La eterna reivindicación de los artistas y de los aficionados a las sevillanas se produce por el vacío que la Bienal de Flamenco le ha venido haciendo al género en sus diferentes programaciones. El debate es idéntico fundamentalmente cada dos años y lo enciende una vez tras otra la misma pregunta: ¿Son las sevillanas un palo del flamenco? Incluso María de la Colina, la gran maestra, denuncia esta circunstancias con cierto rebelamiento y sin perífrasis en uno de sus temas más sonados, Me llaman la Sevillana: «Qué puedo hacer pa que me quieras: tengo fama en medio mundo y sigo rompiendo fronteras; pero en casa ya lo saben, la Bienal no me camela (…). Si no lo digo reviento, tengo el corazón flamenco y vengo de tu misma rama, no te olvides de mi nombre, me llaman la Sevillana». La deuda, si así podemos llamarla, quedó saldada en esta XXIII edición del festival con el espectáculo Pa qué me llamas, título que alude a la señera autoría de Isidro Muñoz y de José Manuel Évora, grabada originalmente por el grupo Salmarina en su disco Azotea (1988), y posteriormente por Camarón de la Isla en la película Sevillanas de Carlos Saura (1992). El público colgó el cartel de no hay billetes en un espacio escénico emblemático de la ciudad: Los Reales Alcázares, y disfrutó con el elenco de artistas que pone en pie el guion y la línea de desarrollo del espectáculo. Esta propuesta, dirigida por el autor e intérprete Enrique Casellas, tiene como línea argumental una recopilación extensa de las sevillanas más conocidas, evocando a los intérpretes y grupos que las popularizaron. No se trata de una antología, pero sí de una nutrida representación de temas que marcaron la historia contemporánea del genero. Casellas no se ha ido a los principios fonográficos, faltó, por fijar un ejemplo incuestionable y significativo, la evocación necesaria a La Niña de los Peines y a sus célebres sevillanas. La gran maestra es una pieza fundamental, ya que incluyó este género en su primera grabación de 1910, y posteriormente, en otros discos de pizarra que le sucedieron. Son históricas y de gran popularidad Rosa de Pitiminí, La tiré al pozo o Pintor de lozas. Pero no tuvieron cabida en una propuestas cuya duración pasó de las dos horas, y en la que bien pudieron interpretarse más de ochenta temas sueltos. Pa qué me llamas no ha nacido, pues, con vocación cronológica que evidencie la evolución del género, sino como una sucesión de cantes, a modo de popurrí. Una fiesta de las sevillanas para el disfrute, mantenida por un elenco de artistas fijos, de voces con registros diferentes y de distintas generaciones, como las de María de la Colina, Salmarina, Juan Rafael Pérez-Vera, José Luis Pérez-Vera, Beatriz Romero y Chema Fayos. Ellos formaron el tronco principal que sujetó todo el concierto. Hubo guiños a los diferentes estilos sevillanísticos, algunos abordados testimonialmente como el de las sevillanas cofrades o cofradieras, como las llamó su creador, Paco Palacios el Pali. Sevillanas bíblicas, flamencas, rocieras y románticas, sí las hubo, algunas con más presencia que otras.
«María de la Colina logró con su cante momentos destacables. Ella es hoy por hoy la solista de sevillanas más flamenca y la más pura. Una intérprete con rango de maestra. Interpretó temas de su discografía esculpiendo detalles excepcionales y poderosos en las matizaciones. En esas particularidades también brilló Salmarina, el equivalente en flamencura»
María de la Colina logró con su cante momentos destacables. Ella es hoy por hoy la solista de sevillanas más flamenca y la más pura. Una intérprete con rango de maestra. Interpretó temas de su discografía esculpiendo detalles excepcionales y poderosos en las matizaciones. En esas particularidades también brilló Salmarina, el equivalente en flamencura. Ya no son tres, como en la formación original, pero sus voces siguen manteniendo la esencia y las cualidades para llegar a esos tonos altos que les caracteriza, tan dificultosos de alcanzar sin romper la afinación. El tiempo ha pasado por ellos para darle más empaque. Los más jóvenes destacaron por el preciosismo sonoro de sus voces. Beatriz Romero, recordando al Pali con la sevillana titulada Alfarero, la joya del Trovador, «Sevilla cogió el azul para el color de su cielo». José Luis Perez-Vera, por su parte, es un artista completo: toca el piano, canta y baila. El dúo con su padre, Juan Rafael fue emocionante. Pero las sevillanas sin el baile sería un género incompleto, porque están estrechamente ligados desde su origen. La pieza interpretada por Rubén Olmo y Rosa Belmonte a piano dejó en el aire los aromas que faltaban. El toque solista también tuvo su sitio en las manos de uno de los guitarristas que más discos de sevillanas ha grabado, el maestro Manolo Franco. En la segunda guitarra acompañado por Miguel Ángel Laguna.
El momento cumbre se alcanzó, no obstante, en el último número del espectáculo. Lo protagonizaron Pedro el Granaíno, con sevillanas de Marismeños y de Pedro Peña, Arcángel –interpretando composiciones propias con sonidos alosneros–, y Salmarina y María de la Colina dialogando y compartiendo tercios con los dos artistas invitados. Ahora sí: la Bienal de Flamenco ya se ha enterado de que a esta música la llaman la Sevillana…
Ficha artística
Pa qué me llamas
XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla
Reales Alcázares
22 de septiembre de 2024
Voces: María de la Colina, Salmarina, Juan Rafael Pérez-Vera, José Luis Pérez-Vera, Beatriz Romero, Chema Fayos
Guitarras solista: Manolo Franco, Miguel Ángel Laguna
Artistas invitados: Pedro El Granaíno, Arcángel, Rubén Olmo, Rosa Belmonte
Guitarras: Fernando Iglesias ‘Mae’, Francisco Gómez Cruzado
Piano: José Carlos Seco, Pepe Fernández
Percusión: Agustín Henke
Baile: Agui Arenas, Carlos Troya, Alberto Romero, Marina Madiedo
Coros: Virginia Mellado, Marta Peña, Ade Silva, Rocío Mellado
Dirección y producción artística: Enrique Casellas