Se agotó el papel en la Sala Compañía con la llegada de Irene Lozano, que vino a poner en valor su Presente, montaje de estreno estructurado como un todo en el que el baile (casi) nunca abandona el escenario y en el que subrayó sus muchísimos aciertos. He de reconocer que antes de entrar en la sala leí con atención la sinopsis del espectáculo y no me quedó del todo claro qué iba a ver. Quizás esa sea la intención, pues a pesar de que a priori este pequeño texto debería explicar la dinámica del mismo, deja espacio a la interpretación y a la posterior valoración mientras suceden los movimientos. “Enfleurage, el prensado y la maceración” son términos que aparecen en esa referencia y me lleva a imaginarme un escenario distinto.
Una vez presenciado el recital, aplaudo que Irene arroje luz entre las tinieblas y consiga una aparición destacada en este Festival de Jerez. La malagueña, que recibió el Premio Desplante del Festival de La Unión en 2022, atesora un gran bagaje gracias a la confianza que se ha ganado de maestros como Javier Latorre, allí presente entre el público, Rubén Olmo, Eva Yerbabuena o Estévez y Paños, por lo que se colige que en ningún caso viene a Jerez a improvisar o a pasar desapercibida.
Apuesta para la ocasión por la dirección artística de José Maldonado, que plantea favorablemente un escenario en tres dimensiones, aprovechando cada rincón y contando con artistas que demuestran dar sentido a cada momento. Nada sobra. Es muy interesante que haya siempre una mirada externa, contar con el asesoramiento de perfiles más experimentados que sepan sacar el jugo y llegar, como reconoce la artista en sus objetivos, a la esencia.
«Irene lozano consigue mantener el ritmo, la pulsación y el latido. Se desprende en la soleá, con chaqueta roja y un gran mantón del que se sirve para dotar de belleza plástica el ambiente. Se despide con una pantalla donde aparecen imágenes de la piel humana en su incorrupta pureza y deliciosa fragancia, esa que inundó la sala literalmente»
El zapateado inicial enciende la emoción para que la bailaora se desenvuelva posteriormente por alegrías con la voz, garantía de éxito, de David Carpio. El cantaor es figura clave, porque conoce los tiempos, las sensibilidades… Su estado de madurez en el escenario es evidente y para cualquier oyente es sinónimo de calidad suprema. Además, su mano como consejero también queda reflejada en muchos instantes. Irene, a la que muchos conocen como La Chiqui de Málaga, cuida con mimo cada paso y las transiciones, no abandonando la escena más que en una ocasión en la que la guitarra de Rubén Lara derrocha clasicismo en solitario. Este guitarrista tiene un potencial incuestionable.
Pero antes le ha bailado a distintos estilos del cante como la versión de Dormido entre rosas, malagueña estilo Manuel Torre, bulerías, tangos, guajira, zambra caracolera, pregón… Aprovechan las tres alturas del escenario para crear estampas dinámicas. El piano de Alfonso Aroca y la percusión de Miguel Ortiz Nene aportan sutileza al espacio sonoro, así como un cuidado vestuario.
Vuelve el cante de David por seguiriyas y por cartagenera, e Irene consigue mantener el ritmo, la pulsación y el latido. Se desprende en la soleá, con chaqueta roja y un gran mantón del que se sirve para dotar de belleza plástica el ambiente. Se despide la artista con una pantalla donde aparecen imágenes de la piel humana en su incorrupta pureza y deliciosa fragancia, esa que inundó la sala literalmente.
Ficha artística
Presente – Irene Lozano
XXVIII Festival de Jerez
Sala Compañía
26 febrero 2024
Rubén Lara (guitarra)
David Carpio (artista invitado – cante)
Miguel Ortiz ‘Nene’ (percusión)
Alfonso Aroca (piano)
José Maldonado (dirección artística)