He vuelto a Flamenco On Fire, el festival al que prometí regresar algún día desde que lo conocí presencialmente en el año 2022 y quedé prendado por el ambiente que se respira en las calles de Pamplona durante los días de celebración. Este año, el 23 y 24 de agosto ya se ofreció un importante aperitivo en dos ciudades cercanas, Viana y Tudela, respectivamente, con jornadas en las que destacaron Jesús Méndez y El Choro, así como José Maya en la segunda ciudad.
La programación es variada: desde los perfiles más tradicionales, clásicos y nombres de siempre hasta formaciones que basan sus influencias en las melodías jondas, aunque no se les puede definir como tal. Este hecho implica la transversalidad de la oferta y eso hace que el respetable conozca o se interese por todas las actividades.
Algo especial este año es la entrega del ‘pañuelo Sabicas’ a los artistas o al protagonista de la misma al finalizar cada actuación, un acto simbólico que aparenta quedarse para siempre como si fuera un icono del festival, una seña de identidad del territorio. Los artistas siempre se muestran generosos, sonrientes, agradecidos y entregados, saben que están en Pamplona y en un festival con una capacidad mediática importante y que el público responde.
En Pamplona, la primera actuación la ofreció el maestro jerezano Gerardo Núñez, desde el balcón del Palacio de Navarra con cientos de personas levantando su cuello para apreciar la presencia de un creador nato, un luchador al que nadie le ha regalado nada en su vida y quien ha conseguido, hace ya bastante, tener un sello especial y eso que no es fácil habiendo bebido tanto del cante y toque de su tierra. Pues con rondeñas, farrucas o bulerías, demostró estar en facultades plenas y así repitió éxito al día siguiente en el estrenado Espacio Sabicas, esta vez con el esperanzador toque del granaíno Álvaro Martinete. Gerardo siempre piensa en los nuevos valores y apuesta por el que considera tener las bases sólidas para ayudarlo a evolucionar.
«He vuelto a Flamenco On Fire, el festival al que prometí regresar algún día desde que lo conocí presencialmente en el año 2022 y quedé prendado por el ambiente que se respira en las calles de Pamplona durante los días de celebración»
Por la mañana, Pepe Habichuela, uno de los rostros habituales de este festival, actuó en la Plaza del Ayuntamiento, junto a Josemi Carmona, con cientos de personas alrededor y expectantes por ver la unión de estos músicos flamencos con la Compañía de danza, música y canción folklórica de Euskal Herria, Duguna, que se encuentra este año celebrando el 75º aniversario de su fundación. Fue una gran suerte respirar algo tan tradicional para los pamploneses con el sonido de las cuerdas de los Carmona.
Seguidamente, se entregaron los galardones de la Fundación Flamenco On Fire, acto que tuve el gusto de conducir en el Nuevo Casino Principal. Los premiados fueron el especialista en patrimonio sonoro Carlos Martín Ballester, la doctora en Antropología Cristina Cruces y la Fundación Alalá. Emocionados se mostraron tantos los dos primeros como los representantes de la fundación, cuyo espacio de acción se encuentra en el Polígono Sur de Sevilla y en la Estancia Barrera de Jerez. Jerónimo Maya puso la nota musical, con una guitarra punzante y doliente, dedicándole su soleá a Emilio Caracafé, representando a la Fundación Alalá junto a Blanca Parejo.
Tras las cervezas y los pintxos, en los que se coincide con grandes de la comunicación, artistas que andan por aquí o aficionados de otros lugares de España, y una vez que concluyó el exitoso recital de Gerardo, la encargada de abrir plaza en el Palacio Ezpeleta fue Salomé Pavón con la guitarra de Jerónimo Maya. La hija de Arturo Pavón y Luisa Ortega realizó un recital que caminó por la bulería por soleá, la seguiriya, alegrías, bulerías, tangos, fandangos… Se dejó la piel y así lo agradeció el público, en pie y pidiendo otra. También la acompañó “el maestro” Jerónimo Maya.
A la misma hora, casi, en la Sala Zentral, actuaban Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, pero no llegamos a tiempo. Nos cuentan que estaba lleno. Después de la cena, en tiempo récord, volvimos al Hotel Tres Reyes, donde se hospeda la prensa, artistas y organización, pero no lo hicimos para descansar. A las diez y media de la noche se inauguró el Tablao On Fire, en un salón del propio hotel, con todo el papel vendido para recibir al gran Capullo de Jerez, que gustó por bulería por soleá, fandangos, tarantos, y por supuesto, una buena dosis de compás por bulerías. Capullo es la fiesta, el ritmo, la transmisión de una época dorada y vibrante. Así lo agradeció el público, casi no dejándolo ir. A la guitarra estuvo Ramón Trujillo, que abrió plaza por bulerías, con las palmas de Jesús Flores, Manuel Soto y José Rubichi.