Prefiero mil veces un espectáculo con tropiezos, tropezones y que me arranque oles de cuajo a uno extremadamente cuidado pero aséptico y asquerosamente perfecto, solo bonito. Un tomate feo y carnoso a uno brillante y de plástico.
66 palos es una propuesta novedosa y extraordinaria en la concepción, pero de pulimento necesario para redondearse a la primera. Digamos que es una joya en bruto. Es más, a pesar de los pesares, me parece una genialidad que podría conformarse como un manual para conocer de un plumazo los principales palos flamencos y algunas de sus variantes y versiones.
No se había hecho antes –que yo sepa– nada parecido. Y Juan de Juan se enfrenta a la presión del estreno absoluto, las miradas de muchos del baile y algunas deficiencias de la producción ajenas a su voluntad. La compañía lidió con un desastroso sonido de excesos que desbarató voces y guitarras y con un escenario inapropiado para una pieza de este tipo. En apenas veinte metros cuadrados con mala iluminación se dieron momentazos de baile, toque y cante a los pies del bailaor sevillano. Pero las circunstancias no eran de recibo. Así no baila cualquiera. Y todo cuenta. No es culpa de ellos. Al lío.
Se trataba de recorrer las ramas de un árbol como la savia fluye en sus maderas para desgranar uno a uno en menos de hora y media más de sesenta y seis palos del flamenco. Lo hizo arropado por un elenco de categoría en la entrega que se superó para arrimar el hombro a este entuerto. David El Galli, Cristina Tovar y Rocío Luna al cante, El Petete y Emilio Castañeda al compás y el baile, Rubén Romero y Paco Iglesias a las guitarras y Juan de Juan al baile, amén de Rubén Olmo como invitado de honor, que luego ofreció instantes sublimes.
Por bloques de compases y tipologías, comenzó el viaje desde la raíz por alboreá, romance de Zaide, el de Flores y Blancaflor, cabal del Sernita, caña, toná, pregón del uvero… hasta desembocar en una saeta que canta Tovar arropada por la guitarra y entroncando con la debla, carcelera, martinete, seguiriya, liviana y serrana.
Irrumpió Rubén propiciando el paso a dos con Juan, derrochando gusto y elegancia en la llamada a la soleá por bulería, preludio de la bambera, soleá apolá y de Triana, la de Charamusco, una petenera, los campanilleros, soleá de Alcalá, de Cádiz, su escobilla y después el silencio por alegrías para entrar de nuevo a compás por alegrías de Córdoba, rosas, alegrías, cantiñas de Pinini, romera, mirabrás y caracoles.
«Juan de Juan está extraordinariamente loco y tiene muchas de esas cositas que me traen y me llevan. Bailó con inusitada potencia y rajo, desorbitó sus ojos de chiribitas hasta perderlos en los benditos devaneos de su mente, posaba como antes y como ahora, le birló figuras a los maestros y honró el baile. El suyo y el de los viejos, danzando por eclecticismo y sabiduría, por aficionao jartible de los que saben istinguí»
Emilio, El Petete y Juan se marcaron una virguería a los nudillos de seis manos y sin pisarse un golpe haciendo compás sobre una mesa. Esto dio paso a los tientos de Gaspar, los tangos de El Piyayo, una zambra, tangos de Graná, de Triana y de Extremadura, jaleos, tanguillos, garrotín y… «¿Cuántos van?»
Rubén bordó la farruca con la réplica de El Petete y Emilio. Y Rocío templó la temporera y la trilla para llegar a El Lebrijano y sus galeras en la garganta de El Galli. Praviana, guajira, rumba, colombiana, vidalita y milonga. Sevillanas, fandangos —pa Huelva—, malagueñas, jabera y jabegote, verdiales y fandangos del Albaicín y de Lucena.
Rocío Luna nos derritió con su voz de caramelo arañando las profundidades de la mina. Los aires de la rondeña entraron por la taranta. Su gañote dulce paladeó la levantica y la murciana de El Cojo de Málaga hasta los cauces de la cartagenera. Lo abrochó por ferreña.
La nana sentía en la miel de Cristina arribó a la mariana. Después granaína y media granaína antes de cabalgar al soniquete de las bulerías de Cádiz, Jerez, Lebrija, Utrera y Triana. Y un guiño a Morón.
De la bulería al romance de Gerineldo. Y ¿vuelta a empezar? Abrazaron sus voces en un coro y se acabó.
El espectáculo se presentó intenso, con densidad y aceleración. Luego se apaciguaron los tiempos. Pero casi todo me dio igual. Porque Juan está extraordinariamente loco y tiene muchas de esas cositas que me traen y me llevan. Bailó con inusitada potencia y rajo, desorbitó sus ojos de chiribitas hasta perderlos en los benditos devaneos de su mente, posaba como antes y como ahora, le birló figuras a los maestros y honró el baile. El suyo y el de los viejos, danzando por eclecticismo y sabiduría, por aficionao jartible de los que saben istinguí. Él es donde vienen otros a ver qué se cuece aunque quizás luego lo critiquen. Llamadas contumaces, escobillas originales, silencios de plomo… Porque su baile es un calambre de jondura. No solo con los pies. Conoce los dibujos, no lo baila to igual. Lo mismo se contonea en la guajira, que mece los tientos, se para en la soleá y pone el gesto, que arremete en la insondable negrura de la seguiriya o se da zalamero por alegrías.
El Galli se despellejó la nuez de rabia dándolo todo, pendiente de cada transición, al detalle de cada nota, de cada replante y segundo de la obra. Las guitarras sosteniendo la musicalidad frenética y aliviando los silencios. El Petete y Emilio sobraos de compás y gozo. Cristina haciendo encajes de bolillos con los cristalitos de su voz. Y Rocío rebosó de azúcar sus modulaciones exquisitas preñás de sensibilidad.
A pesar de los estrepitosos fallos de sonido y la excitación, además de los detallitos escénicos por pulir, tras reposar el zamarreón con el que Juan y su gente me arrojaron al sueño, puedo decir que 66 palos no solo es una gran obra, sino que a poco que ruede por los escenarios, cabría incluirlo como un hito valiente y distinto entre los espectáculos de referencia en el baile.
Ficha artística
66 palos, de Juan de Juan
XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla
Centro Andaluz de Arte Contemporáneo
30 de septiembre de 2024
Baile: Juan de Juan
Cante: David El Galli, Cristina Tovar y Rocío Luna
Guitarras: Rubén Romero y Paco Iglesias
Palmas y baile: El Petete y Emilio Castañeda
Artista invitado: Rubén Olmo