Tras veintitrés ediciones del ciclo Lorca y Granada que se celebra cada verano en los Jardines del Generalife de Granada, pocos temas quedan ya sin tocar para acotar un argumento loable que dignifique la obra de Federico García Lorca y cuyo eje fundamental sea el baile flamenco.
Patricia Guerrero, actual directora del Ballet Andaluz de Flamenco, ha creado para esta edición una obra poliédrica sobre la figura de Mariana Pineda; más bien sobre las múltiples Marianas a las que se refería Lorca y sobre las que desarrolló tres estampas con diferentes escenas cada una. Nunca fue fácil trasladar una obra lorquiana al baile, máxime cuando se trata de dibujar la vida de una liberal adelantada a su tiempo que sufrió para defender sus derechos y los de una sociedad injusta. Por esto, la dramaturgia, el vestuario, las coreografías y la música suman un todo que colisionan necesariamente para poder entender tanto a Mariana como a Patricia y salir del espectáculo con buen sabor de boca.
Lo primero que nos sorprende de esta obra es ver cómo el elenco artístico musical no está en el escenario. Como una procesión del silencio, van ocupando su sitio en el foso oscuro a pie de escenario sin que se tenga posibilidad de disfrutar visualmente de las guitarras, del cante y del resto de instrumentos. Lo cierto es que musicalmente Pineda es una obra musicalmente brillante, viva, dinámica. La dirección musical de Agustín Diassera y Dani de Morón conformaron con precisión cada uno de los pasajes que acompañaban a las múltiples coreografías grupales. Porque salvo tres escenas puntuales de Patricia en las que estuvo sola en el escenario, o en pasos a dos, el grosso de la obra transcurrió y se sostuvo sobre los bailaores/as. En la composición musical también participó Sergio Gómez El Colorao. En algunos pasajes, la obra fue sinfónica, gracias a los arreglos de Manuel Busto, que capitaneó el conjunto.
Aún con luces encendidas y con avisos de comienzo del espectáculo ocuparon el escenario el Coro femenino de la Asociación Cultural Cruz de mayo Albaicín cantando un improvisado Romance de Mariana Pineda, como reza el programa de mano. Tras la colaboración, comienza la descripción ‘jonda’ de Pineda con la conspiración de la bandera, para derrocar al absolutismo y devolver la libertad al pueblo, fiel reflejo danzístico de la mano del cuerpo de baile en el que destaca Agustín Barajas y Claudia La Debla. En tanto van transcurriendo las estampas, son las coreografías grupales, como se dijo anteriormente, las que protagonizaron esta obra. Algunas largas en el minutaje pero necesarias para comprender en qué parte de la vida de Mariana nos encontrábamos. Personajes de la historia real fueron reproducidos en términos flamencos por dos protagonistas de lujo: Alfonso Losa encarnó la figura de Ramón Pedrosa, el alcalde del crimen de Granada y quien se encargó de la muerte de Mariana; Eduardo Leal fue Pedro de Sotomayor, el amor/amante de Mariana. El primero se marcó un paso a dos con la protagonista excelente en la interpretación y en la coreografía. De la misma talla fue el paso a dos con Leal. Posteriormente, Losa lo haría en solitario demostrando que su fuerza en los pies es muy percutiva y Eduardo Leal acertó en su interpretación. A Guerrero la disfrutamos en solitario con una pincelada al comienzo de la obra, con un majestuoso traje verde que no necesitaba aderezos estéticos ni interpretativos aunque los hubo tímidamente. La protagonista se arrancó cantando más tarde con una Nana dedicada a sus hijos con atuendo violeta, subida en un muro y custodiada por Angustias y Clavela, fieles guardadoras de Pineda.
«Patricia Guerrero ha creado para esta edición del ciclo Lorca y Granada una obra poliédrica sobre la figura de Mariana Pineda. Más bien sobre las múltiples Marianas a las que se refería Lorca y sobre las que desarrolló tres estampas con diferentes escenas cada una»
El transcurso de las escenas fueron completando el argumento vivencial de la protagonista, con escenas grupales fluidas, una tras otra, con interludios de danza de Patricia, a quien nos faltó disfrutarla más en solitario, que demostrase sus enorme capacidad creadora e interpretativa.
La obra en sí es excepcionalmente simbólica en el fondo y flamenco-contemporánea en la forma. La elección de los cantes en cada estampa guiaron la historia, con ecos de tientos, tarantas, marianas, seguiriyas, malagueñas (aires del Mellizo) y algunos sesgos folclóricos en determinados pasajes. La voces cantaoras de Amparo Lagares, Sergio ‘El Colorao’ y Manuel de Gines cerraron el círculo musical junto a la percusión de Diassera y el trío clásico Soniké Ensemble de la mano de Isabel Junquera al clarinete, Gustavo Abela al violín y Rosa García al violonchelo.
En esa línea hubo acierto máximo en el diseño de vestuario de Pablo Árbol y la impecable dramaturgia de Alberto Conejero.
El desenlace final, la muerte de Pineda, con plañideras, con la frialdad de una muerte injusta y la victoria de convertirse en una mártir acabó Pineda, un espectáculo fiel a la historia y diseñado con precisión para trasladar al público que el flamenco es parte de esa historia, si se cuenta bien.
Ficha artística
Pineda, de Patricia Guerrero
Jardines del Generalife
Dirección artística y coreografía: Patricia Guerrero
Guitarras: Dani de Morón, Jesús Rodríguez, José Luis Medina
Percusiones: Agustín Diassera, David ‘Chupete’
Cante: Sergio Gómez ‘El Colorao’, Amparo Lagares, Manuel de Gines
Baile: Alfonso Losa, Eduardo Leal, Agustín Barajas, Álvaro Aguilera, Ángel Fariña, Araceli Muñoz, Blanca Lorente, Claudia ‘La Debla’, Cristina Soler, Hugo Aguilar, Jasiel Nahin, Lucía La Bronce, María Carrasco, Pablo Egea, Sofía Suárez