Es de las figuras históricas del cante jondo que más me han interesado siempre. Lástima que Sevilla lo haya olvidado de manera tan miserable, como a tantos otros artistas flamencos. Incluso Cantillana, la localidad sevillana donde pasó parte de su infancia y adolescencia. Se ha hablado alguna vez de su amistad con el célebre Barquero de Cantillana, Curro Jiménez, con el que se llevaba siete años de diferencia. El célebre bandolero murió en 1849, con 30 años, cuando el cantaor tenía solo 17, luego no pudieron tener mucha relación porque, como se sabe, el fuera de la ley estaba siempre escondido y no andaba mucho por el pueblo. Supongo que esa amistad sería más obra de la imaginación popular que de la verdad.
Hace años que aporté los datos necesarios de Paco el Gandul, Paco Botas o Paco el Sevillano, para que se supiera quién fue y de dónde era natural. Lo localicé viviendo en la misma casa sevillana de Silverio junto a su esposa santanderina, su segunda mujer, en un padrón de vecinos donde constaba como sevillano y cantante. Con esos datos encontré el expediente matrimonial de sus padres en el Palacio Arzobispal de Sevilla, Francisco Hidalgo y María del Carmen Monge, casados en la Parroquia de Santa Ana de Triana en 1831, el año del nacimiento de Silverio. El expediente matrimonial es una verdadera fuente de información para biografiar al cantaor que nos ocupa, uno de los pioneros del cante.
Un año después nacería nuestro protagonista en el arrabal sevillano, Francisco Hidalgo Monge, el gran cantaor que conquistó a la afición madrileña siendo muy joven y antes que Juan Breva o el Canario de Álora. Sorprende que nadie hubiera dicho nunca que tan notable artista era de Triana, seguramente porque se fue del barrio siendo muy niño y él mismo no lo publicara. Tampoco Fernando el de Triana o Rafael Pareja, que lo sabían casi todo sobre el flamenco en el arrabal, pero esto no, seguramente, si no lo dijeron nunca. Es sabido que Fernando escribió su famoso libro, Arte y artistas flamencos (1935), con casi sesenta años y una memoria ya muy tocada, de ahí los errores de su obra.
«Antes de ser figura del cante en Madrid y Sevilla, Paco El Gandul se afincó en Cádiz muy joven y contrajo allí matrimonio con la gaditana Josefa Belinchón Rodríguez. (…) La boda se celebró en El Sagrario de la Catedral el 12 de diciembre de 1854 y El Gandul echó raíces en Cádiz porque tuvo, al menos, dos hijos en la Tacita: Francisco y Ana»
Le llamaban Paco el Sevillano porque de niño su familia se afincó en la localidad sevillana de Cantillana. En 1843 ya vivían en este pueblo, porque en ese año nació allí su hermano José, que fue empleado del Ayuntamiento de Sevilla. Suele pasar cuando alguien de la ciudad se va a vivir a algún pueblo, que le digan Paco el Sevillano o Antonio el Malagueño. También le decían Paco Botas, por ser zapatero, como su padre, cuando vivía en Málaga, y Paco el Gandul, al parecer, porque era muy vago para doblarla. Creo que fue él quien entró un día a afeitarse en una barbería de Madrid y cuando el barbero le pidió que levantara la cabeza para poder afeitarlo, le dijo: “Pues entonces, hágame usté el cuello”. Antes de ser figura del cante en Madrid y Sevilla, este cantaor se afincó en Cádiz muy joven y contrajo allí matrimonio con la gaditana Josefa Belinchón Rodríguez, de solo 18 años. Él tenía ya 21. Se cuenta que fue en Cádiz donde conoció a un joven General Sánchez Mira, gran aficionado al cante y guardián de artistas como Tomás el Nitri, el Caoba de Cádiz y el propio Gandul. El mismo militar jerezano que iba a Triana para emocionarse con los martinetes de Juan el Pelao en la Taberna Ceferino, en la popular y larga calle Pureza, donde iban a zurrarse cantando los gitanos de la Cava Nueva y la calle Evangelista, o sea, la zona de los gitanos herreros del barrio, como Caganchos, Puyas y Pelaos.
La boda de Paco el Sevillano y la señorita Belinchón se celebró en El Sagrario de la Catedral el 12 de diciembre de 1854, con su amigo Silverio viviendo en Sevilla. Y el Gandul echó raíces en Cádiz porque tuvo, al menos, dos hijos en la Tacita, Francisco, en el número 22 del Campo de Capuchinos (1857), y Ana, en el mismo domicilio, aunque conste como Campo de la Catedral, en 1858.
No se sabía nada de esta boda de Paco el Gandul en Cádiz, ni de estos dos hijos gaditanos. Esto puede explicar su afición a los cantes de esa ciudad, como los caracoles o las alegrías, siendo uno de los primeros cantaores que llevó estos estilos a Sevilla y Madrid, donde acabó sus días, gozando de gran prestigio en sus locales flamencos, colaborando en muchos de ellos por ser un artista de solvencia y predicamento entre la afición de la Villa y Corte. Acabó sus días solo, en la capital de España y en la primera década del siglo XX, viviendo de lo que podía, aunque siempre se ha dicho que el general Manuel Sánchez Mira le arregló una paga vitalicia.
* Paco el Sevillano tendrá su biografía completa en cuanto publiquemos la Colección Pioneros del Cante Jondo.
Imagen superior: añeja ilustración de un torero tocando la guitarra y bailaora