Todavía me encuentro por la calle con algún flamenco que me pregunta: ¿eso de Guirijondo cómo va? ¿Nada más que van artistas extranjeros? Esa pregunta merece hacer un resumen de lo que ha supuesto esta II edición de Guirijondo, el festival flamenco de Palomares del Río (Sevilla), y dejar que los datos contesten o construyan una respuesta práctica de las cosas.
Para empezar, resaltar que cerca de mil localidades han sido ocupadas entre los cuatro días de celebración. Si el aforo está completo y las entradas vendidas, quiere decir que la programación, al menos, ha sido atractiva para el público. Una cifra que no está nada mal si se tiene en cuenta que es un evento muy joven y que tiene un largo recorrido por delante, si el Ayuntamiento de Palomares sigue apostando por el Flamenco y si el público responde como lo está haciendo.
Las actividades culturales –y el Flamenco lo es– no sólo son necesarias para el desarrollo de las personas. Lo es también porque es capaz de impulsar la aparición y conservación de espacios adecuados donde esa cultura pueda expresarse. Espacios que, sin un fin determinado, quizás sería más difícil que se invierta en ellos. Este año tres lugares han estado dedicados a Guirijondo: la sala expositiva de la antigua Hacienda Ulloa, el Teatro Municipal Carlos Álvarez-Novoa y los Baños Árabes.
Una buena acústica, un adecuado equipo de sonido y posibilidades de iluminación, son recursos tan necesarios en el Flamenco como en cualquier otro tipo de artes escénicas. Y, desde luego, Guirijondo ha mimado con exquisitez todas estas cuestiones técnicas, como ha mimado a los artistas con las atenciones y comodidades que necesitan para su preparación antes de salir al escenario.
Este año se ha evidenciado notablemente el orgullo de los palomareños y palomareñas por que su pueblo acoja a estos curiosos visitantes y que sus calles se engalanen con los pendones y anuncios no solo del festival flamenco, sino también de la feria de la tapa mozárabe que coincidieron en fechas y que fueron dos motivos atractivos para muchas personas que antes nunca habían venido a Palomares del Río.
Y no podemos dejar de reseñar la presencia durante los cuatro días de varios miembros del movimiento Urban Sketchers Sevilla, quienes con sus dibujos han dejado plasmada en sus cuadernos la realidad estética y emocional de cada instante vivido en este singular festival que tiene la cultura como eje vertebrador.
«Este año se ha evidenciado notablemente el orgullo de los palomareños y palomareñas por que su pueblo acoja a estos curiosos visitantes y que sus calles se engalanen con los pendones y anuncios no solo del festival flamenco, sino también de la feria de la tapa mozárabe»
De la programación de Guirijondo
Ni que decir tiene que programar eventos con aire innovador no es tarea fácil. Hasta que no termina todo no se sabe si se ha dado en el clavo o no, puesto que tampoco hay referencias en las que fijarse. Guirijondo, a diferencia de los festivales tradicionales, se pensó para dar visibilidad a todas aquellas personas que habiendo nacido o vivido en otros países del mundo decidieron amar el Flamenco y hacer de él su vida. Personas dedicadas a muy variadas disciplinas pero con el nexo común del Flamenco: fotografía, pintura, literatura, periodismo, gestión cultural, representación, y otras tantas que junto con el cante, el baile, el toque, la percusión… conforman un todo indivisible.
Llevamos muchos años asistiendo a una universalización del Flamenco y muchos son los países que cuentan con tablaos, academias, constructores de guitarra, y una importante nómina de artistas y profesionales amantes del Flamenco, que merecen visibilidad y reconocimiento. Este año Guirijondo ha rendido tributo a Japón como el país donde el Flamenco se vive con nombres propios y que ha abierto las puertas a tantos artistas flamencos que han visto reforzada su carrera con las contrataciones niponas.
En el programa se han aunado distintas procedencias sin exclusión de ningún tipo. Se ha contado con artistas de Japón (cuatro bailaoras, dos guitarristas, un cantaor y bailaor, tres palmeras y un fotógrafo), de Francia (un guitarrista y un cantaor), de Holanda (dos guitarristas) y de España (siete cantaores y una cantaora, una bailaora, cuatro guitarristas, dos palmeros, dos percusionistas). En las actividades paralelas y charlas se ha contado con una galardonada, un pregonero, un productor de cine, una profesora de baile y un ofrecimiento.
Un total de 37 artistas y profesionales, sin olvidar incluir, además el excelente trabajo del equipo técnico, han dado lo mejor de sí mismos y de su trabajo para ofrecer los mejores espectáculos.
Con todo, y sin olvidar algún fleco con posibilidad de mejora, ahora toca empezar a pensar en la III edición de Guirijondo e imaginar con qué novedades se puede volver a ilusionar al público, seguir engrandeciendo este festival flamenco que está en edad de crecer y tiene por delante un largo recorrido de expansión, y por último y muy importante, a qué país se le rendirá tributo en 2025. Seguro que el año próximo nos sorprenden con muchas novedades.