Pregunté en cierta ocasión a un intelectual de Huelva que por qué desde la intelectualidad no se prestaba la atención merecida al flamenco. No pareció encajar muy bien la cuestión, pero me contestó que no era del todo cierta la observación, dándome algún que otro argumento. Durante algunos años he reflexionado sobre ello y he preferido ir a buscar respuestas o experiencias que me contradijeran lo preguntado.
Vengo hoy a abrir una ventana. No una ventana cualquiera, sino la de aquellas personas que dedicándose a actividades culturales o accesorias de la misma u ocupando tribunas, aparentemente alejadas del flamenco, han querido colaborar dando su visión sobre este arte patrimonio inmaterial de la humanidad.
El primero que nos deja asomarnos con una mirada diferente al balcón de la que ha sido su realidad en las últimas décadas es un poeta, educador y político. Alguien que ama y siente la literatura y realizó su cometido en la cosa pública con la misma pasión con la que yo me asomo cada día al flamenco. Se trata de José Juan Díaz Trillo.
«Me gustan y valoro a artistas actuales de la tierra como Arcángel, Argentina o Rocío Márquez, así como otros de la categoría de Jeromo Segura y Jesús Corbacho o la bailaora María Canea. Desde principios de siglo, Huelva tiene un abanico importante de artistas que ponen el nombre de nuestra tierra en los más alto del flamenco»
Nacido en Huelva en 1958, siempre tuvo inquietudes literarias y de cargos organizativos. Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y tiene estudios de postgrado de Literatura Hispanoamericana en Princeton (New Jersey). Ha realizado trabajos de licenciatura y doctorado sobre José Martí y José Lezama Lima. Es funcionario de carrera, profesor de bachillerato, director y colaborador de distintas revistas culturales y literarias, y miembro de consejos editoriales, de colecciones narrativas, prensa y televisión. Entre los cargos públicos que ha ostentado destacan el de consejero de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, diputado a Cortes por la provincia de Huelva, director general del Patronato del Quinto Centenario, director del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, presidente del Paraje Natural Marismas del Odiel, y concejal del Ayuntamiento de Huelva. Es creador de obra literaria, fundamentalmente poesía. Yo destaco los títulos Llanos de la Belleza y Cándido en la Asamblea. También ha sido galardonado con el Certamen Internacional de poesía Odón Betanzos (1993), y el Premio Residencia Extremadura (1997), entre otros.
“¡Buenas tardes, Díaz Trillo!”. De esta manera, recibía el saludo de uno de sus hermanos, mientras nos tomábamos el primer café de la tarde poniéndole rumbo a la conversación. “Los primeros recuerdos en torno al flamenco me retrotraen a los discos de Fosforito y José Menese que ponía mi hermano Aurelio –Buly, reconocido artista plástico–. Eran los años 60 y principio de los 70. Menese ocupaba plaza dominante, y también Manuel Gerena, en la reivindicación y protesta que el flamenco pudiera ejercer en aquel momento”. También eran los tiempos donde ya se había entronizado el magisterio de Antonio Mairena y se escuchaban voces tan diferentes como discutidas, e importantes décadas después, como la de Juan Lebrijano, Camarón, Enrique Morente o la guitarra de Paco de Lucía. “Mi sorpresa fue mayúscula al escuchar el disco Fuente y Caudal de Paco de Lucía. Es una música atemporal con total vigencia a día de hoy”.
Pepe, ¿por qué España no ha valorado lo suficiente o como se merece a la cultura flamenca, siendo esta quizás de las pocas autóctonas de nuestro país? «La sociedad española comenzaba a abrirse en aquellas décadas. Grupos como The Beatles o Rolling Stones, entre otros, influenciaban a una colectividad ávida por nuevos aires musicales y sociales. Entre ellos los intelectuales y grupos de clase media que se incorporaban a la universidad y a las nuevas tendencias, alejándose del tradicionalismo que denotaba en aquellos instantes el flamenco. Es cierto que podríamos dar nombres de escritores y poetas españoles y andaluces que son grandes amantes del jazz o de la música clásica, que han escrito obras donde esta música es el hilo conductor y que, sin embargo, son pocos, por no decir casi ninguno, los que han basado sus obras en el flamenco, exceptuando quizás a Demófilo, o el Poema de Cante Jondo, de Federico García Lorca, o Manuel Chaves Nogales en El maestro Juan Martínez que estaba allí, aunque habría que remontarse a décadas muy tempranas del siglo XX, o siglos anteriores, o bien a escritores como Caballero Bonald, Félix Grande o Fernando Quiñones, entre otros, que fueron flamencos de corazón y pluma. Quizás la ruptura se produce en los llamados novísimos, nacidos a partir de la segunda mitad de la década de los 40».
