El primer día de marzo se convirtió en uno de los más interesantes de lo que llevamos de edición, principalmente por el éxito cosechado por el dúo Patricia Guerrero y Alfonso Losa con el espectáculo Alter ego en el Teatro Villamarta. Durante la jornada se celebró la entrega de los premios del Festival del año pasado. Posteriormente, el recital de baile de Nazaret Reyes en el CCF Don Antonio Chacón, dentro del ciclo De Peña en Peña. Y acabamos en González Byass con el guitarrista Yerai Cortés.
Nazaret Reyes, en Chacón
Lleno hasta la bandera en el Centro Cultural Flamenco Don Antonio Chacón para disfrutar del baile racial y sin frenos de Nazaret Reyes, que en solo una parte, de rojo y celeste, respectivamente, ejecutó con furia la seguiriya y la soleá. Había mucha expectación, ya que la bailaora no es muy habitual por esta zona y está creciendo sobremanera en otros lugares como Sevilla y Madrid, y otros puntos del mundo. La hija de Cristóbal Reyes y Juana Amaya estuvo acompañada por el cante de Manuel Tañé y El Pulga, dos titanes del cante de acompañamiento que están valorados de manera brillante, con la percusión de Paco Vega y la guitarra de David Caro. Esta bailaora tiene fuego en los pies y una mirada intimidatoria que te capta y no te suelta.
Mercedes de Córdoba, en Museos de La Atalaya
A las seis y media de la tarde comenzó el work in progress de Mercedes de Córdoba en el salón Don Jorge de los Museos de la Atalaya. Mercedes apuesta en este primer ensayo por traer al presente a una mujer: Marga Gil Roësset. Esta artista de Las Sinsombrero, que se quitó la vida por el amor imposible profesado a Juan Ramón Jiménez, fue mucho más, y la cordobesa diseña un relato perfecto para expresar esos importantes matices de un perfil inquieto, creativo, poético, sensible y noble.
La puesta en escena va más allá del típico teatro y el público rodea el escenario de pie involucrándose en la historia de lleno. Mercedes baila como ella sola, así lo demuestra en las alegrías, taranto y en la soleá que cierra su presentación. Pero habría que destacar la profunda carga emocional de este montaje que empieza con el mejor de los augurios para próximas entregas, porque hay instantes de suma belleza como la conversación que mantienen en un sofá la bailaora y la sobrina de Marga Gil, esto es, Marga Clark, en la que se desgranan las distintas etapas creativas en el dibujo, la escultura o la poesía de la inspiradora de Mercedes. Hablan por tanto desde la raíz más fidedigna y eso se nos antoja brutal. Acertadas las proyecciones que hacen aún más certero el relato.
«La puesta en escena va más allá del típico teatro y el público rodea el escenario de pie involucrándose en la historia de lleno. Mercedes de Córdoba baila como ella sola, así lo demuestra en las alegrías, taranto y en la soleá que cierra su presentación»
La vemos emocionarse, tal como los que estábamos abajo del escenario. El amor, la soledad o el abandono, la maternidad, son temas recurrentes en la obra de la poetisa perteneciente a la Generación del 27 y Mercedes lleva el mensaje a lo efímero en el arte, algo que detesta defendiendo y recuperando una coreografía que creó en 2013: “Me niego a que desaparezca”. Jesús Corbacho lleva lo espiritual del momento a su cante, Juan Campallo hace grandeza de las suyas en la musicalidad de la tarde, Paco Vega y El Oruco llevan el compás, con percusión y palmas. Expectantes quedamos todos para recibir la siguiente entrega de Infinita (con el alma fuera y el cuerpo dentro), en un gran escenario y volver a ver bailar a una de las mejores del momento.
Triunfo de Patricia Guerrero y Alfonso Losa en el Villamarta
Hay espectáculos que gustan, cumplen con las expectativas, defienden la calidad exigida, hacen llorar… y luego están los que marcan edición. El Alter Ego de Patricia Guerrero y Alfonso Losa pasará ya a la lista de mejores propuestas del Festival de Jerez en su historia, al menos así lo dijo el público al acabar la función. Ambos se unen en un montaje cargado de baile, sin demasiada narrativa, exento de banalidades y con una estructura clara y emocionante.
Antes de entrar de lleno en cómo bailaron y qué bailaron, hay que decir que el cuerpo de atrás es imprescindible para el resultado final de la obra. El cante de Ángeles Toledano y El Bola confirma que el cambio generacional se ha producido, también en lo estético diría yo, nada que ver con elementos inmóviles en el fondo del escenario que abren la boca al servicio del baile. En este caso los encontramos en pleno movimiento, participando en cada escena y como actores principales, así como no hay que olvidar a la prodigiosa guitarra de Fran Vinuesa. Lo de Ángeles fue todavía más extraordinario, ya que sustituía a Sandra Carrasco y, según me cuentan, los ensayos se podían contar con los dedos de la mano. Pero nadie lo notó, en absoluto. Ángeles es una verdadera delicia, nos hace llorar.
«Cuando el éxito ya lo tenían en el bolsillo, rizan el rizo musical con unas alegrías y unas sevillanas sublimes. Patricia Guerrero y Alfonso Losa recogen el premio más valorado, minutos de palmas, y cuando salen del teatro la gente lo espera en el bar La Manzanilla para seguir aplaudiéndoles»
Patricia y Alfonso son los dos cuerpos principales y se funden, se miran de frente, comparten y se dan a veces la espalda, se abrazan en un escenario negro cuya ambientación llega a través de un acertado diseño de luces. Cuatro sillas en el centro dan la bienvenida para que sean ocupadas por los cinco artistas, mientras uno de los dos bailaores está en escena. La pulcritud es la tónica general y la majestad de dos almas que se miran una a la otra con cariño y admiración, con el corazón abierto a sentir lo que el otro le ofrece. La soleá y la serrana son los estilos iniciales que desembocan en un ‘paso a dos’ en el que solo suenan los pies y la posterior ovación.
En el escenario, las coreografías son geométricas y pasionales. La guajira es una auténtica oda al gusto, ese que no se encuentra todos los días y camino del final, cuando el éxito ya lo tenían en el bolsillo, rizan el rizo musical con unas alegrías y unas sevillanas sublimes. Patricia y Alfonso recogen el premio más valorado, minutos de palmas, y cuando salen del teatro la gente lo espera en el bar La Manzanilla para seguir aplaudiéndoles.
Yerai Cortés, en González Byass
Por si fuese poco, la jornada tenía otra joya más que ofrecer. Yerai Cortés sustituyó al maestro Rafael Riqueni, baja por una dolencia, en González Byass. Hay que tener seguridad para hacer lo que hizo el guitarrista con su guitarra entre los brazos, durante una hora, en solitario. Es muy carismático. Conecta y eso es algo que lo da Dios. Su manera de ejecutar y componer, de inspirarse en grandes nombres de la guitarra, de interpretar facetas que a todos nos suenan, pasan por el filtro de la autenticidad de su ser, por lo que la mente no nos hace divagar sobre quién tenemos en frente: un verdadero fenómeno.
Lo que toca suena a lo que quiere tocar aunque se para, acertadamente para todos aquellos que no están tan acostumbrados a este tipo de conciertos, a anunciarlo. Malagueña, taranta y farruca, antes de reconocer que “le tengo mucho respeto a Jerez”, para seguir por serrana, tientos y seguiriyas. Culmina su gran noche con bulerías, clásicas pero frescas, con un mensaje jovial y para adolescentes, pero admirado por los veteranos también. Yerai llegó para quedarse, es la guitarra del momento en su generación.