La jornada del jueves 29 comenzó casi como terminó la anterior: lloviendo y con el Capullo de Jerez haciendo vibrar al respetable. Fue en el balcón del Ayuntamiento de Pamplona, con un toldo que evitaba la mojada del cantaor jerezano, que salió a las doce del mediodía para nuevamente formarla. No he visto cosa igual y eso que el respetable del Flamenco On Fire suele ser bastante participativo y generoso. Pero lo de Capullo es otro cantar si se trata de explosionar y hacer temblar, y así puso la plaza, con todos bailando por rumbas y moviendo el cuerpo. Ramón Trujillo recibió el ‘pañuelo Sabicas’ del propio cantaor, y hasta volvieron al balcón a cantar un fandango más.
Caminamos hasta el Hotel La Perla, de cuyo balcón y ya con algo de sol, volvió a acordarse de su sangre la cantaora Salomé Pavón junto a Jerónimo Maya. Plaza llena y medios de comunicación de distintas partes del país, sobre todo a nivel nacional, que es algo de lo que no gozan otros festivales flamencos. En la misma plaza, la del Castillo, se encuentra el Nuevo Casino. Allí fuimos para volver a deleitarnos con la actividad Del vino de Jerez y sus cantes II, que imparte nuestro compañero José María Castaño, un señor en la palabra y en las formas, y que contó con el cante de Luis Moneo y la guitarra de Juan Manuel Moneo. Luis nos trasladó a La Plazuela jerezana, con un eco brillante y llenito de solera, con un conocimiento que lo hace caminar por los estilos con una maestría que se valora como matrícula de honor. Es un ilustre, es un excelentísimo cantaor que gusta sobre todo a los más exigentes, a los que de verdad saben de esto. Juan Manuel lo conoce como hijo que es, y como amante de su cante, y por eso su guitarra es el vehículo perfecto para llegar al pellizco que nos produce. Dos almas en una que inundan el alma del paladar.
Por la tarde volvimos a escucharlo en el Espacio Condestable, porque al estar brijindando tuvo que trasladarse la actividad hasta aquí, estando convocado en principio en Palacio Ezpeleta. Nuevamente consiguieron fascinar al público, que parecía colgarse de las paredes. El espacio se quedó pequeño ante la expectación creada por Moneo. Él sonreía y agradecía tanto cariño, mientras que profundizaba en el árbol de los cantes que domina como lo que es, un grande del flamenco. Las cantiñas, los tientos y tangos, la soleá… en su voz suenan mejor.
«No he visto cosa igual y eso que el respetable del Flamenco On Fire suele ser bastante participativo y generoso. Pero lo de Capullo de Jerez es otro cantar si se trata de explosionar y hacer temblar, y así puso la plaza, con todos bailando por rumbas y moviendo el cuerpo»
Antes, justamente una hora antes, Emilio Caracafé disfrutó tocando la guitarra de concierto, algo poco habitual en él ya que su actividad pasa por otras facetas. Y decimos que disfrutó porque así lo demostró, y así lo contagió al público. Le dedicó a Pepe Habichuela su concierto y se acordó del “Tío Sabas, que le sonó la guitarra mejor que a nadie”. Se apoyó en la percusión de un clásico, el Doctor Kelli, ambos comparten día a día ejercicios en la Fundación Alalá, para educar musicalmente y culturalmente a los más pequeños de las Tres Mil Viviendas. Esa bondad suena en sus cuerdas, con Canción Española o por soleá. Inolvidable concierto del sevillano, divertido, cercano, entrañable y, sobre todo, con gusto.
El Baluarte acogía la nueva propuesta del Ballet Flamenco de Andalucía. Dos horas de espectáculo montado y dirigido por Patricia Guerrero, garantía de éxito, en el que se ensalza la figura y los valores de libertad de María Pineda, obra de Federico García Lorca. Patricia cuenta para este montaje, además de con un magnífico elenco como cuerpo de baile y musical, con el acompañamiento de Alfonso Losa. En esta obra comprobamos el gran trabajo realizado por el nuevo Ballet, por su directora, aconsejando desde aquí a que no se pierda una puesta en escena que llega a profundizar en la tragedia represiva de tiempos de opresión, en un relato que busca la libertad a partir del compromiso con los valores ideológicos de una condenada a muerte y a través de paisajes de exorbitante belleza plástica, con elegancia a valorar y una conjunción de elementos de gran resultado.
Para terminar, Claudia La Debla, que venía de formar parte del Ballet, y Matías Campos, pusieron el cierre a la noche en el Hotel Los Tres Reyes, en el Tablao On Fire, espacio íntimo y para la bohemia de Pamplona que acogió a dos bailaores del presente, a pesar de gozar a una juventud envidiable. Ambos demostraron las tablas y un interesante camino por recorrer. Se apoyaron en el cante de El Bola y Mara Rey, dos importantes columnas en el atrás, así como en la guitarra de Juan Jiménez y de Lucky Losada a la percusión.
¡Sigamos disfrutando!