En cada época prima una manera concreta de abordar el cante. Las modas fagocitaban e influenciaban toda expresión artística, y por supuesto el flamenco no iba a ser menos con ese prisma atávico que siempre lo ha caracterizado.
Por ejemplo, en la época de Camarón y todo lo que a partir de ahí salía al mercado se inspiraban y seguían los cánones establecidos por las modas imperantes. Pero de esto hace más de treinta años. A día de hoy, parece que las influencias vienen dadas de un experimento prejuzgado por las élites del mercado musical-internacional. Sin ir más lejos, Rosalía, aparte de haber sido un fenómeno sin parangón, fue la columna vertebral de este ensayo. Detrás de una propuesta de un calibre de estas dimensiones, le preceden propuestas inspiradoras. Imitadores por doquier. Y es que el sello que reivindica “lo urbano” es lo que predomina entre los oídos de la generación Z y la de los millenials. Es evidente que esta corriente se deja llevar por este pseudoproducto de inspiración flamenca. Un producto anodino y con falta de un evidente recorrido por la tradición oral. Ángeles Toledano (Villanueva de la Reina, Jaén, 1995) fue una de las jóvenes cantaoras que se dieron cita en el madrileño Noches del Botánico. Aportó, con su estética y actitud, un enfoque para que la afición más exigente y entendedora se reconcilie con el mundo urbano y poder así abrir nuevos mundos por conquistar. Algo que está al alcance de muy pocos privilegiados, ya que si todo ello no nace o se construye desde la más profunda naturalidad orgánica… La iniciativa toma un rumbo sin orientación alguna, evitando que todo ello se adueñe con pretensión de su objetivo primigenio y sin artificios prejuzgados.
Es evidente y según va pasando el tiempo que el Flamenco va a la conquista para que se convierta y reconozca como un arte universal. Es de sobra conocido que el contar con un sello, un estilo único a la hora de concebirlo y tratarlo, es un camino en alza y que se cotiza en las más altas esferas de lo que entendemos por expresiones artísticas o musicales atemporales, cogiendo según va pasando el tiempo más interés, contundencia y valor.
«Desde José Monje Cruz no habíamos visto ese tipo de tesitura orgánica que tanto caracteriza al toledano. Es un placer poder ver y ser testigo de cómo un artista flamenco, siendo su voz su herramienta principal, tiene la capacidad de aglutinar tanto a neófitos como a los ya doctorados en la materia»
Dos grandes aficionados al cante. Una, mujer. El otro, hombre. Coincidencia generacional. El estudio de las diferentes maneras de concebir el cante flamenco. Toledano, no gitana. Fernández, por los cuatro costados. La práctica cotidiana para mejorar su profesión y así poder abrirse al mundo de para en par. Las redes sociales, para dar a conocer su arte al universo. Algo que les pertenece y que les viene dado por generación. Un pozo sin fondo para darles a conocer a aquellos maestros de la edad de oro que por la evidencia temporal no pudieron conocerlos, ni deleitarse de su arte. Buscando a través de un clic, ese universo sonoro que el flamenco nos ofrece.
La tarde empezó fría y con un molesto viento que penetraba en los micros disponibles de Ángeles Toledano. Hasta pudimos oler a tierra mojada, pensando la peor de las circunstancias posibles y venideras. Todo muy al contrario, con Israel Fernández todo se apaciguó y la noche prometía frente a más de tres mil personas. Todas ellas dispuestas a que fuese una noche memorable. Y aunque no fue muy evidente la presencia de la comunidad gitana, sí es cierto que el público disfrutó y respetó lo que allí se iba proponiendo según iba pasando la noche. Su Diego del Morao, como su fiel escudero, fue también uno de los grandes protagonistas de la noche. Ane Carrasco a la percusión y, cómo no, Marcos Carpio y Ángel Galería al compás y jaleo. Ya no entendemos una propuesta escénica del toledano sin llevar el piano a su terreno. Esta vez, en forma de granaínas. Seguiriyas para regodearse infinitamente, fandangos, tientos-tangos, soleá por bulerías, bulerías al más puro estilo jerezano con falsetas legítimas de la casa de los Moraos, tonás… Sin lugar a dudas, Israel Fernández se ha convertido en un fenómeno musical procedente del flamenco. Desde José Monje Cruz no habíamos visto ese tipo de tesitura orgánica que tanto caracteriza al toledano. Es un placer poder ver y ser testigo de cómo un artista flamenco, siendo su voz su herramienta principal, tiene la capacidad de aglutinar tanto a neófitos como a los ya doctorados en la materia. Tanto a los que proceden de la música urbana como a aquellos que el flamenco es su estilo de vida. Donde aquí se deja aparcada la condición social, religión y política para dar paso y disfrutar de la música. Algo que nos abre de par en par el alma para que así podamos sentirnos libres colectivamente.
Ficha artística
Israel Fernández y Ángeles Toledano
Festival Noches del Botánico de Madrid
Real Jardín Botánico Alfonso XIII
Universidad Complutense de Madrid
19 de junio de 2024
Cante: Israel Fernández
Guitarra: Diego del Morao
Percusión: Ane Carrasco
Palmas: Marcos Carpio y Ángel Peña Soto
Texto: Curro Velázquez-Gaztelu