Patricia Guerrero da la sensación de haber culminado un ciclo. Aquella muchacha a la que vi por primera vez en la Compañía de Rubén Olmo, tan magnética que era muy difícil desabrochar los ojos de ella, ha consolidado una carrera más que notable, hace un par de años conquistó el Premio Nacional de Danza y, si puede considerarse un reconocimiento (y yo creo que lo es), recientemente ha recaído sobre ella la responsabilidad de dirigir el Ballet Flamenco de Andalucía, muy necesitado de gente con coraje y con ganas. Por el momento, sigue girando con su espectáculo Deliranza, que pudimos ver en la pasada Bienal de Sevilla y que ahora llegaba al Festival de Nîmes muy rodado.
Antes de entrar en la propuesta de Guerrero, un dato curioso: prácticamente todos los espectáculos de baile que han pasado en las dos semanas de festival por la ciudad francesa tenían como motivo principal o giraban en torno a la obsesión por la danza, desde La materia de Olga Pericet a Los bailes robados de David Coria, pasando por María Moreno, La Piñona o Paula Comitre. Hay en los creadores una cierta necesidad de reflexionar sobre sí mismos y el poder que este arte ejerce sobre ellos, y cada uno lo aborda desde su sensibilidad y su óptica personal.
La granadina se lleva la suya al terreno de la ensoñación. Arranca su Deliranza solo en el escenario, ensayando movimientos. Algunos salen y otros no. La lucha cotidiana, la extenuante búsqueda de la perfección. El cansancio la vence y el sueño, como en la Alicia de Lewis Carroll, empieza a generar otros mundos posibles en los que –en esto no hay escapatoria– también va a tener que bailar, y bailar, y bailar.
«Patricia Guerrero ocupa un lugar de honor en la vanguardia actual de lo jondo, y seguro que tras la culminación de esta etapa va a tomar una nueva e impredecible dirección, y abrir una nueva página en su andadura»
Pero esta vez no está sola: la acompañan unos bailaores y unas bailaoras plenos de fuerza y envueltos en esa atmósfera un tanto fantasmagórica que atraviesa todo el espectáculo. Los sombreros que cubren los rostros, los bastones haciendo equilibrio sobre las cabezas, los movimientos en los que saltan sobre un pie e imitan el movimiento del crupier repartiendo naipes, las carreras, todo discurre con una enorme exigencia, tanto en lo físico como en la precisión de la coreografía, impecable. Guerrero sufre un traspiés en un instante, pero las maestras no lo son porque no se caigan nunca (hemos visto a todas caerse alguna vez) sino por levantarse como si no se hubieran caído.
La banda, colocada en una tarima por encima de las cabezas de los bailaores, recurre a menudo a ritmos y sonidos sofocantes, casi industriales, aunque el flamenco está presente. Esta vez me pareció más abrumador que cuando vi el montaje en el Teatro de la Maestranza, quizá porque el volumen era mayor y el repertorio aparecía más concentrado, pero creo que todos habríamos agradecido algunas treguas sonoras. En cuanto al conjunto, está mucho más redondeado que en la cita bienalera, pero siempre soy de la opinión de que es mejor dejar al público con ganas de más que arriesgarse a cansarlo.
Al margen de estas consideraciones, Deliranza es un espectáculo impresionante. Viéndolo pensaba en los maestros que llevaron la modernidad al baile flamenco, un Antonio Gades o un Mario Maya, y los imaginaba en algún lugar satisfechos con el rumbo que ha ido tomando este arte, y el altísimo nivel y la ambición que demuestran las obras que han desfilado por Nîmes estos días. Patricia Guerrero ocupa un lugar de honor en la vanguardia actual de lo jondo, y estoy seguro de que tras la culminación de esta etapa va a tomar una nueva e impredecible dirección, y abrir una nueva página en su andadura.
Ficha artística
Deliranza, de Patricia Guerrero
Festival de Nîmes 2024
Sala Bernadette Lafont
19 de enero de 2024
Baile: Patricia Guerrero, Eduardo Leal, Maise Márquez, Gloria del Rosario, Hugo Sánchez, Ángel S. Fariña, Fernando Jiménez
Guitarra: Dani de Morón
Teclados: Óscar Álvarez Rifbjerg
Percusiones: Agustín Diassera
Cante: Sergio El Colorao y Amparo Lagares