Otra vez vuelvo a escribir desde la subjetividad, porque cuando se hace desde la verdadera emoción, eso que tantas veces reclamamos a los flamencos, quizás no pueda hacerse desde la clarividencia más absoluta. Pero también me pregunto algo. ¿Se puede ser más objetivo cuando uno habla desde fuera de esa emoción? ¿No es lo suficientemente sincero describir desde dentro lo que tus ojos y alma oyeron, y tus oídos vieron? Ahí lo dejo. Y ahora paso a contarles un trocito de mi tiempo, ocurrido la noche del jueves 8 de febrero, disfrutando del maestro José Luis de la Paz.
José Luis Rodríguez García de la Torre, José Luis de la Paz, pertenece a esa variante de artistas hechos a sí mismos, desde el convencimiento de que su vida es la música, siendo el flamenco la cultura y manera de sentirla. Se dio cuenta desde temprana edad de que podría ser muchas otras cosas, pero que sólo siendo guitarrista flamenco podría expresar su sentir y hacerse sentir entre los demás.
En sus propias palabras, dice sentirse vulnerable, en pantalones cortos cuando vuelve a pisar Huelva. Tiene la sensación de que seguimos viendo a aquel guitarrista de cara aniñada, hijo del médico melómano y flamenco José Luis Rodríguez Meléndez y María de la Paz García de la Torre, una de las trece estrellas que fundaron la Peña Cultural Flamenca Femenina de Huelva. Volvemos a ver a aquel que, aunque nos deleitaba a todos con su guitarra en noches de peñas, tablaos y festivales, se escondía humildemente tras su guitarra y allá echaba su caudal de generosidad flamenca para disfrute de veteranos aficionados y de otros que empezábamos a construir nuestra futura e inseparable afición. Mas como canta el tango argentino, las nieves del tiempo platearon su sien. El tiempo es irreversible y te madura como persona y como artista. Y eso es lo que volvimos a paladear ayer, las mieles de un guitarrista con mayúscula entre los tres arcos de la Peña Cultural Flamenca Femenina de Huelva.
De una generosidad inmensa es que José Luis, venido desde Miami (estado de La Florida), aparezca por Huelva y no sólo desee estar con amigos y aficionados en una peña, sino que vaya contando los días que quedan para ese evento. Yo sabía que la actuación de José Luis no iba a ser una actuación más. Sentía que algo sucedería. Tenía ese pálpito. Llegué al encuentro con ganas de sentir, y así fue.
Abrió la noche el guitarrista onubense en solitario, arrancando los primeros olés tras acariciar la madera, con la misma cantidad de sutileza que de flamencura. Fue el introito perfecto a una obra que se construiría, como se hace en los buenos recitales de flamenco, palo a palo, sin prisa alguna y degustando el placer de quien sabe lo que hace y hace lo que sabe para deleite de quienes allí nos congregamos. Y así nos llevó seguidamente a la farruca, y puedo decirles que la vi bailar, tal como dice la letra de dicho cante. Porque uno ve lo que el músico le inspira, y la inspiración es libre, como el aire.
Llamó el maestro de La Paz, a continuación, a Juan José Amador y a Juan José Jaén El Junco para que subieran a acompañarle al escenario. Sonó Cádiz y las olas hechas de espuma melódica rompían al compás de las palmas sobre el malecón de los arcos de la soleá, el fandango y los tientos tangos que componen el escenario de la peña onubense.
Dijo la presidenta Helga Molina: ¡cuánto te hemos echado de menos, José Luis! Y él contestó: ¡yo también! Y es que lo que Helga dijo nos representaba a todos. La sociedad onubense, imagino que como cualquier otra que se precie, echa de menos a sus artistas. Aquellos que aún sabiendo que para que te salgan alas hay que aprender a volar fuera de tu círculo de confort, parte de las plumas de esas alas están fabricadas con las raíces propias.
«Sonó Cádiz y las olas hechas de espuma melódica rompían al compás de las palmas sobre el malecón de los arcos de la soleá, el fandango y los tientos tangos que componen el escenario de la peña onubense»
Nos regaló, porque toda la actuación fue un bello presente, un toque por tangos nacidos de horas de insomnio, moldeados en incontables jet lag sufridos por el artista a lo largo de su carrera. Unos tangos que con la colaboración medida de Amador y El Junco nos metieron el compás dentro, como antesala al toque por bulerías con el apunte exacto en la voz de Juan José Amador.
