Soy crítico de flamenco y me encanta analizar este arte en todas sus facetas. A veces levanto ampollas, lo sé, aunque no es mi intención. No sé por qué algunos se empeñan en presentarme como un crítico que busca el protagonismo, cundo es todo lo contrario: me gusta pasar inadvertido, por eso me fui a vivir al campo con los animales, como el que se fue a los montes de Armenia, según la seguiriya de Pastora. Pero sé que cualquier cosa que escriba levantará siempre ampollas. Sobre todo cuando opino algo referente a Miguel Poveda, cantaor con el que tengo una relación de respeto. Los povedistas son intransigentes con las opiniones sobre el padre espiritual del povedismo.
Lo entiendo, siempre pasó. Chacón, Marchena y Vallejo tuvieron también muchos bufones bailándole siempre, algunos porque vivían de ellos. Los hay verdaderos hipócritas, artistas que hablan mal de Poveda pero que lo defienden luego en las redes de una manera asombrosa. Puedo entenderlo. Imaginen que a mí me llamara de telonero Arturo Pérez-Reverte y me diera una pasta, además de un sitio. ¿Justificaría eso ser un pelota suyo? No soy povedista, y creo que es sabido desde hace años. Le he hecho críticas duras algunas veces y también algunas buenas. Como a todos los artistas de los últimos cincuenta años. Vivo de opinar y opinar no es solo elogiar a alguien. Lo saben, ¿no? Pregunto a los povedistas.
«Si soy así de crítico conmigo mismo, ¿qué problema hay en que lo sea con Poveda o con cualquier otro artista?»
No me gusta Poveda y no creo que sea malo decirlo. Tampoco me gustan otros muchos. Nunca he tenido grandes problemas con el cantaor catalán, porque los dos somos profesionales y respetamos el trabajo de cada uno. Nunca le voy a hacer la pelota, porque sea una estrella de la música. Ni a Chacón que bajara del cielo. Soy una persona crítica tanto en el flamenco como en la vida en general. Incluso conmigo mismo. Tengo escritos un montón de libros y no he reeditado ninguno, a pesar de tener ofertas casi a diario. Hay miles de ejemplares repartidos por el mundo y los buscaría todos para meterlos en cajas y que no circulen por ahí. Por tanto, si soy así de crítico conmigo mismo, ¿qué problema hay en que lo sea con Poveda o con cualquier otro artista?
Esto es algo que no entienden los povedistas. Otra cosa es que lo insultara, algo que no he hecho ni haría jamás. Si lo hiciera, para eso está la Justicia. No haría falta que sus seguidores me lincharan por las redes.