Paso por tu puerta y te recoges el pelo/ para darme celos… Dicen que tienes buen pelo/ porque te haces muy buen roete… Te voy a dar un encargo/ que con la trenza de tu pelo negro/ me amarren las manos… Mira si soy yo canastero/ me pongo y hago canastas/ con las trenzas de tu pelo… Dime niña hermosa/ quién te peina el pelo/ me lo peina un estudiante/ me lo enriza un artillero… Se enredaban / Tus cabellos con los míos… De tus cabellos rubios / camelo yo un pelo / pa’ yo hacer una cadenita… Dicen que el amor es ciego / y que de ti lo más preciado es la trenza de tu pelo…
Mientras veía En este día, en este mundo, la nueva creación de Florencia Oz, me iban viniendo a la cabeza letras que hablaban del pelo. Sí, el cabello ha tenido una importancia notable en la poesía flamenca, donde siempre ha fungido como mucho más que una masa más o menos ordenada de fibra de queratina que brota de la cabeza. El cabello es un símbolo, un talismán y hasta una zona erógena. Su abundancia, según explica Cirlot en su diccionario de símbolos, nos informa de energía y también de evolución espiritual; la trenza, por su parte, es una señal de dependencia mutua.
En el montaje de Oz, es el cordón que une a dos hermanas condenadas a separarse o a perecer, basándose en la historia del artista brasileño Antônio José de Barros Carvalho e Mello Mourão, conocido como Tunga. Las trenzas eran parte insustituible de su arsenal visual: en una de sus performances, contó con cien actores conjurados en la elaboración de una descomunal trenza para huir de una cárcel imaginaria.
La trenza que une a Oz y a su hermana, Isidora O’Ryan, es el eje en torno al cual comienzan girando las dos bailarinas, al son de un ritmo más bien estridente que da paso a unas voces melifluas, de marcado aire litúrgico. El lenguaje corporal, afín a la danza contemporánea, no se despega de ésta cuando el rajo gitano de la voz de Pepe de Pura se abre paso en escena. Y tal será la tónica del espectáculo, donde los códigos flamencos se alternan con movimientos más propios de la modernidad, sin estorbarse pero tampoco sin acabar de encontrar una continuidad natural.
«Acertó Oz en limitar la duración a una hora, mientras que por ejemplo Liñán, en su apoteosis de la víspera, cayó en el pecado (venial) de no querer terminar nunca. La chilena supo bajar el telón a tiempo, recogiendo los aplausos, si no unánimes sí al menos fervorosos, del respetable puesto en pie»
La soleá, que cuenta con Manuel Liñán –triunfador de la jornada anterior en la Bienal– como coreógrafo invitado, marcó la cima de jondura del espectáculo, ejecutada por Florencia Oz con fuerza pero también con contención, sin dejar salir todo su caudal expresivo. Una frialdad que impregna buena parte de la acción, cuya estética se aproxima más al cuento gótico que al imaginario flamenco o iberoamericano, y hasta la música de Jesús Torres, cuya bajañí siempre resulta grata de escuchar.
El recurso de la trenza da sin duda mucho juego, pero tal vez no lo suficiente como para descargar sobre él todo el peso de la acción. Mientras se suceden las escenas, señaladas por cambios de atmósfera a lo Bob Wilson, representativos de los distintos momentos del día, va quedando patente que el montaje no crece, el relato dramático apenas avanza. Empezamos a ver pasajes que creemos haber visto ya con ligeras variaciones, voces que ya han sonado antes.
Y es una pena, porque En este día, en este mundo posee una poética muy sólida, y el trabajo de Florencia Oz y su equipo (incluyendo a David Coria en la dirección) es indiscutiblemente honesto. Puede también que la competencia en el terreno de la vanguardia flamenca sea hoy especialmente fuerte, con gente como Patricia Guerrero, Paula Comitre o Ana Morales poniendo el listón muy alto, pero lo cierto es que a este estreno le falta vuelo: estoy seguro de que acabará adquiriéndolo con su deseable rodaje, pero esa trenza necesita otra vuelta.
En cambio, acertó Oz en limitar la duración a una hora, mientras que por ejemplo Liñán, en su apoteosis de la víspera, cayó en el pecado (venial) de no querer terminar nunca. La chilena supo bajar el telón a tiempo, recogiendo los aplausos, si no unánimes sí al menos fervorosos, del respetable puesto en pie. Pero ya la cabeza de este espectador vagaba por la malagueña aquella que decía:
Por las trenzas
de tu pelo
un canario se subía
y se paraba en tu frente
y en tu boquita bebía
creyendo que era una fuente.
Ficha artística
En este día, en este mundo, de Florencia Oz
XXIII Bienal de Sevilla
Teatro Central
16 de septiembre de 2024
Coreografía y baile: Florencia Oz
Composición, voz y movimiento: Isidora O’Ryan
Composición y guitarra: Jesús Torres
Cante: Pepe de Pura
Idea original: David Coria y Florencia OZ
Dirección y asesoramiento coreográfico: David Coria