La querencia obliga. Soy de Utrera. Pero a Rafael lo que es de Rafael. Por méritos propios. El utrerano se despoja de su repertorio para estrenar en la XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla Fui piera, una obra que rinde tributo y homenajea, con el amor de un artista comprometido con su tierra, a los flamencos de su cuna.
El cante de Rafael no atesora el sello de su denominación de origen. Más allá del apellido artístico, carece de esa identidad. No se acerca a ninguna de las hechuras cantaoras del pueblo. Con todo, el recital se nos antojó justificado y rico en fondo y forma. En tanto que Rafael de Utrera se templó más contenido y menos gritón que de costumbre aprovechando su amplísimo registro tonal. Además de acusar la renovación de las manoseadas letras que siempre lo acompañan. Sobró la proyección del fondo de escenario, por carecer de fuerza visual y expositiva que le diera un sentido sin necesidad de acudir a un libro de instrucciones.
Rafael trajo un espectáculo bien dirigido y sin tropiezos. Todo cuidado. Hasta el mínimo detalle. Lo que contribuyó a que las ovaciones se colaran entre cante y cante. Salió redondo el asunto.
Abrió por tonás con los versos del Fui piera que a todos nos suenan a La Serneta por soleá. Con gusto en los giros y empaque en las arremetías, le endosó letrillas propias de su niñez, donde siendo tabernero cantaba con los nudillos sobre la barra del bar. Así principiaron las cantiñas y alegrías de Córdoba en honor a Pinini y Curro de Utrera. Con el compás de los puños en las mesas de madera. Sus hijos Rafael Usero y Juan Carlos Usero compartieron el soniquete con Diego Montoya y Manuel Cantarote. A la percusión, Paquito González acompañó de categoría. Entraron las guitarras al olor de la sal. Antonio Santiago ‘Ñoño’ y Pepe Fernández tuvieron la culpa de tanta musicalidad y jondura. El cante de Rafael fue una evocación constante de la historia pasada y presente del rincón de los mostachones.
Por tientos regaló los oídos a Gaspar de Utrera y Enrique Montoya recreando versiones de lo jondo: Haga usté el favó rey moro, Señorita… o robándole algunos tercios para hacerles un guiño en reverencia. Rafael es original, canta sin previsiones.
Y derramó el piñonate con las Turroneras. Utrera de las entrañas mías, donde yo aprendí a cantar… empujando con arrojo y rizando los quejíos punzantes que miraron a El Turronero. Dulce fue también en la vidalita, dedicada al Niño de Utrera, donde meció los melismas con bajos llenos de sensibilidad y altos potentes sin estridencias.
«Rafael de Utrera ofreció un espectáculo pulcro y estudiado. Se rodeó de un buen elenco y cantó comedido y sin voces, apoyándose en la ternura de los bajos y dando los apretones justos en los tercios valientes. Creativo, arriesgado… Fue un buen recital en el que legó de un plumazo lo que dejaron en Utrera los viejos»
En las seguiriyas recordó a Perrate, coronándolas con un macho probablemente de propia autoría. Los dos o tres cuerpos del palo sirvieron de rebañones en los que buscarse. Y Rafael no cesó en el empeño de hacer bien las cosas. Como advertimos en las bulerías que prosiguieron en las que rindió pleitesía a Fernanda, Perrate, Curro de Utrera y Enrique Montoya para lo que se sirvió de la guitarra de Dani de Morón, que insistía en los contratiempos y ‘lo raro’ para el cante.
La rumba en el tres flamenco de Raúl Rodríguez anticipaba el recuerdo de un Bambino incombustible cuando se cumplen veinticinco años de su muerte. Jovial, atrevido y salvaje. Peculiar, distinto, tremendo. Miguel fue y sigue siendo un referente que le cantó al amor, al desamor y a la vida como muy pocos tuvieron el don de hacerlo. Rafael de Utrera resolvió el tributo aunque con menos pompa de la debida.
La enjundia de Moreno Galván al describir el cante de Fernanda por soleá –ni la alondra maljería…– no se correspondió con la de Rafael, que desdibujó por momentos el palo sin alcanzar las cotas que la ocasión merecía. A mi juicio lo más flojo del espectáculo.
Brotó la bulería por soleá, la soleá y remate por bulerías en un romance en el que salió a bailar su mujer Carmen Lozano. Lo hizo con pasión y entrega. Y antes del bis, cuplé por bulería de nuevo donde coló el solo tú de Gaspar o el de María de las Mercedes. Memorable, sentida y romántica la declaración de amor cantada que Rafael le hizo a su compañera.
Ofreció un espectáculo pulcro y estudiado, con buen diseño de luces y sonido. Se rodeó de un buen elenco y cantó comedido y sin voces, apoyándose en la ternura de los bajos y dando los apretones justos en los tercios valientes. Creativo, arriesgado… Fue un buen recital en el que legó de un plumazo lo que dejaron en Utrera los viejos. No expuso en la interpretación ni en las expresiones. Cantaba con los ojos pa adentro, lo mismo en la seguiriya que por rumbas. Pero aun así redondeó la noche disfrutando y haciéndonos disfrutar.
Y lo que por tonás abría, por tonás cerró.
Ficha artística
Fui piera, de Rafael de Utrera
XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla
Auditorio Nissan Cartuja (Pabellón de Canadá)
19 de septiembre de 2024
Cante: Rafael de Utrera
Guitarras: Pepe Fernández, Antonio Santiago ‘Ñoño’ y Dani de Morón
Baile: Carmen Lozano
Tres Flamenco: Raúl Rodríguez
Percusión: Paquito González
Palmas: Diego Montoya, Manuel Cantarote, Rafa Usero y Juan Carlos Usero