para quien firma, algo clara para determinados estilos que en momentos puntuales demandan tonalidades más sombrías, aunque dotada de una emisión aterciopelada en el centro con un control diafragmático excelente para el cante a media voz, que por añadidura se torna algo ácida en el extremo agudo y elevado de su registro, como lo patentizó en la soleá, al igual que una exploración en los graves que no es opaca ni desguarnecida, con lo que la actuación adquiere su entidad y razón de ser.
Es la conclusión técnica de este concierto con una voz, la de Segundo Falcón, que destacó por su impoluto trazo melódico, por su riqueza temática y de rítmica precisa y ajustada, pero en el que disfrutamos de muy buenos detalles instrumentales merced a dos guitarras de primera, las de Rafael Rodríguez y Paco Jarana, de alta capacidad de concentración, gesto claro y conminativo, sentido del ritmo y de las proporciones, sensibilidad para el control de dinámicas, sin obviar el vigor que disponen para levantar el ímpetu de poderosas estructuras y su voluntad clarificadora.
Ficha artística
Entre dos guitarras, de Segundo Falcón, Paco Jarana y Rafael Rodríguez
XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla
Espacio Turina
15 de septiembre de 2024
Cante: Segundo Falcón
Guitarras: Paco Jarana y Rafael Rodríguez
Percusión: Daniel Suárez
Dirección: Segundo Falcón