Como ya me voy a jubilar, en julio, aunque seguiré en el flamenco –aún no sé de qué–, quiero ir dejando claras algunas cosas. Por ejemplo, que hace veintidós años creé el Memorial Niña de los Peines, El Gurugú de Arahal. Es mi pueblo, para aquellos que no lo sepan. Nací en la calle Óleo justamente enfrente de La Mazaroca, el 11 de enero de 1958, en una habitación que alquilaron mis padres, pobres de solemnidad. Decidieron llamarme Manuel por mi abuelo materno, Manuel Casado Peña, también de Arahal. Cuando tenía solo dos años murió mi padre (1960) y mi madre decidió emigrar a Palomares del Río, donde me crié y viví hasta la primavera de 1973, en que nos afincamos en Sevilla.
Un día me llamó un técnico del Ayuntamiento de Arahal al que no conocía de nada, Fran Romo, y me citó para hablar sobre la posibilidad de crear un festival de flamenco por encargo del alcalde. El pueblo tuvo años atrás el Festival Flamenco del Verdeo, que duró poco porque otro conocido alcalde le cortó la cabeza al no funcionar bien y perder dinero. Ante el encargo de crear otro festival puse como condición que inauguráramos un nuevo formato, el que tiene aún. La condición era hacer un festival que se celebrara en varios días, con la creación de un galardón y, además, conferencias, exposiciones y mesas redondas. El festival fue un pelotazo y ahí sigue, consolidado desde hace años.
«Le van a dar el galardón Verde que te quiero Verde, una cabeza en bronce de la Niña de los Peines. Nadie lo merece más que este paisano, El Guardacoches, por su afición y calidad humana»
Dirigí el festival unos años y lo dejé arriba del todo. Un día me obligaron a dejar la dirección con malas artes y hoy ni siquiera me invitan. Pero siempre llevaré a gala haberlo creado y darle a Arahal el honor de que este festival inaugurara una nueva etapa en los festivales flamencos andaluces. Innovamos y creamos escuela. Hoy muchos festivales siguen la línea de Arahal y esto es para sentirse orgulloso.
Me quiero acordar ahora del mejor alcalde que he conocido en Arahal, don Miguel Manaute, que siempre apostó por el festival y, además, buscó los medios económicos para crear el museo flamenco, en lo que también fuimos pioneros. También estoy orgulloso de haberlo creado y de que toda mi colección de flamenco sirviera para montarlo.
La edición de este año se la dedicarán a mi gran amigo y paisano Rafael Frías Fernández, al que conozco desde niño. Es el mejor aficionado del pueblo y solo por eso merece que le den el galardón Verde que te quiero Verde, una cabeza en bronce de la Niña de los Peines. Nadie lo merece más que este paisano, El Guardacoches, por su afición y calidad humana.
Imagen superior: Marco Rodríguez – CienxcienFlamenco