Pasan de las once de la noche cuando da comienzo el espectáculo en el Teatro Central. Es el último programado en este lugar para la Bienal de Sevilla 2024. El elenco promete una noche interesante con la flamencura sevillana de Javier Barón, cuyos brazos elevados al cielo son inconfundibles y su estampa única –por algo fue Premio Nacional de Danza en 2008, y Giraldillo del Baile en 1988–. A su lado, la gracia gaditana de Rosario Toledo, una bailaora fresca, espontánea, juguetona, traviesa y muy flamenca.
Acompañan a los protagonistas Antonio Campos, al cante y cajón flamenco; José Torres Vicente, en la composición, dirección musical y guitarra; y el conjunto formado por Karo Sampela, a la percusión, Javier León, al clarinete, y Jacobo Díaz, en el oboe. Conforman todos ellos una suerte de orquesta de cámara que se mantiene en un rincón del escenario durante toda la representación, dando vida al resto del decorado, que aparece en la parte trasera del escenario.
En esta ocasión, la apuesta de Javier Barón es especialmente arriesgada, pues se trata de Caprichos, una suerte de pequeños fragmentos teatrales inspirados en 16 grabados de la colección del pintor Francisco de Goya, en consonancia con los cuales ambos bailaores reinterpretan sueños y pesadillas en un mundo endiabladamente cercano y real. La historia de amor entre una pareja que arrastra los prejuicios cotidianos de la sociedad que habita. Arquetipos, costumbres, escuchas disonantes, con un Javier Barón condenado a no hablar ni rechistar y una Rosario Toledo dispuesta a contarlo todo, sin complejo alguno.
«Una deconstrucción de los caprichos que arrastra consigo a la misma interpretación del cante, el toque y el baile flamenco, que se aleja de su impronta tradicional para sumergirse en otras formas interpretativas de vanguardia, no siempre acertadas, aunque rescatadas por la calidad del baile de Javier Barón y de Rosario Toledo»
Se anudan y entrelazan los caprichos de quienes han dado vida a la obra, en el constructo inacabado de cada una de las piezas, donde la interpretación teatral se engarza con el baile de ambos protagonistas. Así Rosario se hace pesadilla-pájaro con sus dos abanicos negros, mientras Barón dormita en un sofá aún sin desenfundar, al son del cante de Antonio Campos que sueña estar en un teatro encerrado, condenado a ganarse la vida… y los sueños, sueños son. O juegan a la rayuela –el teje en Cádiz– porque es el juego que explica la vida a las niñas. Para, a continuación, aparecer Rosario en el escenario con una plancha amarrada al pie cual larga cadena de una condena, simulando la cola de una bata que se mueve con las patadas que recibe.
Resulta hilarante ver a Javier Barón ataviado con una máscara de mono que también luce Rosario, despertando las risas del público. O las sevillanas que ambos bailan con los ojos vendados y las cinturas atadas con más vendas. En el garrotín, con el espejo en que se mira, el cielo será la caleta, bajamar, pa mí na más… Y Barón se coloca una careta de Brad Pitt, para que Rosario le baile a su fantasía. Alberti, ¿usted me firmaría un autógrafo? El otro es de Miguel de Cervantes Saavedra que lo acompaña… Javi, no te fíes de los borrachos. Y en un verde prado perdió su pañuelo, por alboreá. Porque Barón abre su pajarería, por alegrías, con la cabeza de Rosario llena de pájaros. El público aclama ¡vivan los novios!
Y en este abstracto de fantasías concluye la obra, con una deconstrucción de los caprichos que arrastra consigo a la misma interpretación del cante, el toque y el baile flamenco, que se aleja de su impronta tradicional para sumergirse en otras formas interpretativas de vanguardia, no siempre acertadas, aunque rescatadas por la calidad del baile de Javier Barón y de Rosario Toledo.
Ficha artística
Caprichos, de Javier Barón y Rosario Toledo
XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla
Teatro Central
3 de octubre de 2024
Baile, coreografía, dirección artística: Javier Barón
Baile, coreografía: Rosario Toledo
Composición, dirección: José Torres Vicente
Cante y cajón flamenco: Antonio Campos
Percusión: Karo Sampela
Clarinete: Javier León
Oboe: Jacobo Díaz
Dramaturgia y dirección escénica: Alfonso Zurro