Sería por el año 1970, el final de la última etapa de la guitarra flamenca sin aquel Paco que nos cambió el chip a todos. José Priego García (1944-2024), Pepe Priego de Utrera, joven promesa de entonces de la guitarra, hermano mayor de Ramón Priego, también guitarrista, fue a trabajar a Nueva York. Allí lo conocí en el renombrado Chateau Madrid, la sala de fiestas de mayor prestigio de la ciudad en cuanto a actuaciones representativas de la cultura hispana. En el llamado “bar verde” del Chateau, una especie de salita pequeña con cante y guitarra en directo, Pepe le acompañaba cada noche a diversos cantaores como Domingo Alvarado o Diego Camacho ‘El Boquerón’, entre otros.
De eso hace más de medio siglo, y Pepe se ha ido. La generación del bum del flamenco de los años sesenta y setenta del siglo pasado se está quedando escasa de personal, como es ley de vida. En todo caso, Utrera no es tierra de guitarra como el pueblo vecino de Morón. De la generación de Pepe Priego, ahora quedan su hermano, profesor de guitarra, Antonio Moya, hijo adoptivo de Utrera, y hasta su desaparición hace menos de un año, el Niño José Manuel. Y pocos más.
«Pepe Priego y Ramón consolidaron el característico sonido. Un compás que cortaba como cuchillas, los poderosos rasgueos y los coros de voces que replicaban a Miguel Vargas haciendo crecer la intensidad hasta un nivel impactante. Me consta que escaso reconocimiento han recibido los hermanos Priego por su aportación al sonido Bambi que ha dejado escuela»
En una entrevista reciente, Pepe Priego destacó a su padre como influencia importante en su afición a la guitarra, además de nombrar a Pepe Naranjo de Morón como uno de sus maestros. También llegó a tocar de manera informal con Diego del Gastor. Su hermano Ramón me habló de una larga serie de artistas con los que Pepe había trabajado. En Madrid tocaba en Torres Bermejas, Los Canasteros y Corral de la Morería, en Sevilla Los Gallos, en Barcelona Los Tarantos, El Cordobés y otros tablaos emblemáticos de la época. Compartió escenario con Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar y Pedro Peña. Tocaba en el grupo Los Canasteros, con Juan Montoya y el Paquiro. También acompañó a Camarón, Marelu, José Mercé, Fernanda, Bernarda y Pepa de Utrera, Perrate de Utrera y Curro de Utrera, además de los bailaores La Polaca, Curro Vélez, Farruco, Cristina Hoyos o Lucero Tena, entre muchos otros, con un público incondicional de personalidades de la época, actores, toreros y músicos. Coincidió con figuras históricas como Pepe Pinto y la Niña de los Peines, además de Juanito Valderrama, Paco Toronjo, Rafael Farina, el Príncipe Gitano, los principales de entonces, y realizó varias grabaciones, incluida una con Paco de Lucía y Paco del Gastor, y otra con Juan Maya Marote.
Pepe y su hermano han tenido especial relevancia en la historia del flamenco gracias a su intensa colaboración con Bambino, apodo frívolo para un artista grande. Los dos hermanos guitarristas se instalaban en el atrás fijo de Miguel Vargas Bambino, su “combo flamenco” que se decía, llegando a desarrollar y cultivar el sonido inconfundible del legendario cantante al que más tarde llegaría a conocer en reuniones informales de Utrera. Bambino no sólo cantaba sus canciones por rumba y bulerías. En fiestas particulares tenía soltura absoluta por bulerías clásicas, por soleá, tangos y otros cantes por derecho, siempre dejando el inconfundible perfume de su Utrera, a la vez que desarrollaba su original personalidad. Pepe Priego y Ramón consolidaron el característico sonido; un compás que cortaba como cuchillas, los poderosos rasgueos y los coros de voces que replicaban a Miguel haciendo crecer la intensidad hasta un nivel impactante. Me consta que escaso reconocimiento han recibido los hermanos Priego por su aportación al sonido Bambi que ha dejado escuela.
Desde Expoflamenco mandamos un abrazo solidario a la familia y amigos de Pepe Priego.
Imagen superior: Ramón y Pepe Priego. Archivo familiar.