José Luis nos metió en lo hondo de la mina. En esa donde la taranta y el taranto tienen voz propia. Allí donde la guitarra extrae entre arpegios los dones minerales de la tierra. No se puede pedir más. Si la música, si el artista flamenco, te transporta a donde tiene que hacerlo… ¿qué quieren que les cuente más? Como decía mi abuela, ver, oír y callar. Yo solo añadiría paladear.
Y de allí a la soleá por bulerías y los sones de la guajira y la siguiriya, donde el cante de Juan José Amador y el baile de El Junco daban aún más plasticidad a una obra que a modo de Sagrada Familia nadie queríamos ver acabada. Compás, métrica, cante, todo unido en torno al maestro onubense. El tercio en la voz de Amador se convertía en punto de fuga, aquel en el que convergen líneas paralelas en pintura, en este caso guitarra, cante y baile.
Y al maestro onubense se unió otro talento de la tierra: Carmen Molina Brito. Quizás una de esas voces, una de esas gargantas con metales preciosos y que todo lo que hace tiene un sonido especial. Todo en ella es Flamenco (con mayúscula), y la experiencia que atesora la convierte en duende. José Luis interpretó Miedo a morir, el trémolo que dedica al guitarrista, también onubense, Miguel Vega Niño Miguel, desaparecido en 2013, que yo escuché por vez primera en el origen del Festival Quitasueños de nuestra ciudad con la voz de Olivia Molina, hermana de Carmen. Desde la primera nota tiembla Huelva. Es una obra que los flamencos de esta tierra sabemos que no solo está llena de verdad, sino que eleva esa verdad a una grandeza infinita. La misma que Miguel tenía y que tan dignamente José Luis expresa en cada acorde. La emoción de Carmen Molina se nos contagió a todos los presentes. Pocos cantaores y cantaoras de la tierra habrán vivido desde niña un amor y una admiración, diaria, tan inmenso al genio de la sonanta. Y todo ello rompió en esta noche, porque, como dice literalmente la letra, Se impregnarán las calles de tus notas, / se colmarán de llanto y de dolor que dejan tras de ti tus pisadas/ si de tu corazón, Miguel, brotan lágrimas de nácar/ ayyyyyyy, en tus manos Dios se hizo guitarra. Y ojalá pudiera describirles que las lágrimas de la artista onubense, voz que lo fue también del recordado Manolo Sanlúcar, se convirtieron por enésima vez en la emoción de una afición que durante toda la noche vimos sobrevolar el duende.
Y a compás de tanguillos, que José Luis ofrecía a su maestro Antonio Sousa, veterano guitarrista de Huelva, allí presente, se cerraba una noche llena de flamenco en el más amplio sentido del término.
Y para hacerles ver la categoría personal de José Luis Rodríguez con y para Huelva, sólo un comentario más. Nuestra ciudad ha perdido días atrás a uno de esos hombres que han dejado una huella indeleble en esta tierra, Camilo Gómez Cruz, miembro fundador de la Peña Flamenca de Huelva y último presidente de honor de la misma. José Luis creció como aficionado y artista en esta entidad, y estando por nuestra tierra no ha querido dejar pasar la oportunidad de participar de manera activa en la ceremonia religiosa de réquiem a Camilo. El grupo de cante de la Peña Flamenca de Huelva, formado para la ocasión por Mario Garrido, Estéfano Molíns, Ángel Romero y Eduardo Garrocho, ofreció la misa flamenca que escribiera a finales de los años setenta del siglo XX el canónigo y flamencólogo José María Roldán. José Luis acudió como guitarrista a esta ceremonia poniendo su granito de arena. No sé a ustedes, pero a mí estos detalles me parecen dignos de resaltar, al igual que volver a tu tierra después de algún tiempo y querer rencontrarte con la afición que sigue viéndolo en pantalones cortos y la cara de niño detrás de una guitarra.
Gracias, José Luis. Mil gracias por hacernos sentir parte de tu vivencia personal y flamenca.
Imagen superior: José Luis de la Paz, El Junco y Juan José Amador. Peña Cultural Flamenca Femenina de Huelva. 8 febrero 2024. Foto: Jesús Naranjo
Ficha técnica
José Luis de la Paz
Peña Cultural Flamenca Femenina de Huelva
8 febrero 2024
Toque: José Luis de la Paz
Cante: Juan José Amador y Carmen Molina Brito
Baile: Juan José El Junco
Palmas: Juan José Amador y Juan José El Junco