La ilusión de cada año. Esto es como el que espera con ansias la procesión de su virgen. O su viernes de feria. Los flamencos de Las Cabezas ya tienen planchaos los trajes. Los cabales cabeceños y los buenos aficionaos van envueltos con el aroma a yerbabuena. Tienen la sonrisa puesta, los ojitos preparaos, los oles en los bolsillos y el pecho al descubierto para restregarse la jondura que emociona. Está todo dispuesto. Pa eso el Ayuntamiento se ha volcao otra vez en desempolvar los paladares exquisitos. Pa eso Tere Peña y Alfonso García movieron el dedo entre su agenda buscando a los que estremecen. Pa eso le han puesto el alma con la intención de revivir el gozo de aquellas fiestas, del flamenco que se añora, de las esperanzas de hoy día.
No es ningún secreto que La Yerbabuena de Plata es para Benito Zambrano. Ni el cartel. Corre por los mentideros del pellizco que la noche del viernes 5 de julio habrá duende. Se acercó al Rincón Malillo en la presentación oficial donde el palaciego Juan Juanelo anticipó que en Las Cabezas saben istinguí. Por eso ocuparán las tablas de la Plaza del Santísimo Cristo de la Vera Cruz un puñao de artistas de los buenos que se entregarán por la causa. La Yerbabuena es solidaria. No quieren los dineros pa su cartera, sino para ayudar a dos asociaciones que lo necesitan: Teacense y Abriendo Caminos. Los flamencos somos así.
Mira si soy desprendío
que al pasar yo por el puente
tiré tu cariño al río.
Si yo tuviera la luna
yo se la daría a mi mare
que siempre se acuesta a oscuras.
Si somos capaces de ahogar un amor o de regalarle la luna a nuestra omaíta… ¡cómo no vamos a ser capaces de llenar un festival pa echarle una mano a estos chiquillos! Así que no sean sinlachones, métanse una mano en el corazón y otra en el bolsillo. ¡A disfrutar de lo nuestro!
«Yo no digo ná. Después cuando el vecino les cuente que disfrutó como un cochino en un charco y que se trajo una espuerta de gañafones jondos de los que nos gustan a los jartibles del flamenco no me digan que no les avisé. Ya están tardando»
Que canta Manuel Cordero, que es vecino. Y lo hace muy bien. Yo no voy a glosar sus virtudes. Mi amigo y compañero Pepe Castaño lo hizo ayer. Y tampoco las del resto de figuras, de lo que también se encargó. Si se lo perdieron es cosa suya, ¿eh? Ya les avisamos de las actividades paralelas que con gusto y acierto ampliaban el festival este año. Seguro que la joven jerezana María Terremoto estará arrebatadoramente flamenca, insultantemente fresca. Y Luis el Zambo nos emborrachará con el perfume añejo de las maderas de las botas de los vinos de Jerez. O Jeré, que casi, pero no es lo mismo, ¿verdá? Me la juego a que entre todos dejarán tiritando el entarimao. El aplomo de Carmen Ledesma y la fuerza con la que pisan sus pies apuntillarán los maderos del proscenio dibujando los mandamientos del baile rancio. Ella no vende cal pero es más gitana que muchas de apellido. Espera. Que no me olvido de las guitarras, las palmas o el cante de atrás. Me acuerdo que está ahí Mari Peña, la única cantaora que hoy pasea las hechuras del cante de Utrera por tos laos, acompañá a la guitarra por su marido Antonio Moya. Y sí, me faltan más. Pero si lo cuento todo no leen ustedes y no se pintan de felicidad la cara, cogen el bolso y las ganas y se van para no perder el sitio. Yo no digo ná. Después cuando el vecino les cuente que disfrutó como un cochino en un charco y que se trajo una espuerta de gañafones jondos de los que nos gustan a los jartibles del flamenco no me digan que no les avisé. Ya están tardando.
Dejen los cotilleos de la tele, el fútbol y esas cosas. Les pido un ratillo, miren estas entrevistas que algún día les hicimos a los protagonistas de la Yerbabuena de este año y vayan entonándose, que paso lista. Que aquí nos conocemos todos. No tienen excusas, señoras y señores. Acompáñennos a La Yerbabuena, que está más rica que nunca.