Hay vidas tan novelescas que nadie se atrevería a escribirlas, por miedo a ser acusado de exceso de imaginación. La de Conchita Balcells, conocida artísticamente como Isa Reyes, es sin duda una de esas vidas, pero por suerte ella misma se encargó de plasmarla por escrito en unas memorias que ven la luz ahora de la mano de la editorial Renacimiento bajo el título Miss España en el exilio. El flamenco y el estrellato en la Europa de los años treinta, editadas por su hijo, Dorian L. (Dusty) Nicol y con prólogo del hispanista Paul Preston.
Es el propio Preston quien explica que se trata de una adaptación narrativa de los recuerdos que Isa Reyes mecanografió al final de su vida. Nacida en Barcelona en 1921 y criada en Madrid, hubo de huir a París con 15 años junto a su madre y su hermana al estallar la Guerra Civil. Su padre, Ricardo Ballcels, era un abogado de origen canario, de ideas liberales republicanas, culto y coleccionista de arte, intentó salvar a los derechistas locales de las turbas enloquecidas al mismo tiempo que adiestraba a los campesinos en el uso de las armas de fuego para defender la República, como hizo él mismo. Ello no impidió que la casa familiar fuera asaltada y desvalijada por los anarquistas, dispersándose su rico patrimonio.
En París, su trabajo como modelo para artistas y en el mundo de la moda la llevó a una carrera en el cine, de la mano nada menos que de Sacha Guitry, y luego como bailaora de flamenco, pues siempre se le habían dado bien las castañuelas y los tacones, usando el nombre de Isa Reyes. Junto con su prima Alma, con la que aprendió a bailar tango y foxtrot, creó el dúo Alma e Isa y empezó a ser solicitada en los escenarios de la Riviera francesa y de toda Europa. Así, bailaron en presencia de Mussolini en Venecia, e Isa deslumbró al yerno del Duce, el mujeriego Galeazzo Ciano, que solo desistió de sus pretensiones cuando Alma le contó que Isa era amante secreta de un alto cargo franquista, y cualquier acercamiento a ella podía desatar una crisis diplomática.
«Isa Reyes fue invitada a actuar en Berlín en la celebración del 50º aniversario de Hitler. Nunca olvidaría la experiencia de “mirar desde el escenario y ver una colección de los representantes del mal en el siglo XX extendida frente a mí”»
Cuando el periódico francés Le Monde organizó el concurso Miss España en el Exilio, Isa Reyes se hizo con el galardón en la final del concurso celebrada en Dinamarca, donde se negó a portar la bandera franquista y, no estando permitido el uso de la tricolor republicana, enarboló una simple pancarta con el nombre de “España”, lo que le valió el aplauso unánime del público. “Me negaba a que me vieran como representante de la España fascista mientras mi padre siguiera en guerra con ellos”, aseveró.
Con Alma, su madre y su hermana atravesaron también la Alemania nazi sin llevar pasaportes en regla. “¡Coquetead con la policía cuando entren e intentad distraerles!”, les decía la madre, aterrorizada, en el vagón de tren que iba a llenarse de gabardinas negras de la Gestapo. Formando un trío artístico las dos chicas con el bailarín Antonio Alcaraz, Isa fue invitada a actuar en Berlín en la celebración del 50º aniversario de Hitler. Nunca olvidaría la experiencia de “mirar desde el escenario y ver una colección de los representantes del mal en el siglo XX extendida frente a mí”.
Tras conocer en 1939 a su futuro marido en Atenas, escapó de Europa y él la siguió, primero a Cuba, luego a México y finalmente a California, donde abandonó los escenarios, se establecieron y criaron a tres hijos. Cuando murió George Nikolopoulos en 1979, comenzó a trabajar como consultora de moda en Washington, D.C. y empezó a escribir sus memorias de sus años en Europa. Murió en California en junio de 1991, recordando siempre aquel día de verano de julio de 1936 que “resultó ser para mí no solo un punto de inflexión en mi vida, sino el punto de origen de lo que mi vida fue en sí”.