Volviendo a la propia mirada, nos comenta Pepe Juan que se acuerda de su relación con Manuela Sánchez Niña de Huelva, a la que conoció desde su infancia y a la que disfrutó de su cante y amplios conocimientos, destacando en ella su defensa del flamenco movilista y de su labor por incorporar la poesía a sus interpretaciones flamencas.
«De la ventana que hoy abrimos hacía adentro, el mundo de Díaz Trillo es una esfera literaria donde disfrutar y sentir el duende. Duende impregnado por olor a negro sobre blanco. Su biblioteca particular es como una ciudad llena de avenidas por las que transitan voces de todos los tiempos»
Debido a su ocupación de cargo público, ha acudido en infinidad de ocasiones a peñas de Huelva y provincia, destacando en ellas la intensa labor que las mismas realizan en pro de la salvaguarda, divulgación y promoción del flamenco. Cuando en 1992 se celebraba el Quinto Centenario del Descubrimiento de América, fue uno de los conseguidores de que la Ópera Flamenca… Y después, América, fuera retransmitida por TVE desde el recién inaugurado Foro Iberoamericano de La Rábida, la noche del 2 al 3 de agosto, coincidiendo con el quinto centenario de la partida de las naves descubridoras desde el Puerto de Palos de la Frontera. Dicho espectáculo relataba, por fandangos de Huelva y provincia, la hazaña de la llegada de Cristóbal Colón a La Rábida, pormenores y preparación del viaje y travesía del Almirante, con la tropa de marineros onubenses, al nuevo continente.
«Me gustan y valoro a artistas actuales de la tierra como Arcángel, Argentina o Rocío Márquez, así como otros de la categoría de Jeromo Segura y Jesús Corbacho o la bailaora María Canea. Huelva, desde principios de siglo, tiene un abanico importante de artistas que ponen el nombre de nuestra tierra en los más alto del flamenco». Destaca la obra Quijote de los sueños, compuesta por el poeta onubense Juan Cobos Wilkins y llevada por fandangos a la voz de Arcángel. Se desprende de sus palabras que le atrae tanto la ortodoxia de un cante como la innovación que pueda llegar desde el conocimiento del mismo, y la aportación que estos flamencos hacen a otras músicas. No pone reparos a nuevas miradas y experiencias sobre lo jondo, ya que es una manera de llegar a jóvenes y a personas neófitas en el flamenco.
De la ventana que hoy abrimos hacía adentro, el mundo de Díaz Trillo es una esfera literaria donde disfrutar y sentir el duende. Duende impregnado por olor a negro sobre blanco. Su biblioteca particular es como una ciudad llena de avenidas por las que transitan voces de todos los tiempos, aunque es clara su preferencia a la poesía en lengua castellana. En eso tenemos gustos similares. En una de esas avenidas podemos disfrutar de poetas como Juan Ramón Jiménez, por el que siente especial predilección –por cierto, llevado años atrás por Juan Carlos Romero y Carmen Linares a un trabajo discográfico flamenco–, Antonio Machado, Borges, José Lezama. En otra de esas arterias disfrutamos de ensayos y novelas, de obras de pensamiento político, y encima de la mesa algo que me llamó la atención: obras de flamenco de escritores a los que admira y se interesa, desde Mundo y formas del cante flamenco –del poeta pontonés Ricardo Molina y Antonio Mairena– hasta una de mis obras de cabecera a día de hoy sobre el fandango de Huelva, Cuando el fandango voló, del periodista andevaleño Miguel Ángel Fernández Borrero. Obras de Manuel Garrido Palacios, Demófilo u otras de ediciones de difícil consecución. Todo ello con obras discográficas de ediciones muy limitadas. Algo me ha quedado claro: el flamenco, con mayúsculas no es una cultura desconocida por la persona con la que me he querido asomar por primera vez a esta ventana.
José Juan Díaz Trillo es filólogo y escritor por devoción y por amor a las letras. Es persona culta e intelectual. Su generación escapó a un arte, el flamenco, con cuyo concurso hubiera tenido mayor relevancia, pero para nada le es indiferente. Ambos disfrutamos de una tarde charlando de lo que nos gusta, sin límites a enriquecernos el uno del otro. Quizás yo atesoré mayor caudal, ya que me empapé de las vivencias de un intelectual, de un político y de una persona que ha vivido dentro y fuera de Huelva, además de ser parte activa de ella y de su desarrollo en los momentos de mayor expansión, mas sé que algún granito de arena dejé en su ventana, esa que Pepe quiso abrirme y le agradezco que así lo hiciera: una ventana al cante. Así tituló esta crónica el invitado. Así, mirando desde ella nos hemos encontrado.