En el XXVIII Festival de Jerez, el Teatro Villamarta recibió a Ana Morales con su propuesta Peculiar, que camina en la búsqueda más personal de la bailaora y por ello hay quien no la sigue.
La Sala Compañía estrena ‘Una promesa’, de Juan Diego Mateos
La guitarra de Jerez sigue manifestando su gran calidad de vida, en creatividad y ejecución. Si el otro día hablamos de lo nuevo de José Quevedo Bolita, ahora hay que detenerse en el grandísimo concierto que ofreció Juan Diego Mateos en la Sala Compañía de su tierra, con la presentación oficial de su disco Una promesa.
Juan Diego es un tocaor hecho a sí mismo, nadie le ha regalado nada. Es un luchador nato e incansable. Es altamente sensible, soñador y hasta procede decir que un tanto bohemio. Por eso se ha rodeado siempre de artistas de su estilo y ha coincidido con creadores que han puesto su obra a su servicio. Antonio Soteldo ‘Musiquita’ es uno de ellos, quizás el más relevante en cuanto a presencia en los últimos años. Ha compuesto para Juan Diego gran parte de la música que interpreta en los discos anteriores y con éste que acaba de publicar completan la trilogía que en su día acordaron llevar a cabo cual promesa. Tras Respira y Bedallama, Juan Diego se sumerge en esta apuesta por la autenticidad del directo y el contacto con el público, siempre en intimidad y cercanía.
Fue grabado en septiembre de 2022, en la Sala Quemá de Jerez, un sitio con especial atmósfera, la misma que consiguió crear en su aparición de ayer con un diseño de luces y una calidad de sonido predominante. Allí estuve cuando grabó y ya entendí que lo que se venía tendría una marca de calidad en la portada (por cierto, obra de Pepe Bastos).
«Las bulerías, la soleá, la rondeña, su guiño a Lebrija, alegrías o un tema dedicado a su “único y verdadero amor”, su mujer… es el repertorio por el que Juan Diego Mateos camina hasta llegar a recibir a una invitada estelar: Manuela Carpio»
En su puesta en escena, Una promesa se basa en la delicadeza interpretativa de Juan Diego, que apoya gran parte de su repertorio en el compás que le aportan las palmas de Juan Diego Valencia, Cantarote y Alejandro Fernández, así como la percusión de Juan Chispa. Nada tiene que ver con algunos conciertos difíciles de soportar, éste es entretenido y rítmico. En la esquina del escenario hay un baúl y un gramófono, únicos dos elementos decorativos.
Las bulerías, la soleá, la rondeña (de su primer disco en 2003, Luminaria), su guiño a Lebrija, alegrías o un tema dedicado a su “único y verdadero amor”, su mujer… es el repertorio por el que camina hasta llegar a recibir a una invitada estelar: Manuela Carpio. La bailaora es toda raza, improvisación, escuela tradicional, técnica avanzada, gitana de cabo a rabo, especial e incomparable en la escena. Miguel Lavi se suma para cantar por seguiriyas, dando lo mejor de sí, y acaban por bulerías todos celebrando tan romántica noche.
Ana Morales en el Teatro Villamarta con ‘Peculiar’
A las ocho y media de la noche, Ana Morales presentaba en el Teatro Villamarta su última creación, Peculiar. El título ya sugiere cositas: “diferente, especial, único raro”. En el camino creativo de una artista es lógico que cada experiencia marque de una manera u otra en beneficio de la composición más auténtica de un estilo propio, por lo que a veces hay que bucear en otros espacios para toparse de frente con elementos que suman, con sonidos o mensajes que definen, o todo lo contrario. Este montaje ya ha pasado por distintos escenario como Teatro de la Villette de París o La Bienal de Flamenco de Sevilla.
Es Peculiar un trabajo que viene por tanto a prolongar ese estado de investigación que ya demostró en La Cuerda Floja y en Sin permiso, canciones para el recuerdo, montajes que no caen en el olvido porque han resultado ser fundamentales en la realidad de Ana y su esencia como bailaora y coreógrafa. No hay que obviar que es una referencia del momento y por eso en 2022 fue reconocida como Premio Nacional de Danza.
En el espectáculo encontramos una serie de números que no guardan conexión de forma evidente. No es por tanto la puesta en escena de un relato narrativo, sino que cada momento guarda una relación con el anterior fugaz. Ana busca una y otra vez el diálogo con otros elementos sin premeditación, quizás nada que ver con lo establecido, por eso cada uno de ellos tiene tanta personalidad. Tomás de Perrate marca esa voz de extrarradio, distinta y poco convencional, así como la presencia de Ana Crismán resulta de una elegancia no predominante en general. Cuando la bailaora y el arpa dialogan, parece que se llega al clímax.
«Viaja Ana Morales por todas las posibilidades, comprobando una y otra vez que la libertad no se defiende con palabras sino con hechos. Es dueña de la escena, de la suya propia, de la que necesita para reencontrarse en esta búsqueda personal de un cuadro flamenco. Nada puede darse por hecho»
Viaja la bailaora por todas las posibilidades, comprobando una y otra vez que la libertad no se defiende con palabras sino con hechos. Es dueña de la escena, de la suya propia, de la que necesita para reencontrarse en esta búsqueda personal de un cuadro flamenco. Nada puede darse por hecho. El Choro no cuenta con el cante por seguiriyas, por ejemplo, de tú a tú como de costumbre, con su guitarra y sus palmas. Él baila desnudo de cuerpo para arriba y de alma, sobre todo. Rompe estéticas predeterminadas. 24 focos laterales y 48 cenitales colorean de verde el paisaje que diseñan para la ocasión.
“El que se queme que se (a)sople”, grita al público en un guiño más a la improvisación que rige esta propuesta. En los instrumentos incluye tambores, y la guitarra ausente de Rycardo Moreno, que no está presente físicamente en esta noche pero sí su buena música. Tomás canta por bulerías, martinete o seguiriya, fuma un vapeador e interpreta como si fuera un actor de doblaje.
Julia Acosta se suma con su baile para conseguir que Ana se muestre observadora, comparta en otros momentos, se fundan en abrazos, se distancien nuevamente. Importante presencia la de Miguel Marín Pavón, como músico y actor de la obra, multidisciplinar y camaleónico, y cantando en otro idioma. El repertorio también camino en el folklore, en las sevillanas corraleras o la soleá, en la que disfrutamos más que en ningún otro momento de la noche.