El Flamenco On Fire ha definido bien su filosofía desde hace años y constata el éxito de su fórmula en este décimo aniversario desde su nacimiento. La guitarra ha encontrado un caluroso hogar en Pamplona cada mes de agosto y así se corrobora con la propuesta Alzapúa II, un diálogo de guitarristas del momento que a partir de los recursos que da cada escuela, cada territorio, concluyen en un discurso unificado y sobrado de criterio, sobre todo, con un sentido que dota de magnificencia un espectáculo aplaudido y que debería girar por otros teatros.
Fue en el Baluarte, con Josemi Carmona, “el guapo de Ketama”, como lo definió con gracia José Manuel Gamboa. El hijo de Pepe Habichuela lleva la sangre en cada nota, como demostró en la granaína, y se encarga de la dirección artística en esta edición con un acierto total en la elección de las piezas de este idílico puzle sonoro, contando para ese juego mágico musical con Diego del Morao, que ya triunfó en el mismo escenario la noche anterior junto a Israel Fernández y que vuelve hacerlo en esta ocasión, defendiendo su faceta como concertista. No abandona nunca el compás, el ritmo, el swing, el aire de los Morao y su jerezanía. Nos regaló taranta y bulería en solitario. La escuela de Morón la mantiene Dani de Morón con un toque señero y matizado con un pulgar de ensueño, absolutamente clásico pero con la salvedad de que es hijo de estos tiempos y propone un lenguaje contemporáneo que lo hace único, como demostró por marianas. Así, del mismo modo, el lebrijano Rycardo Moreno ya puede presumir de sello propio, de toque que suena a él y que se identifica tanto con su estampa como en sus intervenciones, destacando el solo por seguiriyas. Los cuatro (también de dos en dos en algunos momentos como Rycardo y Dani, por cantiñas, y Diego y Josemi, por fandangos de Huelva) se unen en escena para por soleá por bulerías, baile un Farruquito infalible y elegante como el príncipe que siempre fue. Poco le hace falta a este genio de estos tiempos para meterse al público en el bolsillo. Se apoya en el cante de dos damas contrapuestas en melodías pero que compaginan a cada instante, con Lela Soto, con su dulzura innata, y Delia Membrive, racial y empoderada. Ané Carrasco vuelve a mantener el rimo de la percusión y las palmas la llevan Cristóbal Santiago y José Antonio Torres, que están sorprendiendo en este festival por la capacidad de adaptación que muestran cada vez que se suben al escenario. Nueve guitarras cuelgan del techo y el aire que se crea las mueve discretamente, lo que nos hace entender, en la cuna de Sabicas, que la guitarra flamenca está más viva que nunca.
«Nueve guitarras cuelgan del techo y el aire que se crea las mueve discretamente, lo que nos hace entender, en la cuna de Sabicas, que la guitarra flamenca está más viva que nunca»
Luego nos trasladamos al Hotel Tres Reyes para disfrutar de Gema Moneo, un valor al alza del baile del momento. La jerezana es toda improvisación, a pesar de que tenga sus coreografías bien arraigadas y que prepare cada actuación, aunque lo suyo, como apuntamos, es dejarse llevar por el momento y la inspiración, que es cuando verdaderamente se muestra en su esencia gitana de La Plazuela. El cante de su paisano El Lavi y de Ismael de la Rosa ‘El Bola’ la llevan en volandas para que se produzca tal efecto, el de la transmisión, primero en la seguiriya y luego en la bulería por soleá. Juan Campallo, a la guitarra, asume un peso importante en esta noche madrugada cuando le vamos viendo el final a la edición, y por supuesto no hay que olvidar a Melchor Borja con el piano. El primero hizo en solitario rondeñas, y el segundo unas bulerías, además de una zambra junto a Gema de alto voltaje.
Por la mañana fue Aurora Vargas la que volvió a romper los esquemas desde el balcón del Ayuntamiento, impresionante. “Esto es España, flamenco, sol, toros y comida”, dijo antes de despedirse por bulerías. Seguidamente, en el balcón de La Perla, el cantaor local Jolis Muñoz dio el do de pecho y se entregó ante los suyos, por tarantos y tangos triunfó, dejando un gran sabor de boca junto a la guitarra de Jesús de Rosario. Importante labor la que hace el cantaor en La Casa Sabicas, en la que asume la dirección para mayor gloria del maestro en el recuerdo.
«La jerezana Gema Moneo es toda improvisación, a pesar de que tenga sus coreografías bien arraigadas. Lo suyo es dejarse llevar por el momento y la inspiración, que es cuando verdaderamente se muestra en su esencia gitana de La Plazuela»
El flashmob de la Escuela de Baile Sandra Gallardo y el Centro de Arte Flamenco El Juncal reunieron a un nutrido número de aficionados al baile, así como hizo la maestra Cristina Cruces en una extraordinaria conferencia en la que recorrió la vida y obra del maestro Vicente Escudero.
En Civivox Condestable ofreció un grandísimo concierto de guitarra José Carlos Gómez, algecireño de pro que interpretó una serie de toques integrados en algunos de sus discos, con especial mirada al maestro Paco de Lucía. Seguiriya de Origen, soleá a Ramón de Algeciras, colombiana El Greco, granaína y bulerías sirvieron para redondear una comparecencia brillante. Y seguidamente, casi el tiempo de actualizar el montaje de sonido, salió un patriarca del cante como Enrique El Extremeño, que se encuentra sumido en la celebración de sus cincuenta años de trayectoria. Posee unas dotes en la garganta privilegiadas, con un conocimiento fuera de toda duda, un compás arrollador y una presencia solemne y de respeto. La sonanta de Pedro Sierra fue la elegida para esta aparición y acertó porque sonó a gloria, recibiendo varias veces el aplauso del público. El maestro cantó toná chica, toná y corrido, luego se introdujo en los cantes de Cádiz, pasando a los cantes de levante con un repertorio de letras insólitas propia de quien conoce esto como pocos. Se acordó del Tío Sabicas en alguna anécdota que compartieron en Nueva York y encaminó su exitoso recital con bulerías para escuchar y bulerías.