Con el teatro casi lleno, ocupo mi lugar y observo detrás de mí a cuatro personas que no suelo encontrar en los lugares flamencos. Lápices en mano y cuadernos apoyados en las piernas, Luis Bermejo, Cuca Santorino, Francisco Javier Guerrero y Rosa Yáñez ocupan el tiempo en llevarse impresos en sus dibujos la estética flamenca de la noche. Pertenecen al grupo Urban Sketchers Sevilla (@usk), una comunidad global de dibujantes dedicados a la práctica del dibujo en la ubicación. En esta ocasión, es Guirijondo la ubicación elegida, atraídos por las imágenes flamencas que no suelen aparecer en sus anteriores dibujos. Está visto que Guirijondo atrae por los más diversos motivos a aficionados y curiosos.
Comienza la segunda jornada del Festival Flamenco Guirijondo y la presentadora –Pilar Roselló– destaca que “Palomares se ve en toda España y muchos lugares del mundo gracias a las imágenes televisadas ayer y hoy, 2 de mayo”. Y afirma Pilar que el “Flamenco viene a dar alimento a nuestros sentidos”.
Kyoko Shikaze: “Lo mío fue un flechazo con el Flamenco”
La jornada comienza con la figura de Kyoko Shikaze, la japonesa que recibe el galardón ‘Cristina Heeren’ en la edición de este año. Dio una charla acompañada por Manuel Bohórquez, director artístico de Guirijondo.
Ella es sutil y discreta, gran sabedora del conocimiento flamenco y reportera por vocación en la revista japonesa El Paseo. En tantos años como lleva afincada en Sevilla ha hecho alarde de dos cosas importantes, su amor incondicional por el Flamenco y su respeto absoluto hacia todas las personas que se han cruzado en su camino.
Manuel Bohórquez ha dirigido la charla, para ir desgranando la historia de esta mujer japonesa que se vino a Sevilla allá por la segunda mitad de 1986, para estar un año aprendiendo Flamenco y aún no se ha ido, ni tiene intención de hacerlo. Su primer encuentro con el Flamenco se produjo con la película Carmen, de Antonio Gades. Kyoko siempre escribió reportajes para que los lectores japoneses se interesaran por el Flamenco y quisieran conocerlo y disfrutarlo. Le gusta la Paquera, el Torta, Luis de la Pica, María Soleá…, lo mismo que le despierta mucha curiosidad el Niño de Elche. En cuanto a la dicotomía cante ortodoxo y cante moderno, “Kyoko confiesa que ella lo que quiere es disfrutar” y “si el abanico es grande viene más aire”. Confiesa que el flamenco la hace feliz, y le da mucha energía positiva.
Yus Wieggers, la guitarra flamenca más holandesa
Sorprenden en el escenario tanto su altura y su delgadez como su pelo rubio y su tez tan blanca como el nácar. Yus Wieggers comenzó con sólo 13 años a tocar la guitarra y con 18 viajó a Málaga para conocer el sabor auténtico del Flamenco. Pero él ya sabía que le dedicaría toda su vida.
Este gran aficionado admirador de Niño Ricardo, Ramón Montoya, Melchor de Marchena, Paco de Lucía y Rafael Riqueni, entre otros, inicia la primera parte de su concierto con una bellísima rondeña, con claros tintes y recuerdo al maestro Ramón Montoya, pero interpretada a su manera. La pieza deja buen sabor de boca y consigue que el público esté silencioso y atento a los trémolos y picados que Yus Wieggers ejecuta con total seguridad y acierto. Con el segundo toque por malagueñas y abandolaos –que dedicó al grandísimo aficionado Antonio Díaz, presente entre el público– pidió la colaboración de a las palmadas por Antonio Amaya el Petete y Emilio Castañeda.
El padre de Yus será el siguiente en recibir la dedicatoria en las seguiriyas, quien tiene predilección por este palo pues “lo alegre no le alegra”. Para continuar su concierto por soleá y remate por bulerías, con el cante de José el Pechuguita. Con el público puesto en pie, este holandés que tiene en sus dejes los modos y el humor andaluz recibe un caluroso aplauso y los oles del auditorio.
Carmela Riqueni: el baile vive en Palomares
El último momento de la noche lo protagonizó la sevillana residente en Palomares Carmela Riqueni, la bailaora local que cuenta con una proyección artística renombrada. Sobrina del guitarrista Rafael Riqueni, ocupó el escenario acompañada atrás con un cuadro de excepción. A la guitarra, El Perla. Y al cante, tres voces de quejío –José Anillo, Antonio Amador y Miguel el Picúo–, quienes supieron acompañar los movimientos que la bailaora ejecutó con maestría, sentimiento y pasión. Carmela es artista y va derramando en sus pasos cuanto una bailaora debe atesorar, presencia, transmisión, coraje y un conocimiento que va reflejando sobre su trabajo.
Con una pincelada inicial al reloj del tiempo, en su repertorio de esta noche ha interpretado en primer lugar el taranto por soleá y por alegría, y en el segundo una mirada a la Niña de los Peines y sus bamberas. Y finalizó por bulerías para deleite del respetable, que la despidió con un sonoro aplauso.