Ni que hubiera que pedir permiso. A ver si ahora no va a poder uno, siendo aficionao cabal, decir con la boca grande que le ha gustao Poveda. Está casi mal visto reverenciarlo desde que se interesó por otras propuestas y acancionó el flamenco de raíz. Señoras y señores: el cantaor –sí, el cantaor– Miguel Poveda enamoró a Sevilla en lo que podría haber sido por su calidad artística el arranque de La Bienal. Ofreció un espectáculo intachable que rindió honores a las figuras de referencia recreando los cantes y letras fundamentales de lo jondo.
Federico y el cante es una extraordinaria obra de instrospección y estudio del flamenco que se funde con la mirada que Lorca le dedicó a nuestro arte. Va más allá de una adaptación literaria del poemario del granaíno. Es la reivindicación del respeto a los mayores y el deseo de comprometerse de nuevo en su reencuentro con el cante.
«Miguel vino a Sevilla a cantar flamenco. Y más que un recital dibujó una antología. Se fajó los machos para darlo todo. Y el público lo ovacionó»
Un cañonazo de luz deshizo el negro escénico para iluminar a Miguel, que principió su idilio con la cabal de Silverio, el gran olvidado. Poveda coloreó la pena doliente por seguiriyas donde prosiguió con su retrato. Por caña se acordó de El Tenazas. Y el jovencísimo cantaor jerezano Manuel Monje irrumpió con parsimonia hacia una esquina del proscenio. Con gorra y maleta bandolera inició su faceta actoral repasando unos papeles mientras se alternaban las intervenciones y recogían los oles a espuertas. En la primera el niño demostró su capacidad oratoria y dejo caer unos tercios por fandangos caracoleros que dieron paso al disfrute de la granaína de Chacón. Después invocaron los soníos negros de Manuel Torre arañando por soleá. Detrás los tientos tangos de Pastora. Rescató de la memoria a La Argentinita, los cuatro muleros, el jaleo… así como las cantiñas, las lorqueñas y la petenera. Se trajo un peasito de Jerez: Tía Yoya, La Majuma y Luisa Garrido al baile y Victoria Prado al cante. Con cuatro meneos por bulerías y mucho compás las tatas de Santiago rebosaron gitanería. Diego del Morao a la guitarra, pa pegarse bocaos. Y llegó la soleá, donde Poveda enjaretó los pasitos que yo daba o la de El Mellizo. Fuera por malagueñas o abandolaos se miró en Juan Breva. La Yerbabuena regaló su baile sublime y arraigao, dejándonos verdaderos momentos en los que perder la cabeza. Se contoneó con gallardía y cuajó de desplantes la bambera que le cantó Miguel, reinventándose. Tributó a Sevilla en su garganta con los versos del poeta. Para abrochar la noche osó cantar por saeta con la Agrupación Musical Virgen de los Reyes, que al pisar los maderos con los demás se erizaron los vellos del Maestranza. Soberbio.
«La Yerbabuena regaló su baile sublime y arraigao, dejándonos verdaderos momentos en los que perder la cabeza»
Poveda cantó el flamenco de siempre tamizado por la sensibilidad de quien lo hace con conocimiento, respeto y admiración. Rizando los melismas y jugando con los ascensos y descensos tonales, el ímpetu y la pasión. Disfrutando en cada tercio, rebuscándose en las entretelas del sentío.
Lo arropó el guitarrón de Jesús Guerrero, preciso, pulcro y contumaz. Paquito González a la percusión y El Londro, Makarines y Carlos Grilo a los jaleos y palmas. En la dramaturgia Alberto Conejero. Y Como artistas invitaos, Eva y Manuel, que nos revolcó de gracia con sus dotes cantaoras, la pataíta y su faceta de actor. El loquito de los poemas, que a medida que se fue desnudando supimos que era Lorca. Federico y el cante estuvo bien dirigido. Y el público lo reconoció. Miguel vino a Sevilla a cantar flamenco. Y más que un recital dibujó una antología. Se fajó los machos para darlo todo. Y el público lo ovacionó.
Ficha artística
‘Federico y el cante’, de Miguel Poveda
XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla
Teatro de la Maestranza, Sevilla
13 de septiembre de 2024
Cante: Miguel Poveda
Guitarra: Jesús Guerrero
Percusión: Paquito González
Coros y palmas: El Londro, Makarines y Carlos Grilo
Colaboraciones especiales: Manuel Monje (cante), Eva Yerbabuena (baile), Diego del Morao (guitarra), las tatas del barrio de Santiago –Tía Yoya, La Majuma y Luisa Garrido (baile) y Victoria Prado (cante)–, Agrupación Musical Virgen de los Reyes
Dramaturgia: Alberto Conejero