La tan discutida Bienal de Sevilla 2022 hizo algunas aportaciones dignas de consideración. Una de las que me parecen más valiosas es el ciclo dirigido por Gerardo Núñez en el Espacio Turina, a través del cual se quiso reivindicar el lugar de la guitarra flamenca de concierto en los teatros y festivales. Es una pena que esta idea no vaya a tener continuidad en la edición de este año, que apuesta decididamente por el cante, pero que deja un poco de lado al toque.
No obstante, la fórmula de Núñez de rodearse de compañeros para mostrar la altura de la guitarra actual, como hizo en la inauguración del citado ciclo, ha tenido tanto recorrido que, dos años después, sigue moviéndose por la geografía nacional con distintos cambios de formación. En el Festival de Nîmes, la excusa era celebrar los 45 años sobre los escenarios del jerezano, y se le concedió nada menos que la clausura del programa en la sala Bernadette Lafont del Teatro de la ciudad, llena como cada noche por un público de diez: respetuoso, sabio y diciendo ole en tiempo y forma.
«Gerardo Núñez sigue siendo muy capaz de tocar con velocidad, fuerza y, lo que es más difícil, con una gran creatividad. Es aún el guitarrista que, viniendo de acompañar al flamenco más rancio, supo también grabar discos atrevidos, de una irresistible modernidad»
Como en las anteriores actuaciones de este formato, Gerardo Núñez oficiaba como padrino e introductor de los distintos invitados, que fueron compareciendo uno tras otro hasta la reunión final de todos sobre las tablas. Debo subrayar que, de las diversas ocasiones en que he podido verlos, esta fue la vez que mejor sonó y donde más a gusto parecieron sentirse los músicos.
Aunque los años pesan, Núñez sigue siendo muy capaz de tocar con velocidad, fuerza y, lo que es más difícil, con una gran creatividad. Es aún el guitarrista que, viniendo de acompañar al flamenco más rancio, supo también grabar discos atrevidos, de una irresistible modernidad. Es la generación a la que Paco y Manolo Sanlúcar habían abierto un camino, y desde luego no lo desaprovechó.
De Álvaro Martinete, el benjamín del grupo, se puede decir que me ha ido gustando cada vez más. El jovencísimo guitarrista de los montajes de La Moneta posee cualidades de sobra para hacerse un sitio de honor en el panorama, si el maltrato al que se somete su instrumento en este país no le quita las ganas. Después de los tanguillos compartidos, sus guajiras sonaron limpias y emocionantes.
De Rycardo Moreno no voy a descubrir nada. A la espera del avance de su nuevo disco, que presentará en su Lebrija este mes de febrero, solo puedo decir que es otro de los tocados por la varita, y ojalá siga desafiándose a sí mismo. Su soleá por bulerías acabó de calentar al respetable antes de la salida a escena de José Quevedo, Bolita. Un músico más veterano, que se encuentra sin duda en un momento dulce y efervescente. Solo me atrevería a pedirle que retome algún día alguno de sus proyectos jazzísticos, que eran una gozada.
«El público los hizo salir a saludar tres o cuatro veces, y varios de ellos hasta se dieron una pataíta con gracia. Nîmes se despedía con ovación, y lo hacía dando su sitio a la olvidada y dignísima guitarra flamenca»
La gran sorpresa fue sin duda Jerónimo Maya, quizá solo porque no se prodiga tanto como los otros por los escenarios de nuestro sur. El guitarrista madrileño, tocado con su gorra cubana con un parche del Che Guevara, estuvo sencillamente colosal, conjugando su flamencura intachable con una gran profusión de alardes técnicos. Pero no fue menos un Salvador Gutiérrez que, lejos de amilanarse ante la juventud impetuosa, clavó su estremecedora soleá.
El partido estaba ya ganado cuando se reunieron todos en escena, pero todavía quedaba una buena ronda de toques formidables, cada uno en su onda. A la salida había diversidad de opiniones sobre si el concierto, con su hora y media larga, era demasiado largo: yo siempre defenderé que mejor quedarse un poco corto que pasarse, pero se les veía tan a gusto que cualquiera les echa el telón. El público los hizo salir a saludar tres o cuatro veces, y varios de ellos hasta se dieron una pataíta con gracia. Nîmes se despedía con ovación, y lo hacía dando su sitio a la olvidada y dignísima guitarra flamenca.
Ficha artística
Gerardo Núñez. 45 años sobre los escenarios
Festival de Nîmes
Sala Bernadette Lafont del Teatro de Nîmes
Guitarras: Gerardo Núñez, Bolita de Jerez, Salvador Gutiérrez, Jerónimo Maya, Rycardo Moreno, Álvaro Martinete