Ricardo Fernández del Moral comparecía en el II Pepe Romero Guitar Fest de Málaga y deslumbró por su dominio pleno del cante y el toque, que le valió en su día la Lámpara Minera en La Unión. El artista total.
En un escenario con encanto y poco habitual para estos menesteres, el Cementerio Inglés, el cantaor y tocaor manchego ofreció un recital ilustrado, labor pedagógica que a buen seguro le agradecieron los presentes.
«Quiero hacer un recorrido por palos clásicos del flamenco tradicional, pero también algunas composiciones propias y versiones de temas populares», avanza.
Abre el fuego con una estimable adaptación por bulerías de Vencidos, poema de León Felipe «en torno a mi paisano Don Quijote. El poeta se siente derrotado, abatido, como El Quijote cuando perdió su última batalla». Es su carta de presentación.
Ricardo Fernández atesora un vozarrón que maneja a voluntad, quejío, compás y dominio de los cantes y de la guitarra. Sorprende gratamente que domine por igual el cante y la sonanta.
«Ahora quiero cantarle a esta tierra», señala justo antes de pellizcar en la malagueña de El Mellizo con letra de la poeta y letrista flamenca local Carmen Aguirre.
Aborda, a continuación, un cante en desuso, la farruca. «Se cree que tiene su origen en el folclore gallego, pero eso no está documentado. También se dice que está inspirada en el teatro musical del XIX y que los flamencos la llevaron a su terreno hasta consolidarla como un palo más», explica.
«Estamos ante un artista completísimo, el artista total. Cante y toque, el círculo flamenco se abre y se cierra con él. Hace alarde porque sabe, puede y quiere»
«Vuelvo a Málaga, a los inicios del flamenco –prosigue– con el polo, que ya existía cuando el flamenco no existía como lo conocemos hoy en día, desde mediados del siglo XIX con Silverio Franconetti. El polo ya existía a principios del XIX y seguro que a finales del XVIII. El primer intérprete fue Tobalo de Ronda y después El Planeta, un afamado cantaor de polos y cañas». E ilustra su explicación interpretando el polo, que abre con la soleá de Juaniquí de Lebrija y cierra por soleá apolá evocando a Silverio. Se lo dedica a Pepe Romero, maestro de la guitarra clásica que da nombre a este festival.
Estamos ante un artista completísimo, el artista total. Cante y toque, el círculo flamenco se abre y se cierra con él. Un auténtico hombre orquesta.
En las alegrías incorpora letras y giros propios sin perder un ápice de autenticidad. «En los ojos lleva el mar la gitana que yo quiero y en ellos el puerto para naufragar yo…».
«El viaje hacia América –asegura– fue clave en el flamenco y en la conformación de los estilos. Hay cantes de ida y vuelta, de la mezcla de los folclores español y de América». Y lo ilustra con la milonga, en este caso con la archiconocida Vino amargo, del gran Rafael Farina. Una delicia.
«El cante y toque festero por antonomasia es la bulería, que se inventó a primeros del siglo XX. Pastora y Vallejo fueron los artífices que cristalizaron este estilo. Permite cantar casi cualquier cosa por bulerías», subraya.
Aparte de los estilos propiamente dichos de la geografía flamenca, Utrera, Lebrija o Jerez, también interpreta cuplés (copla, bolero o ranchera) por bulerías. Suenan Limosna de amores, Corazón loco, Corazón, corazón, Toda una vida y Paloma sin nido, Hace alarde de cante y de toque porque sabe, puede y quiere.
Y tras un largo y caluroso aplauso, con el público puesto en pie, le concede a éste un par de fandangos, el segundo sin amplificación, en los que se acuerda de Camarón y Morente.
Ficha artística
Ricardo Fernández del Moral en concierto
II Pepe Romero Guitar Fest
Cementerio Inglés de Málaga
13 de septiembre de 2024
Aforo: Lleno
Cante y guitarra: Ricardo Fernández del Moral